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José Castillo

Suben el dólar, los precios y las tarifas, menos los salarios

Hace falta otro modelo

El dólar sigue para arriba. Los precios continúan ascendiendo, pese al “congelamiento” de Moreno. Hay “en las gateras” nuevos aumentos de tarifas. Y los salarios están por debajo de la inflación. Gobierno y empresarios quieren descargar la crisis mundial sobre los trabajadores

La semana pasada, la economía se llenó de rumores. Vuelta Cristina Kirchner de la asunción del Papa, tuvo que convocar a una “cumbre” de todos los funcionarios con responsabilidades sobre la economía, porque se les estaba “escapando” el dólar blue, que ya estaba en 8,75 pesos. Se dijo de todo: desde los que anticiparon la renuncia de la presidente del Banco Central, Marcó del Pont, porque se está quedando sin reservas -en apenas dos meses perdió más de 2.000 millones y en los últimos dos años se le fugaron más de 11.000-; pasando por los que “anunciaban” un desdoblamiento cambiario -creando un dólar comercial, otro financiero y uno turístico-; hasta los que se hacían eco de que se venía lisa y llanamente una importante devaluación para favorecer a los exportadores -como las multinacionales de la soja-, a las transnacionales que ya no quieren invertir en la Argentina con este tipo de cambio -como la brasileña Vale- y a los industriales que reclaman que sus “costos salariales en dólares” son muy elevados -como dijo Benatza, el vice de Techint-.

El gobierno, después de pasársela durante años diciendo que “estábamos blindados”, hoy tiene que reconocer los efectos de la crisis mundial y busca descargarla sobre los trabajadores y el pueblo. La realidad es que a Cristina se le están acabando aceleradamente todas “las cajas” con las que se financió en los últimos años (Anses, Banco Central). En 2012, por primera vez desde 1996, Argentina tuvo déficit fiscal primario (lo que se recauda ya no alcanza para cubrir lo que se gasta) y las reservas que quedan en el Banco Central (poco más de 40.000 millones de dólares) ya no alcanzan para cubrir el dinero en circulación (60.000 millones). Y desde que se implementó el cepo cambiario (noviembre de 2011), hasta hoy, no sólo no se impidió que continuara la fuga de divisas, sino que lo único que se generó fue el mercado negro del dólar blue, que sube constantemente y “presiona” desde ahí tanto a los precios como a la devaluación del propio dólar oficial. Donde el único perjudicado por esto fue el pequeño ahorrista (en general trabajadores que venían comprando 100 o 200 dólares para evitar que se los “coma” la inflación), mientras los exportadores y banqueros siguen especulando con el billete verde, dándoles una y mil vueltas a la ruleta financiera y haciendo ganancias multimillonarias.

Mientras tanto -y fogoneada por la suba del dólar-, la inflación sigue para arriba. El “congelamiento” de Guillermo Moreno no impidió que los precios de febrero siguieran subiendo, incluso en los propiosproductos “congelados” (donde está prohibido conocer los precios, perjudicando a los consumidores). Cualquier trabajador con hijos se habrá horrorizado al ver lo que aumentó la canasta escolar con el comienzo de las clases. Encima, si a alguno se le ocurrió irse unos días a Uruguay o Brasil y financió sus gastos en cuotas con tarjeta, ahora “descubre” que tendrá un aumento de su deuda del 15 al 20%.

La presidenta -demostrando que es un verso absoluto todo lo que pregona sobre la “reindustrialización” y la “sustitución de importaciones”-, anunció a su vez que su política para frenar la inflación seríá “abrir” las importaciones, poniendo en riesgo millones de puestos de trabajo.

En síntesis, en estos días se vive un “descontrol” del que todos (las multinaciones de los hipermercados, los monopolios formadores de precios, exportadores y banqueros) tratan de sacar tajada haciendo su “diferencia”. Donde el kirchnerismo sigue adelante con este modelo de inflación, bajos salarios y jubilaciones, pagos de la deuda externa (incluido los fondos buitres), saqueo de nuestro gas, petróleo y demás recursos naturales, y privatizaciones, convalidando las superganancias de los grandes empresarios.

Este modelo está al servicio de los grandes empresarios y el imperialismo. La crisis la tienen que pagar quienes la provocaron, no los trabajadores. Hay que imponer otro modelo económico obrero y popular, con medidas de fondo como las que proponemos en estas páginas.


Por un Plan Alternativo Obrero y Popular

Hay que imponerlo con lucha y movilización. Y llevarlo al terreno electoral con el Frente de Izquierda

• AUMENTO SALARIAL DE EMERGENCIA PARA TODOS LOS TRABAJADORES. No al “techo” en las paritarias. Aumentos de salarios que permitan recuperar lo perdido en el último año por la inflación (que la real fue del 35%), indexados periódicamente, para evitar la pérdida del poder adquisitivo. Que ningún trabajador gane menos que la canasta familiar (hoy calculada en 7.500 pesos). Abajo el impuesto al salario (Ganancias). Que se restituya el salario familiar para todos los trabajadores. Aumento

• PRECIOS MÁXIMOS Y ELIMINACIÓN DEL IVA DE LA CANASTA FAMILIAR. Hay que fijar precios máximos para todos los artículos de la canasta familiar (no el “congelamiento” trucho de Moreno), previamente publicados, congelarlos y establecer un control de precios a través de los sindicatos y organizaciones de consumidores, con sanciones concretas para quien los viole o genere desabastecimiento. Aplicando para ello la ley de Abastecimiento, que permite multar, clausurar y hasta expropiar a los empresarios inescrupulosos. Eliminar el IVA de todos los artículos de la canasta familiar.

• PROHIBICION DE DESPIDOS Y SUSPENSIONES POR LEY. Con la excusa de la crisis, ya han comenzado los despidos. Miles de obreros de la construcción perdieron el empleo. La multinacional Vale en Mendoza dejando a casi 7.000 trabajadores en la calle. Tal como lo dice el proyecto de ley presentado por nuestra diputada Liliana Olivero en Córdoba, hay que prohibirlos absolutamente por ley, estatizando toda empresa que cierre o despida, poniéndola a funcionar bajo control y gestión de sus trabajadores.

• BASTA DE PAGAR LA DEUDA EXTERNA. Ya asciende a 250.000 millones de dólares y sigue creciendo. Y se está generando una monumental deuda interna que está llevando a la quiebra a la caja del Anses. Es mentira que nos estamos “desendeudando”, como pregona el gobierno. Nos estamos quedando sin divisas, pagando de contado a banqueros internacionales que están estafando a millones con créditos incobrables y rematando sus viviendas. Encima, el gobierno dijo que le pagará a los fondos buitres. Hay que suspender inmediatamente todo pago de deuda externa y llamar a un Frente de Países Deudores Latinoamericanos para repudiar la deuda de conjunto.

• NACIONALIZAR LA BANCA Y EL COMERCIO EXTERIOR. Los pulpos exportadores e importadores fugan cifras millonarias con innumerables maniobras de sobrefacturación de importaciones (dicen que importaron más para reclamar más dólares) y subfacturación de exportaciones (informan que vendieron menos para ingresar al país menos dólares). Y los banqueros consiguen sus dólares especulando “legalmente” con bonos y acciones. No se trata de perseguir al trabajador que quiere ahorrar comprando 50 o 100 dólares. Hay que nacionalizar la banca y el comercio exterior, permitiendo que las divisas y ahorros de los trabajadores sean utilizados para las reales necesidades populares.

• RECUPERAR EL PETROLEO Y EL GAS. Los dólares también se van por la astronómica cifra que pagamos mes a mes por las importaciones de combustible, producto del saqueo que hace años realizan las multinacionales del gas y el petróleo. En vez de seguir ofreciendo nuevos negocios a los mismos pulpos, hay que reestatizar el 100% de YPF y nacionalizar el negocio petrolero y gasífero, expulsando a las multinacionales, construyendo una gran YPF estatal, gasífera y petrolera, administrada por sus propios trabajadores, que tenga el monopolio sobre la exploración, extracción, refinación y comercialización de los hidrocarburos, lo que nos permitiría rápidamente recuperar esos recursos estratégicos.

• REESTATIZAR TODAS LAS PRIVATIZADAS. Mientras seguimos viajando como ganado y recibiendo servicios públicos altamente ineficientes y caros (como los teléfonos), los dueños de las privatizadas continúan haciendo fortuna. Hay que terminar con la “caja negra” de los subsidios a los privatizadores. Se impone la reestatización de todos los servicios públicos privatizados (empezando por los ferrocarriles), poniéndolos a funcionar bajo control, gestión y administración de sus trabajadores y usuarios.


Salarios y empleo: ¿Un modelo distributivo?

En el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, Cristina señaló que durante su gobierno se ha alcanzado un promedio récord de trabajo de casi 500.000 puestos por año. ¿Qué hay de cierto en estas cifras?

La devaluación de 2002 permitió a las empresas locales acrecentar sus niveles de competitividad y abaratar sus costos operativos, reduciendo los salarios reales, lo cual se tradujo en un aumento inmediato en la creación de nuevos empleos. Eso es indudable. Entre fines de 2002 y 2011, por ejemplo, se generaron unos 4.000.000 de puestos declarados, la gran mayoría en el ámbito público. Sin embargo, lo que ocultan las cifras arrojadas por Cristina es que hoy la tendencia va en sentido inverso. Veamos.

Entre 2003 y 2006 se dio una recuperación significativa del empleo. Sin embargo, ha sido una etapa de crecimiento sin cambios estructurales, de aprovechamiento de la gran capacidad ociosa inicial (40%), tras la crisis de 2000/2001, pero manteniendo intacta la estructura productiva de los años ´90. Es por ello que, a partir de 2006, esa tendencia comenzó a declinar. En 2007 ese crecimiento apenas llegó a cubrir el aumento de la población que ingresa cada año al mercado laboral, produciéndose un estancamiento. Y en el último periodo, en cambio, la tendencia ha sido recesiva, de contracción del empleo, disminución de las horas trabajadas, suspensiones y despidos. En esa fase nos encontramos ahora. Salvo en el periodo 2003-2006, las altas tasas de crecimiento económico registradas en el período completo (un 8%, con excepción de los años 2008 y 2009) no tuvieron su correlato en un crecimiento porcentual similar del empleo.

Pero eso no es todo. También es cierto que una parte no despreciable de la variación favorable de la ocupación es atribuible al abultado incremento de planes sociales que, pese a que se encuentran virtualmente congelados en montos miserables, sirven para descarnar las cifras reales de desempleo. A eso se debe, en parte, su crecimiento Con lo cual, la perorata kirchnerista es todavía más engañosa.

Con todo esto, el gobierno sostiene que la tasa de desocupación se sitúa en un 7% (1.168.000 personas), en tanto entre los ocupados se incluyen a trabajadores en blanco y en negro, eventuales, a quienes trabajan sólo unas horas en la semana y a quienes perciben un “plan social”. Por fuera de ese porcentaje queda, sin embargo, la población “inactiva” o “desalentada” -que no tiene ni busca trabajo- que, se estima, ronda los 7.000.000.

¿Qué tipo de empleo?

La no modificación de la estructura productiva se refleja, entre otras cosas, en que el mayor crecimiento del empleo en todo el período corresponde al sector público, que duplica el incremento porcentual de los puestos de trabajo en el sector privado, empleando a unas 3.000.000 de personas. Es decir, el grueso de los nuevos puestos de trabajo se montan en la multiplicación de los puestos estatales y en la reactivación de empresas en desuso, no en el desarrollo de nuevas ramas productivas. En ambos casos, privados y estatales, la calidad del empleo creado (en especial desde 2009) es muy baja e inestable.

Así, a lo largo de este periodo se fue consolidando un 54% de fuerza laboral en condiciones precarizadas o desocupada. De 1990 a 1995 el promedio de informalidad del empleo rondó el 30%; del ´96 a 2001 estuvo alrededor del 36 o 37%. En 2003 pegó un salto a casi el 50% y a partir de ese momento fue bajando hasta llegar, en 2010, cerca del 34%. Y esta cifra aún se mantiene, más allá de lo que diga el gobierno. Hoy, uno de cada tres trabajadores está en negro, pero a diferencia de años anteriores es sobre la base de un retroceso del empleo en general. Y es el Estado, casualmente, el principal empleador en negro. Según ATE, entre 35.000 y 39.000 estatales nacionales tienen una situación laboral precaria, sin estabilidad y con parte de sus salarios “en negro” o “no remunerativos”. El caso más resonante es el del propio Ministerio de Trabajo, que tiene al 70% de sus trabajadores con contratos que se renuevan cada 6 o 12 meses.

Hoy, con una Canasta Familiar que se calcula por encima de los 7.000 pesos, el ingreso promedio de todos los trabajadores se sitúa alrededor de los 3.500/4.000 -en el caso de los 4.200.000 en negro, de los $2.000- y este modelo sigue con el robo del Impuesto al salario. Es por todo esto que las luchas -que en los discursos de Cristina no encontrarían asidero y parecieran ser poco más que un capricho o un intento de desestabilización- nunca se frenaron en todos estos años, hasta llegar a la primera huelga general contra el kirchnerismo peronista el pasado 20N.

Juan Rivera


Martínez de Hoz: La muerte de “Joe”

Fue enterrado rápidamente y casi a escondidas por sus familiares, como si temieran la repulsa popular. Es que Martínez de Hoz fue el símbolo de lo peor de la política económica de hambre, explotación y entrega de la dictadura militar. De familia “patricia” y oligárquica -su abuelo fue fundador de la Sociedad Rural-, en los meses previos al golpe dirigía el directorio de Acindar, siendo el gran apoyo empresario a la represión del clasismo y la población de Villa Constitución en 1975.

Martínez de Hoz provocó una baja del salario real del 40% en su primer año al frente del Ministerio, sostenido por la más feroz represión a la clase obrera que se haya visto en la historia argentina. Siguió con los privilegios a banqueros y financieras, la apertura económica irrestricta -los recordados “paraguas de Taiwán”, símbolo de la inundación de artículos importados que provocaron el cierre de decenas de miles de fábricas- y provocando un endeudamiento mayúsculo, dando origen al drama de la deuda externa que aún hoy estamos sufriendo. Mientras comandaba esta verdadera contraofensiva económica contra la clase trabajadora, no era ajeno a las más atroces violaciones a los derechos humanos que llevaban adelante sus jefes militares. Quedó demostrado, y está condenado por ello, su responsabilidad directa en varios casos de secuestros, torturas y desapariciones.

Como una expresión de su desprecio oligárquico por el pueblo, mientras crecían el hambre y la desocupación, el ministro “Joe” se paseaba por Africa, disfrutando de su gran “hobbie”, la caza mayor, mostrando orgulloso los trofeos obtenidos.

Pasaron los años. Ningún trabajador lloró su muerte. Sólo nos quedó el dejo amargo que él, al igual que tantos genocidas, terminó su vida en la “jaula de oro” de la prisión domiciliaria (en su caso, en su lujosa mansión del Edificio Kavanagh) y no, como correspondería, en la cárcel común que se merecía. Debe quedar también como reflexión que todos los gobiernos posteriores mantuvieron los pilares de su política económica. El “fantasma” de Martínez de Hoz sobrevoló la semana pasada a la presidenta Cristina Kirchner, cuando anunció que, para bajar la inflación, recurriría a abrir las importaciones. La ley de Inversiones Extranjeras y la de Entidades Financieras (dos de las legislaciones más entreguistas y reaccionarias de la historia argentina) increíblemente siguen vigentes. Murió “Joe”, pero los trabajadores y el pueblo todavía tienen pendiente enterrar su “legado económico”.


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