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José Castillo

El “congelamiento” es otro verso K

Cristina acaba de lanzar con bombos y platillos su nuevo “plan” contra la inflación. A cambio de descongelar todos los demás, las grandes cadenas aceptaron elaborar una lista de 500 productos con precios “congelados”. Se anunció que las “organizaciones sociales” (léase la Cámpora y otros grupos kirchneristas) vigilarán el cumplimiento. Pronóstico: los precios seguirán subiendo.

No es que seamos adivinos. Pero el final está cantado: la “inflación del supermercado” se seguirá comiendo el bolsillo de los trabajadores. Todo esto no será más que una gran “puesta en escena” en el período pre-electoral, o a lo sumo, un justificativo para los que preguntan “de dónde” se sacan los precios de los bienes que después conforman el índice trucho del Indec.

Recapitulemos. Veníamos del congelamiento mentiroso y fracasado de febrero. Nadie sabía qué productos integraban esa lista, ni a qué precio. Se llegó al ridículo de prohibir publicar sus precios por los diarios. El resultado fue obvio. La inflación real siguió para arriba, a un ritmo de casi el 2% mensual.

Lo que se hizo ahora, y hay que mencionarlo antes que nada, fue “descongelar” todo. Las empresas monopólicas productoras de bienes de consumo (alimentos, bebidas, limpieza) tuvieron vía libre para remarcar sus precios. De hecho empezaron a hacerlo inmediatamente: los fideos aumentaron un 20,7%, el pan lactal y las galletitas un 10%, algunas verduras un 20%, la lavandina el 10%, la leche en polvo el 9%. A cambio, las grandes cadenas se comprometieron a negociar con el gobierno una lista de 500 productos de la “canasta básica” que serían ofrecidos a precios congelados. Seamos claros: 500 productos cubren apenas el 2% del total de bienes de distintas marcas que pueden llegar a integrar la canasta básica.

Es un negocio redondo para estos buitres. Las empresas no tienen que hacer más que “inventar” nuevas marcas, o cambiar envases y tamaños, para ya “tener un nuevo producto” distinto al congelado. No exageramos: en mayo se crearon 1596 “nuevos productos”. Así se burla legalmente el congelamiento. Bastará después que los artículos que figura en la lista de “los 500 congelados” se transformen en inhallables en las góndolas para que el comprador no tenga más remedio que comprar la leche, el azúcar, el pan, o la bebida, que “sí está”, a precio no controlado.

Todo es tan trucho que la famosa “lista” ni siquiera la elaboró el gobierno. Se dejó a las cadenas confeccionarla a su gusto. Los resultados están a la vista: en la mentada lista no existe ningún pescado; en las frutas sólo contiene naranjas y manzanas; hay 16 variedades de vino, pero sólo dos de leche; 8 opciones de sal, pero nada más que dos de harina; en algunos lácteos sólo congelan el precio del envase más chico (de 100 o 250 gramos), cuando para el consumo familiar se compra los más grandes. Lo mismo sucede con las gaseosas (sólo se congela el precio de la Coca Cola en lata, pero no las botellas). Eso sí: ¡hay 16 cremas y ceras depilatorias y 7 cremas antiestrías!

Sumémosle a todo este desmadre que el “acuerdo” sólo alcanza a los hipermercados (se trata de menos del 10% de todos los súper), y no a los negocios de barrio (como los supermercados chinos), y que todos sabemos que la familia trabajadora, agobiada con dos trabajos para alcanzar un ingreso que le permita vivir, no siempre dispone del tiempo y sólo le queda el supermercado de la cuadra como opción. Sigámosle sumando que las grandes cadenas alcanzadas por el acuerdo sólo tienen presencia en 50 ciudades del país. ¡Pero en nuestro país hay 785 ciudades, sin contar parajes y pequeños poblados!

Cristina acompañó este rimbombante anuncio con el no menos pomposo de que serán los “militantes de las organizaciones sociales” los que controlarán el cumplimiento del supuesto congelamiento. Nada de esto servirá. Será sólo una gran pantalla para que sigan facturando los grandes monopolios del sector (incluyendo a los hipermercados). Tenemos que pelear por medidas reales contra la carestía, como las que planteamos en otra columna de esta misma página. Al mismo tiempo, para que el dinero nos alcance, no queda otra que continuar exigiendo aumentos salariales acordes al valor de la canasta familiar (hoy cerca de 8.000 pesos), ajustables periódicamente por la inflación real.


Cómo combatir la inflación: ¿Qué es la ley de Abastecimiento?

En Argentina sería posible encarar una verdadera lucha contra la inflación, atacando tanto a los empresarios monopólicos que producen el conjunto de los bienes de la canasta básica, como a las grandes cadenas de supermercados, que les agregan sus propios márgenes de ganancia. Para eso se cuenta con la Ley 20.680, conocida como “ley de abastecimiento”, sancionada en junio de 1974, la cual se encuentra vigente.

Dicha ley autoriza, en su artículo 2°, a “establecer, para cualquier etapa del proceso económico, precios máximos y/o márgenes de utilidad y/o disponer la congelación de los precios en los niveles vigentes o en cualquiera de los niveles anteriores”. En el mismo artículo, dice más abajo: “se podrá obligar a continuar con la producción, industrialización, comercialización, distribución o prestación de servicios”, en los casos en que las empresas aduzcan que “a esos precios no pueden producir”. Incluso autoriza a obligar a los empresarios a “abrir sus libros de contabilidad” para mostrar sus márgenes de ganancia.

El artículo 4° establece las penas para los que violaren estos precios, acaparen o vendan en el mercado negro, consistentes en multas, inhabilitaciones, clausuras, decomiso de la mercadería, prisión, pudiéndose llegar a la expropiación del establecimiento.

En concreto, si se quiere efectivamente evitar la suba de los precios de la canasta familiar, existen las herramientas, incluso jurídicas, para llevarlo adelante. No hacerlo es sólo una cuestión de voluntad política.


Alimentos: En manos de los monopolios

Las empresas productoras de alimentos hacen lo que quieren con sus precios. La altísima concentración les permite controlar absolutamente el mercado y tener enormes márgenes de ganancia.

El 80% de los alimentos lo producen 25 empresas transnacionales. Sobre un total de 21.000 empresas registradas para el sector, apenas 294 “grandes” (varias a la vez asociadas entre ellas y a grupos multinacionales) producen el 60% del total y exportan el 93% de las exportaciones del sector.

Los ejemplos son archiconocidos: Arcor, Kraft y Pepsico se reparten casi todo el mercado de dulces, galletitas, panificados. Quilmes (perteneciente a Brahma) comparte con Pepsi y Coca todo el mercado de bebidas. Bagley y nuevamente Arcor se reparten los enlatados. Unilever y Procter & Gamble dominan oligopólicamente el mercado de perfumería y limpieza. Y así sector por sector. En las góndolas encontramos innumerables nombres “fantasía” que supuestamente “compiten”. Pero si nos detenemos a ver el producto, comprobamos que todos son de la misma empresa. Ellos son los verdaderos “formadores de precios” a los que nadie controla y se deja que sigan ganando millonadas a costa del bolsillo de los trabajadores.


“Mirar para Cuidar”: ¿La Cámpora controlando los precios?

Acompañando el “congelamiento” para los 500 productos, Cristina anunció lo que llamó el programa “Mirar para Cuidar”. Se trata de que las “organizaciones sociales” estarían encargadas de vigilar el cumplimiento de los acuerdos de precios. En la práctica, esto significa que las agrupaciones kirchneristas (con la Cámpora a la cabeza) harían de “inspectores” de precios. Después se aclaró que su rol sería, en realidad, “acompañar” a los verdaderos inspectores, o hacer denuncias por incumplimiento. Rápidamente se sumaron los intendentes kirchneristas, ofreciendo su propia tropa.

Como explicamos en la nota principal, todo es una gran puesta en escena. El problema no va a ser que las cadenas “violarán” los precios acordados, sino que la inmensa mayoría de los artículos de primera necesidad no los encontraremos en sus versiones de los 500 congelados

Si hubiera un verdadero sistema de precios máximos, que cubriera toda la canasta, y existiera una real voluntad de sancionar a los que lo violan, sería correcto recurrir al control obrero y popular. Pero la pantomima que quiere hacer el gobierno con La Cámpora está muy lejos de esto. Van a “pasear” militantes con camisetas de sus agrupaciones para “mostrar que controlan”, como parte del show electoral.

Un verdadero control obrero y popular debería organizarse desde los sindicatos, las comisiones internas, los cuerpos de delegados, las organizaciones vecinales y las asociaciones de consumidores, otorgándoles un verdadero poder para sancionar al empresario inescrupuloso. Cualquier otra cosa, como el “Mirar para Ciudar”, nada aporta a la lucha contra la inflación.


La fortuna de Walmart

Días atrás, Guillermo Moreno le dijo a la presidenta en teleconferencia: “Estoy en Walmart y acá los precios están controlados”. Moreno mostró el pacto kirchnerista con esta multinacional yanqui, la mayor del mundo en su rubro, denunciada por superexplotar a sus trabajadores y por sobornos.

La familia Walton es dueña de Walmart y la más rica del mundo. Cuatro de sus integrantes figuran dentro de los 20 más ricos del planeta (Revista Forbes, marzo 2013). Christy Walton es la mujer con más fortuna personal: 28 mil millones de dólares. En el puesto 14 está su hermano, Jim, con 26,7 M/D; en el 16, Alice, con 26 M/D. Y en el 17, Robson Walton, con 26 mil millones. Sumado los cuatro, les da una fortuna superior a la de Carlos Slim, el primero en la lista, con un peculio de 73 mil millones de dólares.

Millones sufren hambre y desocupación por la crisis mundial. Pero los ricos siguen siendo cada vez más ricos. Entre ellos, los aliados del gobierno.


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