En el país la situación no es ajena. Macri pretende pasar a un modelo europeo, como en España o Italia (potencias del negocio del fútbol de clubes en el mundo), con grandes empresas privadas del rubro, y reducir el reparto de la torta generada por derechos de televisación y sponsors entre los clubes más grandes. Esto dejaría a los equipos más chicos en una situación crítica que, sumado al pasivo de la mayoría de los clubes, es prácticamente sentenciar a la desaparición a las categorías del ascenso.
Con un acuerdo entre el gobierno y el visto bueno de FIFA se logró formar un comité normalizador con Armando Pérez del club Belgrano de Córdoba al frente. Se busca de esta forma frenar la profundización de una crisis que parece no encontrar una salida inmediata, disputa donde se anotaron desde el empresario televisivo Marcelo Tinelli hasta Hugo Moyano, siendo la AFA la mejor trinchera donde dar la pelea por el reparto de los miles de millones. Moyano hace meses viene arreglando una retirada ordenada de la CGT con miras a ocupar el despacho más cotizado de la calle Viamonte.
A los políticos patronales nunca les fue ajeno todo esto. Aníbal Fernández fue un hombre fuerte en el fútbol. Desde el gobierno -sumado a su paso por la presidencia de Quilmes- manejó la pauta de Fútbol para Todos junto con la dirigencia amiga y arribista. Se encuentra procesado, junto con Abal Medina y Capitanich, “por no haber controlado el destino final de los fondos de Fútbol para Todos”. Como verá el lector, el kirchnerismo no vino a recuperar los goles con Fútbol para Todos, sino a llenar de pauta oficial a empresas amigas, campañas electorales o directamente desviar fondos sin control.
Macri pretende abrir la cancha, ofreciendo el negocio a las grandes empresas del deporte, privatizándolo nuevamente como en los 90 para que los 5 clubes más grandes se lleven la parte del león a la hora de la repartija. Mientras, en los Juegos Olímpicos la selección de fútbol lamentablemente se pega la vuelta debido a su pobre actuación, como una síntesis misma de su crisis.
A Macri, Tinelli y Moyano no les interesa el deporte, el hincha o el público en general. La disputa es por cómo se orienta el negocio y hacia qué capitales privados va (el grupo yanqui Turner parece el preferido de Macri), a la vez que el empresariado local busca alianzas con los dirigentes de clubes, políticos y sindicalistas. Es la crisis del fútbol, con un comienzo de campeonato incierto y con la sola certeza de que lo que se viene es un intento privatizador del negocio de la televisación, y otro “tarifazo” para todos.