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Mientras sigue la debacle K

La izquierda crece

“Si no nos votan ni los desocupados a los que les pagamos el único sueldo que tiene su familia, estamos jodidos”, graficó un intendente K luego de ver una encuesta adversa de gente que cobra planes sociales. Si el mayor aparato clientelar oficial no les da votos, están fritos. “Lo único que tenemos asegurado es la derrota”, alegó otro. La cual puede ser peor a la de agosto. Muestra que se entró claramente en el fin del ciclo kirchnerista.

A Cristina Kirchner le está pasando lo mismo que a Menem en 1997: por más promesas y gestos que haga, su final es irreversible. No obstante ello, la presidenta busca que la paliza no sea tan brutal en octubre, con medidas insuficientes y cosméticas, mientras encubre otras, como el escandaloso pacto secreto con la yanqui Chevrón (ver páginas 8 y 9), o el continuo pago de la deuda externa con plata de los jubilados y de todo el pueblo argentino (ver página siguiente).

El 80% cree que la baja parcial del impuesto al salario (Ganancias) es puro electoralismo. Y los que sacan cuentas, dicen que los 200 o 300 pesos que no le descontarán, serán comidos rápidamente por la inflación. También se anuncian “medidas” contra el trabajo en negro ¡Ahora se acuerda este mismo gobierno que actúa como el mayor empleador en negro en el Estado!. O inaugura centros culturales en villas donde la pobreza, la falta de red cloacal o desagües es colosal. Lugares donde la asignación universal por hijo (la medida más “revolucionaria” según los defensores del kirchnerismo) ya ha sido comida varias veces por el brutal costo de vida.

 

A todo esto se le ha caído por completo el antifaz “progresista” que el oficialismo mantenía bajo cuatro llaves. Lo prueban la designación del represor Milani en el Ejército; el aval a la represión en Neuquen para sellar el pacto con Chevron; la designación de un personaje de la mano dura como Granados en Buenos Aires (antes menemista, luego duhaldista y ahora ferviente kirchnerista); un “nuevo índice de precios” que va a ser presentado ante el FMI (¿no era que ese organismo no tenía más injerencia en el país con el pago total que le hizo Néstor Kirchner?); el nuevo canje para los fondos buitre, o el discurso persecutorio y macartista diciendo que la izquierda se unió con Repsol para sembrar el caos en Neuquen. ¿No era esa la agenda de la centroderecha?

Cristina piensa cómo serán los próximos meses con menos poder, donde tiene que aplicar un ajuste que incluirá aumentos en las tarifas de luz, gas y casi seguro el transporte. Lo mismo harán los gobernadores, sean del color que sean. Están tirando todo para después de las elecciones, mientras millones siguen en la pobreza y sin divisar ninguna solución a los graves problemas sociales: la inflación que devora todos los ingresos populares, trenes que desembocan en masacres, o crecimiento abismal de las villas en más del 50%.

Por eso nadie se traga las supuestas “teorías conspirativas”, los “ríos de tinta” de la prensa opositora para “destituir a un gobierno popular”; el golpe que prepara el “círculo rojo” de la centroderecha al que ya el piquetero D´Elía le puso fecha, el 8N. Todo para encubrir que el gran gestor de la debacle del peronismo kirchnerista es su propia base social. 4 millones lo dejaron de votar, quitándole la mitad del apoyo que le habían dado dos años antes.

Ante esto, como mostramos en las páginas 3 y 5, la oposición patronal de los Sergio Massa, Binner-Alfonsín o Macri, no son salida para el pueblo trabajador. En lo central, acompañan al gobierno. Todos votarían, salvo algunas excepciones, la apertura del canje para pagar la deuda externa a los fondos buitres.

¿Alguien escuchó a algún candidato de las distintas variantes en que está dividido el PJ, la UCR o de la centroizquierda levantar fervorosamente la voz ante el pacto secreto con Chevron? No. Salvo el Frente de Izquierda. Massa dice ahora que está contra el impuesto al salario, la inflación y un montón de cosas más, cuando vino avalando todo eso siendo funcionario de Cristina.

Por eso gran parte del descontento con el kirchnerismo ha sido capitalizado por el Frente de Izquierda. Los 900 mil votos que sacó el FIT en agosto, representaron 400 mil más que los logrados en las elecciones de 2011, ubicando al FIT como cuarta fuerza nacional. Expresión nacional de voto a izquierda y radicalizado que se acaba de trasladar a las elecciones estudiantiles universitarias en la Universidad de Buenos Aires, donde el kirchnerismo sufrió una derrota aplastante, no ganó ninguno de los 13 centros de estudiantes en disputa, y la izquierda ganó 8, creciendo enormemente su caudal electoral. Mostrando que los jóvenes ven que este gobierno es puro doble discurso, son las víctimas de este modelo, donde 650 mil no pueden estudiar ni trabajar y por eso castigaron votando a la izquierda.

 

Por primera vez en años millones consideran que es “útil” votar a la izquierda para que obtenga diputados que estén al servicio de los que reclaman, denunciando los problemas sociales sin solución y brindando una alternativa, con propuestas de fondo.

El Frente de Izquierda propone anular el impuesto al salario; un aumento de sueldos y jubilaciones al valor de la canasta familiar; el 82% móvil; que se vaya Chevrón, una YPF 100% estatal y nacionalización del petróleo y el gas bajo gestión de trabajadores y técnicos; la reestatización de los ferrocarriles bajo gestión de trabajadores y usuarios, igual que para el resto de las privatizadas. Usar los fondos de la deuda externa para salud, educación y viviendas populares. Nacionalizar la banca y el comercio exterior para evitar la fuga de capitales.

En octubre necesitamos el apoyo de quienes ya nos votaron en agosto, y de muchos más. Por diputados de izquierda al Congreso y en las legislaturas. Para fortalecer una alternativa política de los trabajadores de la mano de la unidad de la izquierda que tanto pregonamos desde Izquierda Socialista. Como mostramos en la contratapa de esta edición, llamamos a sumarse por estos desafíos, a anotarse como fiscal y a pelear más votos para el Frente de Izquierda.


Ante los incendios: Emergencia ambiental para Córdoba

Cerca de 15 mil hectáreas bajo fuego, más de 500 evacuados, dos heridos graves, miles de animales muertos. Pérdidas millonarias, pacientes internados producto de la lluvia de cenizas. Esta realidad se podía evitar. El gobierno culpa a la sequía y a los piromaníacos. Pero desde que aprobó hace tres años -entre peronistas, radicales y algunos juecistas- la ley del desmonte y no la de protección del bosque nativo, y se habilitó el negocio inmobiliario en las sierras cordobesas, esto podía ocurrir.

De la Sota es responsable. Nos cobra el impuesto al fuego recaudando millones que no invierte para prevenir esta situación ni para pagar sueldos a los bomberos que trabajan voluntariamente. Priorizando los agronegocios por encima de la preservación del bosque nativo, las fuentes de agua y diques.

Nos solidarizamos con los vecinos afectados, con los bomberos que trabajan incansablemente y exigimos la emergencia ambiental en todo el ámbito de la provincia. Crear un impuesto a los grandes empresarios en lugar del impuesto que nos aplican en la factura de la luz, para pagar salarios a los bomberos e invertir en aviones hidrantes y autobombas, además de anular la ley de bosques, para imponer la ley de protección del bosque nativo que propusimos años atrás.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

IS

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