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¿Quién tiene que ser solidario en este momento?

Escribe Adolfo Santos

En medio de tanta crisis, muchos compañeros se ilusionan con el discurso del gobierno peronista que acuñó un nuevo término: ser “solidario”. Alberto Fernández machaca con  este concepto tratando de generar una imagen favorable, ya que se trataría de ser “solidario con los que menos tienen, con los más vulnerables” y que los que pagarían el ajuste, esta vez, serían los de arriba. ¿Esto es así?

El gobierno insiste en que la prioridad es la lucha contra el hambre, la protección de los jubilados que cobran la mínima, de los que están en pobreza extrema y los que pagarían el ajuste serían los de arriba. Sin embargo, en las medidas concretas que ha propuesto hasta ahora, no vemos que esa sea la práctica.

La mayoría de los jubilados, aunque están por debajo del costo de la canasta para el sector, no recibirán de forma integral el aumento de 11,56% programado para marzo, ni el reajuste de 15% para junio. ¿Saben por qué? Porque tienen que ser “solidarios” con los que cobran la mínima. También los trabajadores en general tendrán sus paritarias postergadas y recibirán sumas fijas inferiores a la inflación del período, para permitir que los salarios más bajos reciban un poco más. El gobierno de Alberto Fernández está proponiendo, que los que son un poco menos pobres, sean solidarios para resolver el problema de los muy pobres. En nombre de la solidaridad, están produciendo un verdadero achatamiento salarial. ¡Un absurdo!
Es lo que muchas veces denunciamos como doble discurso. Mientras se pide “sacrificio” a la clase trabajadora, siguen los privilegios para los ganadores de siempre. ¿Por qué el gobierno de Alberto Fernández no le aplica impuestos a Arcor, Aceitera Deheza, Techint, Coto y a tantos otros poderosos en nombre de la solidaridad, para aumentar los salarios y sacar de la pobreza a los sectores más vulnerables?

A los bancos que ganaron millonadas con la devaluación tampoco se los toca, por el contrario, se les sacó el impuesto a la renta financiera que existía en el último período. También a las mineras y petroleras se les rebajaron las retenciones y a las sojeras, que le iban a retener 3% para los jubilados, terminaron perdonándolas. Además, a las privatizadas se les reconocieron todos los aumentos de tarifas anteriores y ahora se las beneficia con más subsidios.

Mientras tanto, Alberto Fernández sigue reuniéndose con grandes empresarios, ofreciendo todo tipo de beneficios. Así lo hizo con el dueño de la minera canadiense Lundin Gold, que viene a llevarse el oro y el cobre del subsuelo sanjuanino a costa de degradar el ambiente y ofrecer trabajos precarios, lo mismo que hace la Barrick Gold, que ya envenenó cinco ríos de San Juan. Ignorando la protesta de los mendocinos. También vimos al presidente junto con las petroleras para tranquilizarlas con el aumento de los combustibles, les pidió que le traigan una propuesta para analizar. Además, les prometió a Chevrón agilizar el tratamiento del proyecto de la ley de Vaca Muerta y pulir una propuesta que sea atractiva para sus ganancias. Tampoco se les pide “sacrificio” ni “solidaridad” alguna a los acreedores de la deuda externa y el FMI. Para ellos están disponibles 4.500 millones de dólares (300.000 millones de pesos) que serán destinados a los pagos inmediatos de deuda, casi el triple, que los 100.000 millones de pesos que suman todos los programas sociales juntos.

En síntesis, el gobierno le pide solidaridad y sacrificio a los que dependen de un salario devaluado y no toca a los grandes empresarios, a los banqueros, a las privatizadas ni a los pulpos acreedores. Por más doble discurso que se utilice, eso se llama “ajuste”, no solidaridad. Los compañeros peronistas que tienen expectativas en este proyecto deberían preguntarle a este gobierno: si los jubilados y los trabajadores en general son los que más perdieron en los últimos años, mientras los grandes empresarios se la llevaron en pala ¿quién tiene que ser solidario en este momento?