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Por un plan económico obrero y popular

Publicado en El Socialista N° 530
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El gobierno intenta convencer, increíblemente, de que los datos económicos son optimistas. Incluso hace propaganda de que bajó la pobreza en el tercer trimestre del año pasado. Pero la realidad la comprueba cualquier trabajador o trabajadora yendo al supermercado: todo sube, y mucho, principalmente los alimentos y otros bienes de la canasta familiar. El propio gobierno peronista de Alberto Fernández ya no puede disimularlo, y no le queda otra cosa que reconocer que la inflación de marzo “va a volver a dar mal”, con números terroríficos cercanos al 6%. La burocracia sindical de la CGT y las CTA, por su parte, se dedica a reuniones del consejo económico y social, donde garantizan acuerdos salariales a la baja, a cambio de promesas empresarias de “no incrementar los precios”, que obviamente nunca se cumplen.  

Esta es la realidad. Con salarios, jubilaciones y montos de los planes sociales totalmente pulverizados. Con una cada vez mayor porción de la clase trabajadora que ya no puede sobrevivir ni con changas. Por eso son cada vez más grandes las protestas de las organizaciones de desocupados combativos, que reciben como respuesta que no hay más planes, que estos se encuentran congelados. El por qué es muy simple: el gobierno tiene que cumplir con el ajuste exigido por el FMI.  

Mientras el gobierno ajusta, la oposición patronal reclama represión. Empezó Javier Milei, que hasta creó un “movimiento antipiquetero”, con el objetivo directo de prohibir las acciones de las organizaciones de desocupados. Lo siguió Juntos por el Cambio, reclamando que se le saquen los planes a los que protestan y acampan. Esta agitación reaccionaria y de derecha, poniendo en cuestión algo tan elemental como el derecho a la protesta, le es funcional al gobierno, con un ministro de Desarrollo Social, Juan Zabaleta, que afirma que “no negociará con gente en la calle”, en una retroalimentación realmente perversa entre oficialismo y oposición patronal.  

Cristina Fernández, por su parte, sigue haciendo malabares para zafar de quedar pegada con el ajuste. Ahora le regaló a Alberto Fernández el libro “Conversaciones en el quinto piso”, de Juan Carlos Torre, donde este explica como testigo privilegiado el desastre en que terminó el gobierno de Alfonsín, justamente por seguir las recomendaciones e implementar los planes de ajuste exigidos por el Fondo. ¡Como si el peronismo kirchnerista no tuviera nada que ver! Cuando Máximo y todo su sector votaron la fórmula de reajuste a las jubilaciones que está haciendo que éstas pierdan sistemáticamente contra la inflación, y la propia Cristina avaló el año pasado cada uno de los pagos al FMI. Ahora, por si faltaran más demostraciones, presentan un proyecto de dudoso curso, donde plantean cobrar un impuesto a los capitales fugados (¡pidiendo apoyo para esto a Estados Unidos!), con el objetivo de recaudar para…pagarle al propio FMI.

¿Qué demuestra todo esto? Una profunda crisis política en el gobierno peronista. Que se expresa en la interna entre Alberto y Cristina, pero también en los movimientos de otros dirigentes que buscan despegarse y tener juego propio, como Massa y la mayoría de los gobernadores.

Por otro lado, los propios economistas del establishment y las patronales que apoyaron la firma del acuerdo con el Fondo, ahora dicen que este no resolverá nada, y que la crisis se seguirá profundizando. Por eso la multiplicación de “planes alternativos” por parte de dirigentes políticos y economistas pro-patronales, compitiendo entre ellos por ver quién presenta un mayor ajuste. Dolarización, promesas de terminar “inmediatamente con la inflación”, son algunos de los espejitos de colores que esconden lo que todos estos programas tienen en común: más ajuste, despidos de decenas de miles de trabajadores estatales, flexibilización laboral reventando derechos ganados durante décadas por la clase trabajadora, jubilaciones llevadas al extremo de la miseria liquidando cualquier régimen especial (como el docente) y extendiendo la edad jubilatoria, privatización y saqueo de nuestras riquezas.

Tenemos que ser claros: por supuesto que no va el plan de ajuste del gobierno del Frente de Todos pactado con el FMI y hay que salir a enfrentarlo ya mismo. Ni la oposición discursiva de Cristina y el kirchnerismo, que dice que “hubiera negociado de otra manera” sin romper con el Fondo. Pero tampoco son salida para el pueblo trabajador las propuestas que sale a vender la oposición patronal, sea de Juntos por el Cambio o de Milei y Espert.

Efectivamente, hace falta un programa alternativo. Pero tiene que ser obrero y popular, como el que plantea la izquierda. Que proponga en primera fila resolver las más urgentes necesidades populares: aumentos de emergencia de salarios, jubilaciones y planes sociales. Que ataque el flagelo del desempleo, creando trabajo genuino con un gran plan de construcción de viviendas que resuelva a la vez el drama del déficit habitacional. Es posible llevar a cabo todas estas cuestiones si se deja de pagar la deuda externa y se rompe el acuerdo con el FMI. ¡Ahí están las medidas de un verdadero plan alternativo al servicio de la clase trabajadora! Que vaya a fondo contra la carestía, con precios máximos que se cumplan, bajo pena de sanciones severísimas a las patronales especuladoras. Nacionalizando la banca y el comercio exterior para terminar con la bicicleta financiera y la fuga de capitales. Oponiendo a los tarifazos exigidos por el Fondo y a las superganancias de las privatizadas, la exigencia de su reestatización y puesta en funcionamiento bajo gestión de trabajadores y usuarios.

Estas son algunas medidas, las principales, del programa económico que hace falta. Para hacerlas realidad hay que postular, contra el peronismo gobernante y la oposición patronal, una alternativa política para que efectivamente gobiernen los trabajadores. Esto es lo que venimos construyendo y fortaleciendo desde hace más de diez años con el Frente de Izquierda Unidad. Desde Izquierda Socialista te invitamos a sumarte para que esta propuesta siga creciendo de cara a los desafíos que se vienen.