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Murió la reina Isabel II: gestora de la decadencia del imperialismo inglés

Escribe Miguel Angel Hernández, dirigente del PSL* de Venezuela y de la UIT-CI
 
A los noventa y seis años murió la reina Isabel II de Inglaterra; setenta años después de ascender al trono del Reino Unido. Fue la monarca de más largo reinado en ese país imperialista.
 
El prolongado reinado de Isabel II es exhibido como un sinónimo de estabilización económica y política por parte del imperialismo inglés. Sin embargo, su muerte se da en un momento de grave crisis al interior del Reino Unido después de la escandalosa renuncia de Boris Johnson y la existencia de una oleada de huelgas que sacude al país.

Después de fallecida, los grandes medios del mundo hacen apología de ella presentándola como “una reina que marcó época”, y como alguien que preservó contra viento y marea la corona británica, una reminiscencia de la Edad Media que se remonta al siglo X de nuestra era.
En rigor, la nobleza británica es parte fundamental del capitalismo-imperialista, que hizo que el Reino Unido fuera el país dominante y el jefe del colonialismo durante siglos.
Desde 1953, cuando fue coronada Elizabeth Alexandra Mary Windsor, el nombre de pila de la reina, le tocó lidiar con la decadencia del imperialismo inglés en el mundo, y el ascenso de Estados Unidos como la principal potencia capitalista-imperialista.
 
El imperio se cae a pedazos

A pesar de ser una de las potencias aliadas victoriosas, después de la segunda guerra mundial gran parte de la infraestructura del país estaba destruida, y se encontraba endeudado y sumido en una severa crisis económica, profundizando la decadencia que ya había comenzado a evidenciarse después de la primera guerra mundial.

Pero a pesar de esto Inglaterra no dejó de seguir actuando como una potencia imperialista. En 1956 invadió Egipto en alianza con Francia con el objetivo de tratar de controlar el canal de Suez, pero esta incursión militar fue un desastre que puso claramente en evidencia lo pronunciado de su retroceso como país imperialista. La consecuencia fue la nacionalización del Canal de Suez, que estaba en manos inglesas, por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, que encabezaba al nacionalismo-burgués árabe.

En ese marco comenzó a desmoronarse el imperio como consecuencia de la lucha de los movimientos nacionalistas de liberación en las colonias. Los pueblos sojuzgados por décadas comenzaron a levantarse. Primero fue la India en 1948, cuando aún la reina Isabel II era tan solo princesa. Siguieron Birmania, Ceilán, Malasia. También en 1948 concluyó el mandato británico en Palestina, posteriormente Malta. Y en la década del ‘60 las colonias africanas. Ghana en 1957, Nigeria en 1960, Sierra Leona y Tanganika en 1961, hoy parte de la República Democrática del Congo, Uganda en 1962, Kenia y Zanzíbar en 1963, Gambia en 1965, Botsuana y Lesoto en 1966, Mauricio y Suazilandia en 1968, y las islas Seychelles en 1976. Y en el Caribe, Jamaica y Trinidad y Tobago se independizaron en 1962 y Barbados en 1966.
 
La guerra de Las Malvinas

El 2 de abril de 1982, la junta militar argentina encabezada por Leopoldo Galtieri inició una operación para recuperar las islas Malvinas, que en 1833 se había apropiado el imperialismo inglés. Inmediatamente Inglaterra envió una inmensa flota para recuperar dichas islas, reivindicadas por Argentina como parte de su territorio. Luego de diez semanas de cruentos enfrentamientos, Inglaterra, con apoyo de Estados Unidos, derrotó a Argentina. La reina Isabel II avaló la operación militar desplegada por Margareth Thatcher, y en alguna ocasión afirmó: “La Guerra de las Malvinas fue luchada por las fuerzas británicas a favor de la democracia y la libertad”. En realidad, no fue sino otro evento de rapiña imperialista, que se suma a la larga lista de violencia y opresión que ha caracterizado la historia del imperialismo inglés.
 
Inglaterra: miembro de la OTAN y aliado incondicional de Estados Unidos

Tras perder su estatus de primera potencia imperialista mundial, Inglaterra fue una aliada incondicional de Estados Unidos y la acompañó en todas las intervenciones militares llevadas adelante por la que ahora era la principal potencia del imperialismo mundial.
Como parte de la OTAN, soldados del ejército inglés participaron en la guerra del Líbano, entre 1982 y 1984, así como en la guerra del golfo Pérsico y la invasión a Irak, entre 1990 y 1991. Igualmente en la incursión en 1995 de Bosnia y Herzegovina; en la operación Zorro del Desierto en Irak en 1998, en Kosovo entre 1998 y 1999. Después de los ataques a las torres gemelas en New York, fue parte de la invasión a Afganistán. Y en el año 2003 invadió conjuntamente con Estados Unidos a Irak.
 
Represión en Irlanda del Norte, ajustes de Thatcher y Lady Di

En el frente interno, la reina avaló la brutal intervención del ejército británico en apoyo de las organizaciones paramilitares que favorecían la dominación inglesa en Irlanda del Norte. Este conflicto se extendió por tres décadas entre 1968 y 1998.
Bobby Sands, nacionalista miembro del Ejército Republicano Irlandés (IRA), quien encabezó en 1981 una larga huelga de hambre junto a otros activistas de esa organización, murió por inanición ante la total indiferencia del gobierno de Thatcher y la reina Isabel II.

La reina acompañó las políticas de Margareth Thatcher de desregulación laboral, privatización de empresas estatales y reducción del gasto social, impulsadas por la primera ministra durante la década del ‘80. Durante su reinado en esta época, fue parte del desmantelamiento progresivo de los sindicatos, especialmente a partir de la huelga minera de 1984-85, violentamente reprimida por el gobierno inglés. Resultó en el cierre de cientos de minas, las que quedaron fueron privatizadas posteriormente, y produjo el despido de más de diez mil mineros.

Ya son proverbialmente famosas sus desavenencias con la princesa Diana de Gales, esposa de su hijo Carlos, quien acaba de heredar su corona. Lady Di dio varias entrevistas a diversos medios donde criticaba duramente a la corona, sus riquezas y protocolos clasistas. Se recuerda la indiferencia de la reina ante su muerte, quien permaneció de vacaciones a las afueras de Londres, y fue solo varios días después de su trágico fallecimiento, y ante el malestar y la presión popular, que dirigió una alocución pública lamentando su muerte.
 
Las riquezas de la reina

La mayoría de los hombres y mujeres de este planeta viven del salario que devengan producto de su trabajo diario. La reina Isabel II y su familia, no. Sin embargo, su riqueza personal se calcula en unos 470 millones de dólares.

Buena parte de estas riquezas provienen de una subvención del gobierno inglés (subvención soberana) que asciende al 15% de las ganancias obtenidas por el “Crown Estate” o “Corona Estatal”, un conglomerado de tierras, inmuebles, comercios y otros de activos, que durante el año financiero 2020-2021 le proporcionaron a la Casa Real 99 millones de dólares.

Otra fuente de ingresos es el llamado “monedero privado”, constituido por 315 residencias, así como locales comerciales en Londres y miles de hectáreas de tierras, ubicadas fundamentalmente en el Ducado de Lancaster. La familia real los posee desde el año 1265, y generó en el ejercicio fiscal de 2020-2021 más de 23 millones de dólares.

Además Isabel II poseía dos residencias privadas: el castillo de Balmoral, en el noreste de Escocia, cuyo valor es de 115 millones de dólares, y la finca de Sandringham, valuada en unos 58 millones de dólares.

A todos estos activos se agrega una colección de estampillas valorada en 115 millones de dólares. Las famosas joyas de la Corona, valuadas en 3.400 millones de dólares, así como numerosas obras de arte.

El nombre de Isabel II apareció en los Paradise Papers, filtrados en 2017. De acuerdo a documentos secretos que se hicieron públicos en ese momento, la reina habría depositado a través del ducado de Lancaster 11 millones de dólares en paraísos fiscales de islas Caimán y Bermudas, para evadir impuestos.

Contradictoriamente, muchos trabajadores y sectores importantes del pueblo inglés tienen simpatía por la reina y la monarquía. Esto no es así en el caso del pueblo irlandés y del escocés, especialmente el primero que ha estado en guerra en varias ocasiones contra el imperialismo británico. La ostentosa vida palaciega, de lujos y privilegios exagerados, contrasta con la vida cotidiana de millones de trabajadoras y trabajadores ingleses que sufren la explotación capitalista, mientras subvencionan con sus impuestos a una monarquía parasitaria.
 
* Partido Socialismo y Libertad (PSL), sección venezolana de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores-Cuarta Internacional (UIT-CI)