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A 10 años del fallecimiento de Néstor Kirchner/¿El que más hizo después de Perón y Evita?

Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad

La muerte de Néstor Kirchner conmovió al país. El 27 de octubre de 2010 fallecía quien fuera presidente entre 2003 y 2007 y el indiscutido jefe político del peronismo de entonces. El impacto fue enorme. Por el velatorio pasaron miles de personas. Kirchner se preparaba como figura de recambio para 2011. Obama y funcionarios del FMI, la OEA y el Banco Mundial enviaron condolencias y, a la vez, mostraron su preocupación. Comenzó un “operativo clamor” para que Cristina se postule, algo que terminó ocurriendo.

Desde Izquierda Socialista difundimos inmediatamente un comunicado que señalaba: “Respetamos el dolor de sus familiares y amigos y comprendemos el sentimiento de aquellos trabajadores que en estos años han depositado expectativas en su gobierno. Pero no nos sumamos al coro de políticos patronales, tanto del PJ como de la oposición patronal, quienes lo reivindican como un político que encarnó un modelo de transformación y crecimiento”.

Una cosa era el dolor de quienes lo consideraban, y consideran hoy, a Néstor Kirchner como su líder político. Otra distinta es decir que encarnó un proyecto liberador, o que fue “el que más hizo después de Perón y Evita”, como señaló en aquel momento el burócrata Hugo Moyano.

El ascenso de Néstor Kirchner, en 2003, fue para recomponer los pilares de un régimen político que quedó mal herido con el Argentinazo de 2001. Al grito “que se vayan todos”, esa rebelión popular tiró abajo al gobierno ajustador del radical De la Rúa, repudió a los bancos, al FMI y a toda la vieja política. En las jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001 cayeron varios presidentes. Finalmente, fue ungido el peronista Eduardo Duhalde, quien posteriormente tuvo que renunciar por ser el responsable político de los asesinatos de los luchadores sociales Maximiliano Kosteki y Darío Santillán.

Sentado en un volcán, Néstor Kirchner necesitaba mostrar una imagen progresista y desligada del apoyo que le había brindado a las políticas del peronismo de Carlos Menem en los años ’90, cuando con la promesa de “salariazo y revolución productiva” remató las empresas del Estado, inauguró las relaciones carnales con el imperialismo e indultó a los genocidas de la dictadura.

Néstor Kirchner estuvo obligado a cabalgar con algunas banderas que el pueblo agitó en aquellas jornadas gloriosas de 2001 inaugurando un permanente doble discurso. La propia Cristina Fernández dijo: “Kirchner es hijo del Argentinazo”.

Se dice que Néstor Kirchner creó millones de puestos de trabajo, hizo volver las paritarias y benefició a los jubilados. Con eso se quiere ocultar que, cuando asumió, fue beneficiado por la brutal devaluación y el ajuste que ya había aplicado Duhalde y una coyuntura favorable con altos precios de las materias primas (soja, trigo, petróleo), lo que le permitió otorgar algunas concesiones. Nada fue por virtud de algún “modelo” de redistribución de la riqueza, como se decía. Y si los salarios aumentaron fue producto de las enormes luchas. A tal punto que, a partir de 2006, cuando la inflación creció, el gobierno fijó techos salariales y mantuvo el impuesto al salario (ganancias).

Otro tanto pasó con las jubilaciones. A pesar de que se anuló el régimen de jubilación privada (AFJP) y se estatizaron 30.000 millones de dólares, el kirchnerismo se apropió de la caja de la Anses para subsidiar a empresarios como Cirigliano (uno de los responsables de la masacre de Once, en el ferrocarril Sarmiento), o a la multinacional General Motors. Recordemos que Cristina vetó la ley del 82% móvil para las jubilaciones.

Otro capítulo fue el de la deuda externa. El Argentinazo impuso el no pago y Néstor Kirchner lo reanudó. Le pagó de contado la deuda al FMI mientras decía que nos íbamos a desendeudar. Finalmente, al concluir 2015, dejó una deuda de 200.000 millones de dólares.

Como contrapartida, digamos que el “modelo” kirchnerista benefició a los bancos, la Barrick, Repsol y las petroleras, las privatizadas, multinacionales y, por supuesto, a los empresarios amigos del gobierno, como Lázaro Báez, Cristóbal López y tantos otros.

Por otra parte, el modelo sindical que impulsó Néstor Kirchner en sus comienzos se basó en una alianza con Hugo Moyano y la CGT de los Gerardo Martínez, Zanola –preso por traficar con medicamentos–, Cavalieri, Lezcano y José Pedraza, el burócrata de la Unión Ferroviaria que días antes del fallecimiento de Néstor Kirchner había ordenado asesinar a Mariano Ferreyra. Y, en lo político, si bien en algún momento apeló a la transversalidad (llevando al radical Julio Cobos como vicepresidente), el kirchnerismo volvió rápidamente al corazón del viejo PJ. Así fue logrando el apoyo de los barones del conurbano y los gobernadores, que se acercaron a cambio de fondos y obras.

Otro tema urticante de esos años fue la política de derechos humanos. Néstor y Cristina nunca participaron en las marchas de cada 24 de marzo, sin embargo se quisieron apropiar del logro de la anulación de las leyes de impunidad –Obediencia Debida y Punto Final–, cuando precisamente el proyecto votado en el Congreso no provino del bloque oficialista, sino de la izquierda, y fue fruto de la lucha de varias generaciones. Terminaron cooptando a organismos de derechos humanos históricos como Madres-Hebe de Bonafini y Abuelas-Estela de Carlotto, diciendo que había que dejar de movilizarse ante un “gobierno de los derechos humanos”, mientras dejaba intacto el aparato represivo que llevó a la desaparición de Julio López y a encumbrar al represor Milani como jefe del Ejército.

Podríamos hablar de otros temas, como que en los doce años de gobierno peronista kirchnerista, y tras dos mandatos de una mujer, no se legalizó el aborto.

Volviendo al comunicado que nuestro partido emitió en 2010, al final decíamos: “Seguiremos luchando por otro plan económico, obrero y popular, alertando a que la conmoción no sea utilizada para fortalecer un proyecto político que, mediante el doble discurso, siga priorizando los intereses de los de arriba por encima de los trabajadores y el pueblo”. Por gobernar para los de arriba, el kirchnerismo sufrió el repudio popular en las elecciones de 2015 posibilitando que asumiera Macri por cuatro años. Lo mismo pasó con similares procesos latinoamericanos de los gobiernos del doble discurso, como Chávez en Venezuela, o Lula en Brasil, que por no tocar los pilares del capitalismo permitieron que resurjan los Bolsonaro, los Piñera en Chile, o consolidándose regímenes hambreadores y dictatoriales como el de Maduro.

A los trabajadores y jóvenes que aspiran a un mundo mejor, y en especial a quienes empiezan a criticar al Frente de Todos por no resolver los males sociales, los llamamos a reflexionar. Les decimos que si se quiere luchar por una salida de fondo para terminar con los males capitalistas, la decadencia y sometimiento del país al FMI y al imperialismo, no queda otra que luchar por un gobierno de las y los trabajadores. Y que para ello hace falta fortalecer una alternativa política distinta de las que nos vienen gobernando, de los trabajadores y de la unidad de la izquierda, como lo empezamos a hacer con la conformación del Frente de Izquierda desde 2011 a esta parte.