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¿Cuál es el "rol del Estado" que dice defender Fernández?

Publicado en El Socialista N° 473
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Escribe José Castillo

El gobierno de Alberto Fernández viene sosteniendo que está a favor de “un rol activo del Estado” en la economía y que ello es lo que permite fortalecer el mercado interno, cuidar el empleo y mejorar la distribución de la riqueza. Más aún, que esa ha sido la “marca registrada” del peronismo a lo largo de su historia, para diferenciarlo de los gobiernos “de la derecha”, como el de Macri. 

Comencemos por el principio. En toda economía capitalista el Estado siempre “interviene”, eso está fuera de discusión. La cuestión es a favor de quién. El gobierno del Frente de Todos viene utilizando el Estado con un “rol” clarísimo, desde que asumió les pagó a los acreedores 5.000 millones de dólares; les regaló 300.000 millones de pesos a los bancos en intereses de Leliq, les dio una infinita serie de subsidios a las patronales, a las que incluso autorizó a bajarles el sueldo a los trabajadores. Ni qué hablar de que se puso como prioridad garantizar el pago de la deuda externa mientras se les volvió a robar a los jubilados. Al mismo tiempo, el gobierno de Fernández terminó dando marcha atrás con la expropiación de Vicentin. Hasta ahora no dio un solo paso en el, tantas veces anunciado, impuesto a la riqueza. Ahí está el “rol del Estado” en concreto que está llevando adelante Fernández. 

Y no se trata solo de un debate sobre las políticas de este gobierno. Porque no es cierto que el peronismo viene llevando adelante una política con un “rol del Estado” favorable a los trabajadores. ¿Acaso no fue el peronista Menem el que privatizó absolutamente todos nuestros recursos, sumiendo a millones en la marginación y el desempleo? O, más acá en el tiempo, ¿no fueron los gobiernos kirchneristas los que pagaron 200.000 millones de dólares a los pulpos de la deuda externa y miles de millones de dólares a las privatizadas, tanto de servicios públicos como de gas y petróleo, en concepto de subsidios?

Donde se acaban las palabras. El caso Latam

El actual conflicto de Latam nos muestra cómo todo el parloteo alrededor del “rol del Estado” no es más que puro doble discurso, sostener afirmaciones “progresistas” para después, en la práctica, hacer exactamente lo contrario. 

Repasemos. Lan Argentina es la rama local de la transnacional de capitales chileno-yanquis Latam, una de las mayores transnacionales del negocio aéreo del mundo y, sin duda, la de mayor importancia en Latinoamérica. 

Desde que comenzó la pandemia se aprovechó de absolutamente todas las ventajas otorgadas a las patronales por el actual gobierno. Así, fue una más de las que pagaron los sueldos con fondos del Estado. Al mismo tiempo, y con la vista gorda de toda la autoridad aeroportuaria, procedió a vaciar la empresa y hasta se llevó aviones a Chile y les “repintó” la matrícula, tapando la argentina y poniendo la chilena. 

Finalmente, de un día para otro, anunció que cerraba su filial argentina, despidiendo de manera encubierta, vía “retiros voluntarios”, sin siquiera pagar las dobles indemnizaciones correspondientes. El Ministerio de Trabajo se limitó a “convocarlos” mientras la empresa seguía vaciando los activos que le quedaban en el país. Quienes frenaron el vaciamiento fueron los propios trabajadores movilizados en defensa de sus puestos de trabajo con su acción directa, mientras las conducciones de la mayoría de los gremios aeronáuticos, peronistas alineados con el gobierno, alentaban los retiros voluntarios y no movían un dedo contra el vaciamiento.

En concreto, ¿qué habría que hacer en el caso de Latam? Frenar inmediatamente los despidos, expropiar y estatizar todos los activos de la multinacional que quedan en el país, retirarle todas las rutas y beneficios internacionales que aún posee bajo la figura de Latam Internacional, y que aspira a seguir operando después de cerrar su filial argentina. Fortalecer nuestra línea de bandera, Aerolíneas Argentinas, haciendo que todos los trabajadores de Latam pasen a formar parte de su dotación tras reconocerles salarios, condiciones de trabajo, cargos y antigüedad. Y terminar con todos los ajustes planteados en la propia Aerolíneas Argentinas y en el proceso de fusión y cierre de Austral. 

El gobierno peronista del discurso del “rol del Estado” no ha hecho nada de todo esto. Al contrario, ni siquiera le garantiza a los trabajadores sus puestos de trabajo, mucho menos le prohíbe despedir a Latam habiendo vigente un decreto al respecto. Por lo bajo, busca un nuevo “socio” en el mundo de las empresas privadas aéreas para ocupar el lugar que dejaría Latam. Así, suena el nombre de Jet Smart, una low cost propiedad del fondo de inversión yanqui Indigo, que también controla a la aerolínea estadounidense Frontier Airlines, a la mexicana Volaris y a la húngara Wizz Air.​​​ Jet Smart ya está operando en nuestro país, es de hecho una de las aerolíneas que se benefició con la desregulación del macrismo a favor de este tipo de empresas y en contra de Aerolíneas Argentinas. Como todas las low cost, si esta patronal absorbe a parte de los trabajadores de Latam, por supuesto que será con feroces recortes de sueldos y condiciones de trabajo, con una completa flexibilización laboral. Las condiciones de precarización que la propia Latam no pudo imponer a sus trabajadores.

En suma, el gobierno de Fernández busca “solucionar” el conflicto de Latam abriéndole más el juego a una de las aerolíneas basura, las famosas low cost, exactamente el mismo negocio que estuvo promoviendo Macri durante toda su gestión. 

¿Entonces, de qué “rol del Estado” hablamos?

Hay que terminar con los discursos que siempre esconden negocios a favor de las grandes empresas y resolver de verdad las urgentes necesidades de los trabajadores. 

En el caso del conflicto de Latam, lo primero y primordial es ponerse absoluta e incondicionalmente al servicio de la lucha que están llevando adelante sus trabajadores para no perder sus puestos de trabajo, como hicimos desde Izquierda Socialista desde el primer día. 

En suma, se trata de recuperar un recurso estratégico de nuestro patrimonio nacional. Una línea de bandera, ciento por ciento estatal, que sea gestionada por sus propios trabajadores, terminando con las administraciones que la usaron para su propio beneficio, como fue el caso de las diversas conducciones de La Cámpora, o para achicarla y trasladarles negocios a los otros pulpos de la aviación, como la propia Latam, como sucedió durante el macrismo.

En síntesis, Latam no es más que un ejemplo. El “rol del Estado” del peronismo termina favoreciendo los negocios de las patronales. Solo un plan económico distinto, con medidas alternativas, llevado adelante por un gobierno de los trabajadores, como planteamos desde Izquierda Socialista y el Frente de Izquierda, garantizará poner las palancas del Estado verdaderamente al servicio de las necesidades del pueblo trabajador.