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Del proyecto de cancelación de deuda con fondos fugados a la reunión con Melconian / El kirchnerismo y el ajuste presente y futuro

Publicado en El Socialista N° 538
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Escribe José Castillo

El peronismo kirchnerista trata desesperadamente de no quedar pegado con las consecuencias del ajuste exigido por el FMI que está llevando adelante el gobierno del Frente de Todos. Pero, a la vez, se muestra “serio y responsable” ante el establishment económico. Un doble discurso al que se le ven cada vez más las costuras.

Desde diciembre pasado, se viene agudizando la crisis en el Frente de Todos. Recordemos: Máximo Kirchner renunció a la jefatura del bloque de diputados oficialista, aduciendo que “no estaba de acuerdo en cómo se había negociado con el FMI”. Claro que no hizo nada para oponerse a que salga el acuerdo. Incluso llegó a decir que “no quería poner palos en la rueda”. La vicepresidenta Cristina aclaró que estaba en contra de “cómo” se había negociado, pero que por supuesto el kirchnerismo siempre había pagado y cumplido con los acreedores.

En los meses siguientes tuvimos varios discursos violentos de la vicepresidenta, siempre del mismo tenor. Acusando a Alberto Fernández y sus ministros de “que no funcionaban”, pero nunca planteando ninguna alternativa concreta al ajuste en curso.
Para tratar de maquillar esta realidad, el kirchnerismo ha presentado una serie de proyectos en el Congreso. Nos referiremos a continuación al más importante.

¿Pagar la deuda con la plata fugada al exterior?

Ya aprobado en el Senado, en los próximos días se tratará en Diputados el proyecto de Ley de Creación del Fondo Nacional para la Cancelación de la Deuda con el FMI. El kirchnerismo lo presenta como “la ley para que paguen la deuda externa los que fugaron capitales al exterior”. Es totalmente falso. Veamos.

Primero y principal, como reconoce el propio presidente de la comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados, el kirchnerista Carlos Heller: “nuestra propuesta no promueve crear un nuevo gravámen ni aumentar alguno de los existentes” (Página12, 26/6). O sea: no se trata de ningún nuevo impuesto para que paguen más los ricos. Continúa Heller: “se trata de que aquellos que evadieron impuestos los paguen”. Correcto, pero para esto bastaba con perseguirlos con la AFIP y exigir el pago bajo amenaza de fuertes sanciones.  

En cambio, el proyecto de ley confía en que recibirá la ayuda internacional de otros países que “compartirán información fiscal con la Argentina”. Los Estados Unidos, donde casualmente está el 80% del dinero fugado, se ha negado siempre a compartir dicha información. Como se ve, la voluntad real de cobrar a los evasores parece bastante baja.

Se trata, entonces, de un vulgar blanqueo. Expliquemos esto: se ofrece a los evasores declarar bienes o dinero en el exterior y, pagando menos que lo que deberían de multas e intereses, quedar limpios y blanqueados, para que así puedan recomenzar otra vez su ronda de  negociados, fugas y desfalcos.

La pregunta siguiente es, aún en ese caso, si ese dinero va a engrosar el presupuesto para dar trabajo, salario, educación vivienda o salud. Nada de eso: el proyecto lo dice expresamente, será para pagarle al FMI. Encima, Heller vuelve a mentir al decir que con eso se pagará al Fondo y así “nos evitaremos el ajuste”. El ajuste está en curso y por más que se recaude con este “blanqueo/impuesto” ni de lejos se llegará a un monto que permita evitar que la deuda se pague con el hambre del pueblo.

¿Qué significó la reunión Cristina-Melconian?

Mientras los kirchneristas intentaban mostrar este proyecto como “la” herramienta para que los grandes capitalistas paguen la deuda y así evitar el ajuste del Fondo, la vicepresidenta recibió en su despacho durante tres horas al economista liberal Carlos Melconian.

Aclaremos que Melconián es el actual director de la Fundación Mediterránea, el reducto de economistas financiado por las grandes empresas que, fundado por Domingo Cavallo, inventó nada menos que la convertibilidad durante el menemismo.

Hoy se propone explícitamente armar un “plan económico” para el 2023, comandado por Melconian. Sus recomendaciones son públicas y fáciles de enumerar: mantener a rajatabla el ajuste exigido por el Fondo hasta las elecciones, y luego, que el que gane avance con las reformas estructurales: fiscal (menos impuestos para los ricos y, por consiguiente, achicamiento del gasto en partidas sociales, salud, educación y vivienda); previsional (aumento de edad jubilatoria y eliminación de los regímenes especiales como el docente; y laboral (flexibilización y eliminación de todos los derechos conquistados por los trabajadores en décadas de lucha).

En las semanas anteriores, Cristina ya se reunió con otros economistas que plantean propuestas similares (como Martín Redrado, por ejemplo), pero sin darle la publicidad que ahora tuvo esta reunión. Melconian fue clarísimo: su programa, que por otra parte es exactamente el exigido por las grandes patronales, los bancos y el imperialismo, no es exclusivamente para la oposición patronal, sino que está a disposición de quién quiera llevarlo adelante. Cristina al reunirse con Melconian y la Fundación Mediterránea da un guiño en ese sentido. El peronismo puede ser el ejecutor de ese programa llegado el caso.

Tenemos que sacar conclusiones. Mientras por un lado se presentan proyectos falsamente “progresistas”, por el otro se dan señales como la de Melconian. El kirchnerismo, busca despegarse de la gestión de Alberto, pero es totalmente responsable del ajuste en curso. Peor aún, en las reuniones “en serio”, se postula para ser parte del ajuste futuro.

No hay, entonces, más allá de los discursos para la tribuna, ningún programa alternativo popular en el kirchnerismo. El único plan diferente es el del Frente de Izquierda Unidad, que dice claramente que hay que dejar de pagar la deuda externa, romper con el FMI y poner todos esos recursos al servicio de resolver las urgentes necesidades de trabajo genuino, salario digno, salud, educación y vivienda. El peronismo kirchnerista no lleva a ningún lado, la salida hoy pasa por la izquierda.