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Guernica: otro round que se ganó

 
Escribe Juan Carlos Giordano, diputado nacional electo Izquierda Socialista/FIT Unidad

El día anterior a que se postergue otra vez el desalojo en Guernica fuimos a llevar nuevamente la solidaridad de nuestro partido. Lo mismo hizo nuestra compañera delegada ferroviaria y diputada nacional Mónica Schlotthauer. Y se aprestan otros dirigentes y compañeras y compañeros de Izquierda Socialista.

Junto con la militancia de Izquierda Socialista de la zona sur de la provincia de Buenos Aires recorrimos ese necesario pedazo de tierra que miles de familias le han ganado al negocio inmobiliario, a los traficantes del sector que gozan de impunidad, a la intendenta peronista Blanca Cantero, que viene fogoneando el desalojo junto con la Justicia, y al gobierno de Kicillof, que se la pasa hablando de los que menos tienen pero no le da solución a los vecinos. Al contrario, el gobierno fue a prometer 40.000 pesos y a hacerles firmar un acta con “reubicaciones” que, sabemos después, nunca se concretan. Y a hacer campaña contra la izquierda diciendo que hay vecinos que no están dispuestos al diálogo y que son violentos, cuando son los propios vecinos quienes reclaman una verdadera mesa de diálogo y que se les resuelva el problema, no que se hable de represión y desalojo.

Lo que se palpa en Guernica son familias que se han quedado sin nada. Víctimas de las políticas de los gobiernos de turno que no les garantizan un techo. Los sociólogos empiezan a llamarlos “nuevos pobres”. O los pobres de segunda o tercera generación, es decir, trabajadores, mujeres y jóvenes que ya venían teniendo a sus padres viviendo en la pobreza.

En Guernica se sienten la desesperación y la valentía a la vez de gente que resiste el desalojo y las campañas difamatorias y las acusaciones de que son usurpadores y violentos. Son personas que se quedaron sin trabajo, perdieron la changa, no pudieron pagar más el alquiler de una pieza o vivían hacinadas con otros familiares y vieron la oportunidad de mudarse a pesar de tener que vivir debajo de un naylon.

La campaña de que son ilegales y que quieren vivir de las prebendas del Estado está fuera de la realidad. Es más, hasta medios patronales que vinieron haciendo esa campaña han tenido que poner obligadamente la foto de Guernica cuando se publicaron las cifras de los nuevos pobres.

“Vinieron a hacer promesas que después no cumplen. Si nos vamos de acá, ¿adónde vamos a ir?”, nos dijo una mamá junto a su esposo, hijas y nietas. ¿Por qué si en la provincia de Buenos Aires sobra tierra y la Argentina es muy extensa no hay un pedazo de tierra para vivir? Si no hay respuesta del gobierno, la gente lo resuelve tomando el problema en sus manos.

“¿Alguien cree que nos gusta estar acá en el medio del barro, tener que ir a buscar agua a la ruta, no tener luz, dormir en un colchón y con frío, o comiendo de una olla popular? Nosotros queremos pagar, no queremos que nos regalen nada, pero necesitamos un techo”. Más cuando quienes alegan ser los verdaderos dueños no tienen ningún título de propiedad. En concreto, son tierras abandonadas hace décadas.

La propia intendenta peronista dijo en una reunión con los abogados de los vecinos que lo que le interesa es defender los dieciocho countries de la zona, no las 2.500 familias que no tienen techo.

Cuando en horas de la noche se supo que se postergaba el desalojo hasta el 15 de octubre hubo algarabía y festejo. Se había ganado un nuevo round. Se dio otro gran paso adelante. Es lo que dijeron las y los delegados de esa recuperación de tierras y de las organizaciones que apoyan en un comunicado muy alentador. Y la convicción es clara: “Si nos sacan vamos a volver”.

Son los ocupantes quienes tienen una propuesta para solucionar el grave problema, lotear los terrenos para que puedan construir su vivienda. Que sea el Estado el que se haga cargo. Lo mismo hizo el Frente de Izquierda presentando un proyecto en la Legislatura bonaerense. ¿No habla el Frente de Todos de un “nuevo rol del Estado”? Que lo ponga en práctica entonces. Pero pasa que el Estado gobernado por Kicillof y Alberto Fernández está para salvar a los grandes empresarios, al negocio inmobiliario, al agronegocio y al FMI, no a los más vulnerables. Y si de “vulnerables” se trata, ¿no son precisamente estas familias sus caras más visibles?

La organización en Guernica es admirable. Se han designado delegados por sector, hay reuniones informativas y resolutivas para decidir de conjunto. La información se socializa al instante y crece la solidaridad. Se hace comida con donaciones de vecinos y organizaciones sociales, sindicales y políticas solidarias. Y hay una vanguardia de luchadoras y luchadores que llevan adelante esta enorme pelea, son voceros en las conferencias de prensa en el Obelisco y planifican cada detalle para fortalecer el día a día de su reclamo.

Todo esto es lo que ha generado que el gobierno y la Justicia hayan tenido que retroceder nuevamente con el desalojo. Pero seguramente van a insistir. Y hay que estar alertas.

Hay que recordar que muchos barrios populares se han constituido de esta manera, por iniciativa de los propios vecinos, no por los gobiernos de turno, peleándola hasta el final.  

Este nuevo round que se ha ganado hay que  consolidarlo con solidaridad y apoyo a todas las acciones que decidan para que puedan triunfar. Desde Izquierda Socialista en el FIT Unidad vamos a seguir aportando nuestro granito de arena para lograrlo.