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José Castillo

¿Este “modelo” nos va a salvar de la crisis?

El viceministro de Economía, Axel Kicillof, reconoció que la crisis mundial es peor que la del 29 y que ya nos está afectando. Pero sostuvo que “no somos Europa ni volveremos al 2001” gracias a las políticas kirchneristas. La oposición dice que el problema es otro: la corrupción. ¿Cuál es la realidad?

Una preocupación recorre a muchos trabajadores: la economía está desacelerándose. Ya hay muchos datos que lo muestran. Se derrumbó la industria automotriz. También está paralizada la construcción. Crecen las suspensiones y aparecen los despidos. Todos se preguntan: ¿por qué sucede esto?

El gobierno giró 180 grados en sus afirmaciones. De minimizar la crisis e insistir en que nunca llegaría a la Argentina porque “estábamos blindados”, ahora, en la persona de Kicillof, sostiene que los problemas actuales de la economía argentina se deben a la debacle mundial.

La oposición patronal (Alfonsín, Macri, Binner y la larga lista de economistas que los asesoran como Lavagna, Melconián y Prat Gay) afirman que, con los altos precios de la soja, el problema no es la crisis internacional. Se estaría, por el contrario, desaprovechando un espectacular “viento de cola”. El problema sería el desmanejo por la corrupción o el favoritismo a los empresarios amigos del gobierno (como los Cristóbal López o Lázaro Báez).

¿Cuál es la realidad de la economía argentina?

Estamos de acuerdo en que la crisis mundial ha llegado al país y es un grave problema para el pueblo trabajador. Pero el problema es por qué nos afecta de esta manera y qué hay que hacer en consecuencia. La gran cuestión, de la que no habla el gobierno ni tampoco la oposición patronal, es que, más allá de actos de corrupción (que existen), el gran problema de la economía argentina es quién se ha apropiado y se sigue apropiando del dinero y las riquezas en estos años.

Kicillof miente cuando dice que, “gracias a la política kirchnerista, salimos de la crisis de 2001 y ya no vamos a volver a ella”. La economía comenzó a crecer en 2002, como consecuencia de la feroz devaluación de ese año que redujo en un 40% los salarios y recompuso las ganancias de las empresas, al mismo tiempo que, por supuesto, gozó de los altos precios de las materias primas que exporta el país.

No es cierto que hubo un “modelo de distribución de la riqueza”. El poder adquisitivo de los salarios es igual al de la década menemista. Un 35% de los trabajadores está en negro y otro tanto tercerizado, viviendo en carne propia la “flexibilización laboral” que se proclamaba en los 90. No es verdad que pasamos de una economía de la “especulación financiera” a un “modelo industrialista”. En Argentina, los que se quedan con las superganancias son los mismos de siempre: los grandes pulpos exportadores de granos, los banqueros y las multinacionales que saquean al país.

El gobierno se adaptó a un modelo económico que es el de la continuidad de la política de los ´90. Seguimos siendo un país extremadamente dependiente de los vaivenes de la economía capitalista mundial. Nunca dejamos de ser exportadores de unas pocas materias primas provenientes del agro (y, por lo tanto, dependientes de los vaivenes de sus precios). Lo más dinámico de la tantas veces citada “industrialización” es el complejo automotriz, compuesto en su totalidad por transnacionales extranjeras (la General Motors, Volkswagen, Toyota y otras) que exportan a Brasil aprovechando las franquicias del Mercosur. Y si algo nuevo se “agregó” en estos años a la estructura productiva argentina es el saqueo de las multinacionales mineras.

Es necesaria otra salida ante la crisis

Tiene razón Kicillof: estamos en medio de una furibunda crisis mundial. El problema es que el gobierno quiere descargar sus nefastas consecuencias sobre las espaldas de los trabajadores y el pueblo, y nosotros, desde la izquierda, queremos que la paguen quienes la provocaron. Si no fuera así, ¿por qué el gobierno deja que Cargill y Dreyfuss sigan apropiándose de nuestras riquezas y sean los monopolizadores de los dólares del comercio exterior? Si sabemos que vivimos un tiempo de crisis, dónde los dólares van a empezar a escasear, ¿es correcto seguirlas utilizando como hace el gobierno para pagar en efectivo con las reservas vencimientos de una deuda ilegítima como se hará esta semana?

El kirchnerismo no baraja expropiar ni a Cargill, ni a Dreyfuss, ni a los banqueros que especulan y fugan divisas. Su receta es el ajuste y la continuidad de la inflación que se come los salarios. En este punto hay una profunda coincidencia con los políticos de la oposición patronal: ambos están por la continuidad de este modelo capitalista al servicio de los oligarcas, monopolios extranjeros y los terratenientes.

La crisis mundial, reconocida hasta por el propio gobierno, está poniendo al desnudo el doble discurso kirchnerista: no nos hemos independizado, ni industrializado, ni redistribuido el ingreso. La política de Néstor y Cristina se construyó sobre la adaptación a una coyuntura económica internacional favorable, para seguirle garantizando los negocios a los privilegiados de siempre.

Hoy, más que nunca, se necesita un plan económico radicalmente opuesto, al servicio de la clase trabajadora y de los sectores populares, que ponga verdaderamente a la Argentina en el sendero de su independencia económica.

Ranking de ganancias en 2011 de las principales empresas del país, en su gran mayoría multinacionales. Dentro de las 10 primeras hay cinco bancos. El primer lugar lo ocupa Minera Argentina Gold (filial de la Barrick) y el segundo la petrolera Pan American Energy (60% propiedad de la inglesa British Petroleum). Tenaris (Techint) está en el lugar 13; Telecom y Telefónica en los meritorios puestos 10 y 18 respectivamente, y Monsanto en el 21. Es de destacar YPF, la primera en ventas y en margen de ganancias comparado con el año anterior (la cual el gobierno dejó que se las llevara Repsol hasta que expropió el 51% de sus acciones). A pesar de ello, el 83% de la actividad petrolera y gasífera sigue en manos privadas. Una clara muestra de quiénes son los beneficiarios del “modelo” kirchnerista. (Fuente: revista Mercado junio 2012)


Cinco medidas alternativas

1.Hay que dejar de pagar la deuda externa

Sólo en los meses que quedan de aquí a fin de año se abonarán casi 10.000 millones de dólares. Hay que volcar esos fondos a salario, trabajo, jubilaciones y a un plan de obras públicas que resuelva en primer lugar el déficit de viviendas, y que al mismo tiempo permita incrementar los presupuestos de salud y educación.

2.Que la crisis la paguen los de arriba

Hay que prohibir por ley las suspensiones y despidos, tal como lo propone el proyecto de nuestra diputada de Córdoba Liliana Olivero. Al mismo tiempo, se deben aumentar los salarios hasta que cada trabajador cobre de bolsillo el equivalente al costo de la canasta familiar, hoy en 6.500 pesos, ajustado mes a mes según la suba real de la inflación. Hay que cumplir con la ley, abonándoles el 82% móvil a todos los jubilados.

3.Nacionalizar la banca y el comercio exterior

Si hay crisis mundial, más que nunca hay que proteger el dinero del pueblo.

Nacionalizar el comercio exterior permitiría que los dólares de la soja y el trigo entren a las arcas del Estado y no queden en manos de los monopolios exportadores como Cargill, Dreyfuss o Bunge y Born, y para que importemos lo que real y efectivamente sea imprescindible. También evitaría la fuga de divisas.

A su vez, hay que nacionalizar la banca, para que los ahorros de los trabajadores se transformen en créditos para el consumo popular y no en superganancias para los banqueros especuladores como el City, el BBVA, Santander o el Macro.

4.Reestatización de las privatizadas

Basta de seguir subsidiando a las patronales de las privatizadas, mientras no invierten un centavo y brindan pésimos servicios. Hay que reestatizarlas bajo gestión y administración de trabajadores y usuarios. Sólo así dejaremos de viajar como ganado, se terminarán los apagones del servicio eléctrico y se ampliarán las infraestructuras para que todos los servicios lleguen hasta el último rincón del país.

5.Impuestos progresivos a los que más tienen

Hay que eliminar el IVA y el impuesto al salario (mal llamado Ganancias) que se está quedando con una porción cada vez mayor de nuestros sueldos, remplazándolos por impuestos a las superganancias de los grandes grupos económicos, de Techint, los Arcor, Grobocopatel, banqueros, saqueadores de la megaminería como la Barrick, a la renta financiera (hoy exenta) y grandes fortunas de la ciudad y del campo.

J.C.


Argentina, ¿trabaja?

El Plan “Argentina Trabaja”, patrocinado por el gobierno como un programa para la “inclusión social” y la generación de “empleo genuino”, mantiene estático el monto que se les da mensualmente a los más de 100.000 beneficiarios (la mayoría del conurbano bonaerense) en $1.200 desde octubre de 2009, fecha de su creación. Según un estudio realizado por el Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPYPP), a mayo de 2012 llevaba perdido un 40% de su poder adquisitivo original y para diciembre de este año, un 47,5% en total. Como respuesta, el gobierno anunció un incremento de la suma fija de $550 por “productividad”, bajo quién sabe qué criterio. Para ser más gráficos aún, el monto otorgado a cada receptor del programa, cuando su creación, representaba un 83,3% del Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVyM) y a la fecha, apenas un 52,1%. Es decir que, devorado por la inflación, el monto no sólo no aumentó, sino qué viene perdiendo sistemáticamente poder de compra. Detrás del discurso de generación de empleo (que, dicho sea de paso, de los supuestos 4 millones de puestos de trabajo generados bajo este gobierno, 3 son en negro), se esconde lo insuficiente del Programa y la utilización de los receptores como mano de obra barata en cooperativas o incluso, como recientemente se intentó implementar y fue resistido por los ferroviarios del Sarmiento, para trabajar precariamente en el ferrocarril sin los beneficios de ser un trabajador en relación de dependencia y con un convenio y derechos laborales. ¡Basta de ingresos miserables!


Asignación insuficiente

La llamada Asignación por hijo -que de universal tiene poco, ya que, por ejemplo, los hijos de los trabajadores en blanco y monotributistas no pueden cobrar- cada vez pierde más valor frente a la inflación que día a día se come los bolsillos populares. “Los 270 pesos actualizados en septiembre de 2011, hoy ya sólo representan 200 y en octubre, […] equivaldrán a 190 pesos”, según el propio encuestador oficial Artemio López (Página 12, 25-7). Así como el resto de los trabajadores que ven que “la plata no alcanza” cuando van al supermercado, aquellos que reciben la asignación padecen el mismo problema. Una vez mas, la supuesta “gran conquista del gobierno” se convierte, poco a poco, en una limosna que no alcanza para suplir las necesidades de los sectores más humildes. Exigimos su aumento y que se extienda al conjunto de los trabajadores.


¡Basta de robarle a los jubilados!

El 80% de los jubilados (8 de cada 10) cobra el haber mínimo de 1.687 pesos. Hay miles de fallos a su favor por mala liquidación de sus haberes que el Estado no paga. Y, hace un par de años, el kirchnerismo insistió en que no había ninguna posibilidad de abonar el 82% móvil que marca la ley, ya que ello “desfinanciaría al sistema”. Cuando alguien denuncia cualquiera de estas tremendas injusticias -que orillan la más elemental violación a los derechos humanos al sumir en la miseria a centenares de miles de personas que trabajaron toda su vida y sólo pueden subsistir apoyados por sus familiares-, el gobierno siempre responde con lo mismo: “no hay plata para hacer otra cosa”.

Sin embargo, plata hay. Lo terminó reconociendo el propio gobierno, cuando el viceministro de Economía, Kicillof, salió a defender descaradamente que está bien utilizarla para otros fines. Desde la estatización de las AFJP a fines de 2008, el gobierno tomó el control de dos cajas: la del Anses, a donde entran todos los meses los fondos de las contribuciones de los trabajadores y los aportes patronales (aunque estos fuertemente reducidos desde la época de Cavallo y jamás vueltos a exigir en sus verdaderos valores por los gobiernos posteriores), así como algunos fondos impositivos que “completan la recaudación”. Este dinero, que ascendió a 200.000 millones de pesos, sería, teóricamente, para pagar las jubilaciones y pensiones del sistema. Sin embargo, el kirchnerismo se las arregló para que todos los años quede un “superávit”, que es girado para financiar el déficit fiscal del Estado. Notemos entonces la primera barbaridad: se le paga miseria a los ancianos, para que así “sobre plata” con la que el gobierno paga la deuda o subsidia a las patronales.

Pasemos a la “segunda caja” que pasó a controlar el kirchnerismo, el Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Se trata de la “masa” de dinero acumulado por las AFJP. Ese fondo cuenta, al 31 de marzo pasado (último dato publicado), con 209.042 millones de pesos. Pero ese dinero no está “en efectivo”. En realidad, el 58% está en títulos de la deuda pública nacional. Esto quiere decir que el Estado ya “tomó prestado” del mismo más de 120.000 millones de pesos y le dio a cambio un “papelito”. Y de los restantes 80.000 millones, salvo 11.538 que están colocados en bancos públicos, los 68.500 restantes están “invertidos” en acciones, fideicomisos, depósitos en bancos privados y un sinfín de papeles especulativos. En síntesis: son utilizados para financiar, con créditos blandos a baja tasa, negocios de los capitalistas.

No extraña entonces que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad pierda valor año a año. Así, en 2011, creció nominalmente un 12,1%, cuando se sabe que la inflación real fue al menos del 25%. El Fondo produce intereses por 10.000 millones de pesos al año, que son utilizados para financiar la Asignación por Hijo. Más allá de que sea justa (la cual ya fue devorada por la inflación) no lo es el hecho de que sea financiada con plata de los jubilados, en vez de ser pagadas por impuestos a las superganancias o a la riqueza.

Kicillof afirmó la semana pasada que criticar la utilización del dinero de los jubilados para dedicarlo a otros fines era “reaccionario” o “noventista” -refiriéndose a la década menemista-. ¡No, Kicillof! Menemista o noventista es quien, existiendo fondos para hacerlo, le niega a nuestros viejos lo que legítimamente les corresponde y los condena a pasar los últimos años de su vida en la miseria.

J.C.


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