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Dólar a $10

Cristina en problemas

Días complicados para el gobierno. A las denuncias crecientes sobre su vinculación con Lázaro Báez, el lavado de dinero y la corrupción; a los repudios -incluso a escala internacional- que va recolectando su intento de construir una justicia “a medida”; a la no resolución del tema de las inundaciones -el terror recorrió La Plata simplemente porque volvió a llover- y a su baja tangible en todas las encuestas de opinión, se le suma el dólar a 10 pesos (paralelo, blue o “Messi”, como se lo empieza a llamar).

Mientras el billete verde subía vertiginosamente a lo largo del mes, el gobierno ensayó una primera línea de defensa: “es marginal, son cuatro especuladores, no afecta a nadie”. Se parecía a la defensa “Indek”: “hagamos como que la inflación no existe, escondámosla y no hablemos del tema”. Recurso muy endeble, que terminó de desmoronarse como un castillo de naipes, mientras el dólar seguía su viaje hacia las nubes. Por eso cambiaron. Ahora dicen que se trata de una maniobra “desestabilizadora” de los que quieren una devaluación. Otra vez agitan el fantasma de los “destituyentes”.

 

Esto nos obliga a una primera pregunta: ¿quién está llevando el dólar hacia arriba? ¿Quiénes quieren devaluar? No seamos ingenuos: el gobierno está devaluando. Tanto porque aumenta el ritmo de suba del propio e inconseguible dólar “oficial” (hoy a 5,20), como porque convalida innumerables operaciones “legales” que terminan ayudando a la suba del “blue”. Los pulpos financieros compran bonos de la deuda externa en pesos en Buenos Aires, luego cobran tranquilamente los intereses en dólares que les paga el Estado argentino, para finalmente vender el bono en dólares en Nueva York y venirse tranquilitos con los billetes verdes “en blanco”. ¿Complicado? Seguramente esto no está al alcance del pobre trabajador que busca cuidar sus ahorros para que no se los devore la inflación y compra 100 dólares a un arbolito en la calle, pero así, “legalmente”, el gobierno de Cristina permite a los grandes empresarios seguir accediendo a las divisas. O los ricos que compran autos de alta gama a un dólar mucho menor al paralelo.

También tenemos las innumerables operaciones de sub-facturación de exportaciones: como nadie controla, las grandes exportadoras sacan la soja por sus puertos privados y luego declaran que vendieron menos, quedándose con los dólares que no declaran. O la sobrefacturación de importaciones, de empresarios que declaran que tienen que comprar insumos por valor superior al de la compra, para eso reciben dólares a 5,20, pero luego no los utilizan para eso, y se los guardan. Todas estas maniobras, hechas bajo los mismos ojos del gobierno (que en muchos casos las fomenta y/o queda con las coimas para autorizarlas), son las que alimentan de dólares las cuevas del dólar “blue”. En las que después “juegan todos”, hasta los propios funcionarios del gobierno y empresarios amigos, como se vio en el caso de “La Rosadita” de Puerto Madero, cueva predilecta por donde pasaban los dólares K.

 

Desarmemos, entonces, la mentira del gobierno: no existe un sector “opositor”, “especulador”, que quiere devaluar y del otro lado está el gobierno que no tiene nada que ver. No hay ninguna “puja”, ni “golpe de mercado”, ni nada que se le parezca. Las patronales (todas, los pulpos exportadores, los industriales de la UIA, las automotrices) quieren un dólar más “alto” para que así bajen los salarios calculados en moneda extranjera. Y el gobierno está de acuerdo. Lo único que Cristina trata es que no se les escape “el ritmo” de la devaluación en un año electoral. Que el dólar no suba demasiado rápido para que no se les termine de descontrolar la economía antes de votar. Es mentira lo que dijo Cristina que mientras ella esté, se olviden de la devaluación. ¡Ya están devaluando! Y si no les basta con hacerlo “paulatinamente”, vendrá el shock devaluatorio pos elecciones. El espejo es Venezuela: durante la campaña Chávez también aseguró que no devaluaría. Pero después vinieron dos feroces subas del dólar, con su consecuente efecto inflacionario, que terminaron reventando aún más el salario de los trabajadores. Lo mismo puede pasar en la Argentina.

El gobierno sostiene que estas cuestiones del dólar no importan a los trabajadores, que no los afectan. “Protestan los que no consiguen dólares para ir a Miami, no los asalariados ni los jubilados”, llegó a decir el Ministro De Vido. ¡Mentira! Cualquier trabajador o jubilado ve como la inflación se come sus ingresos, o quién recibe la ya miserable Asignación por Hijo. No hay que ser economista para saber que detrás de la suba del dólar viene la de todos los demás precios, menos la de los sueldos. En la Argentina ya pasó montones de veces.

No es cierto que “ahora” estamos bien, pero “mañana” si hay devaluación estaremos mal. “Hoy” estamos mal, porque ahora el circuito especulativo generado por la suba del dólar alimenta la inflación. Lo dicen los números fríos de la economía en estos primeros meses del año: bajó el consumo, se compra menos en los supermercados, la inflación definitivamente le viene ganando la carrera al salario y a las jubilaciones, y ya se empiezan a ver muchos más despidos y suspensiones. Un ajuste en curso que será cada vez más duro.

 

Por eso, con total responsabilidad, decimos: están todos de acuerdo, el gobierno y la oposición patronal, en devaluar, sabiendo que eso significa un nuevo golpe al bolsillo de los trabajadores y el pueblo. Economistas de la “ortodoxia” liberal o “heterodoxos”, oficialistas u opositores, sólo discuten sobre los “ritmos” de esa devaluación, si debe ser “ahora” o después de las elecciones, si debe ser gradual o de golpe. En todos los casos, el pato de la boda seremos los trabajadores y los sectores populares. Los trabajadores siempre perdemos con estos “modelos” al servicio de los banqueros, grandes empresarios y el imperialismo. Con la supuesta “estabilidad” del 1 a 1 de Menem-Cavallo nos llevaron a la desocupación y remate del patrimonio nacional. De la Rúa, al corralito y al 2001. Duhalde después devaluó (3 a 1) y salvó a las patronales en desmedro de los trabajadores y demás sectores populares. Y el kirchnerismo, supuestamente con una “devaluación controlada”, sigue beneficiando a los de arriba. Todos estos gobiernos aplicaron planes económicos al servicio de las multinacionales y grandes empresarios. Ahora, ante la crisis mundial, con más razón, se seguirá descargando las nefastas consecuencias sobre el pueblo trabajador.

Ante esto, el gobierno anunció medidas para “blanquear capitales” sin cobrarles impuestos… ¡en beneficio de los mismos Lázaro Báez que acaban de sacar millonadas y otros fondos buitre!

Nosotros, la izquierda, tenemos un planteo completamente distinto. Para terminar con esta “fiesta” especulativa hay que nacionalizar el comercio exterior. Para que sea el Estado el que se apropie de los miles de millones de dólares “verdaderos” que entran y salen por exportaciones e importaciones y no que queden en manos de los pulpos transnacionales que luego alimentan el mercado paralelo. También hay que nacionalizar la banca. Para que el ahorro de los sectores populares pueda ser direccionado a dar crédito para la vivienda, para el consumo popular y no que sea utilizado para alimentar las maniobras especulativas de los banqueros y buitres. Y, por último, no sólo porque por ahí se van miles de millones de la riqueza que producimos, sino también porque se ha transformado incluso en uno de los mecanismos por el que se alimenta la especulación con el dólar: hay que dejar de pagar la inmoral, ilegal e ilegítima deuda externa.


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