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¿Puede haber clases presenciales o los gobernantes mienten?

Publicado en El Socialista N° 479
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Escribe Guillermo Sánchez Porta

Nadie puede desconocer que la pandemia del coronavirus generó crisis en todos los órdenes de la vida. La escuela no es, para nada, la excepción. No queremos que nuestros hijos pierdan el año educativo, queremos que sepan y adopten los conocimientos necesarios para seguir avanzando en su formación. Que no pierdan el ritmo educativo, porque todo parate puede significar un retraso difícil de retomar, sobre todo con la enorme presión social, por la miseria, y la deserción escolar que viene de años.

También queremos que no repitan o que no pierdan la posibilidad de terminar la escuela primaria o secundaria, que puedan avanzar en estudios terciarios o universitarios, o ingresar a trabajar con el título secundario, ¡título básico para poder conseguir algún trabajo en blanco! O los que están en la universidad o en institutos terciarios no sean aún “más castigados”, impidiendo que puedan rendir y avanzar o culminar sus carreras.

Otra grave problemática es la emocional. Niños de primaria, y mucho más los adolescentes, están sufriendo mucho este aislamiento social, no pueden ir a la escuela, al encuentro cotidiano con amigos y compañeros, ni juntarse socialmente en clubes, calles, plazas, recitales o fiestas.

Ni hablar de la situación de la docencia. De un día para otro, improvisando, hubo que aprender a manejar tecnología y programas virtuales, tener metodologías para “dar clases” a alumnos de todas las edades, tantear qué se podía enviar y en qué cantidades. Nos desesperamos, inútilmente, por “no perder” la conexión con todos los alumnos. Perdimos horarios, quedamos desbordados, superexplotados, en muchos casos trabajando mientras cuidamos y ayudamos a nuestros propios hijos. Tenemos que pagar los gastos de tecnología, conectividad, luz, servicios. Y decenas de miles ni siquiera pudieron tomar cargos u horas y se quedaron en la miseria salarial, peor que en 2019.

Las familias están saturadas por tratar de que sus hijos tomen el celular o la computadora para hacer tareas escolares. Tienen que pagar, sin ningún tipo de subsidios, más luz, gas, celular, datos, internet, por la educación virtual y por estar con los chicos en casa. Y, ante el regreso de millones a sus puestos de trabajo, también se complica la atención de chicos que quedan sin sus padres o madres.

Si bien esta terrible pandemia no surgió por responsabilidad del gobierno nacional ni los gobernadores, sí son responsabilidad de ellos las políticas para atacarla. Y la realidad es que Trotta y Fernández, Larreta y su ministra Acuña, o los gobernadores de cualquier color político, no hicieron nada para resolver seriamente las inquietudes de las familias trabajadoras. Solo mienten para generar expectativas de soluciones mágicas que generen “apoyos” políticos a sus propuestas, que nunca serán realidad.

Larreta pasó por las clases semipresenciales, escuelas ciber, clases en plazas o canchas de fútbol, clases de diez alumnos dos horas por día y otras propuestas absurdas que nunca se implementaron. Ahora dice que antes de fin de año habrá clases presenciales y, en enero, los sábados y con docentes contratados. Después, cuando nada de eso se implementa, responsabilizan a Trotta o a los “sindicatos de izquierda” como Ademys y no se hacen cargo de haber mentido a las familias y los estudiantes.

Trotta no está en contra de la “presencialidad”. Arrancó con el famoso “protocolo burbuja”, tan absurdo que nunca lo pudo implementar. Hizo una prueba criminal en San Juan que a los pocos días la anuló porque estallaron casos de coronavirus en ciudades que no tenían contagios. Ahora quiere hacerlo en La Pampa, Jujuy y Santa Cruz. Como en todo el mundo,  donde minimizaron el problema sanitario de juntar alumnos y docentes en escuelas, los contagios se potenciaron y debieron retroceder, como pasó en Israel.

La realidad es que hoy el virus no está controlado. Que hasta que haya una vacuna las clases presenciales no serán posibles sin graves riesgos. Los que dicen “aunque sea juntar a los pibes, a algunos, dos horas un día por semana” están proponiendo cualquier cosa, menos volver a clases y educar. Generar falsas expectativas a las familias y estudiantes solo lleva a mayores decepciones y más crisis emocionales.

Hasta que se garantice la educación presencial, lo que deben hacer los gobiernos, de la Nación y provinciales, es invertir todo lo necesario para sostener la educación virtual. Garantizar conectividad, internet gratuita, subsidios para pagar la luz y los servicios de las familias donde hay alumnos o docentes. Repartir computadoras a todos. Coordinar con docentes, alumnos y especialistas un verdadero plan de estudio, coherente con la capacidad de interacción diaria frente a la computadora de estudiantes y de docentes. Que los alumnos puedan rendir exámenes de manera virtual, no perder el año y preparar, para cuando sea posible, exámenes presenciales.

Para eso hace falta presupuesto, dejar de pagar la deuda externa y de subsidiar escuelas privadas. Otro plan económico, como proponemos desde Izquierda Socialista en el FIT-Unidad. Y un fuerte plan de lucha de docentes, estudiantes y trabajadores para imponerlo.