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Juan Rivera

Cristina con los Gordos

En su intento por desbancar a Moyano y colocar al mando del sector de la CGT oficial (denominada Balcarce) a un dirigente más dócil, el kirchnerismo llevó finalmente a la división de la central. Hoy ensaya un acuerdo con lo más rancio de la burocracia sindical, agrupando a dirigentes ex menemistas, colaboracionistas de la última dictadura y millonarios.

Gerardo Martínez (UOCRA); Oscar Lescano (Luz y Fuerza); Armando Cavalieri (Comercio)

Gerardo Martínez (UOCRA); Oscar Lescano (Luz y Fuerza); Armando Cavalieri (Comercio)

Aunque algunos kirchneristas pretenden presentar la jugada del gobierno como una maniobra “antiburocrática” para desplazar a Moyano, la realidad lo desmiente. Hoy el gobierno se alinea con sectores que cargan sobre sus espaldas con frondosos prontuarios. Pretende conformar así un nuevo bloque de burócratas que cumplan el rol de contener el conflicto social, garantizar techos salariales y acompañar el ajuste oficial. ¿A esto llaman gobierno “progresista”? ¿No tienen nada para decir sobre el tema La Cámpora, el Movimiento Evita o Carta Abierta? ¿Tampoco los periodistas de 6,7,8?

Basta con ver quiénes fueron a la reunión presidida hace unas semanas por Cristina Kirchner en la Rosada. A su lado, el burócrata de la construcción (UOCRA) Gerardo Martínez, quien hasta hace unos meses aparecía como el favorito del gobierno para encabezar la CGT, fogoneado entonces por el operador político de Techint, Luis Betnaza. Su candidatura terminó de hundirse cuando se hicieron públicas las denuncias por su participación en el Batallón 601 de Inteligencia del Ejército durante la última dictadura militar, período durante el cual desaparecieron 105 trabajadores del gremio. Martínez encabeza el sindicato desde hace 22 años, pese a que nunca trabajó en la construcción. Tiene un sueldo de 56.500 pesos mensuales y es el mentor del cupo para trabajadores extranjeros. En su rol como diputado por el PJ (1997- 2001), apoyó la cuestionada ley de Reforma Laboral menemista.

También estaba Andrés Rodríguez, titular de UPCN (estatales), famoso por llevar adelante una vida repleta de excentricidades que poco tienen que ver con la vida de un trabajador. Con un sueldo de 92.200 pesos mensuales, es coleccionista de caballos de carrera y miembro de la Comisión de Tradición de la Sociedad Rural, la misma a la que los kirchneristas denuncian prácticamente a diario. Menemista acérrimo, al igual que varios de sus actuales compañeros.

Otro de los presentes fue Ricardo Pignanelli, un ex obrero de Mercedes Benz que, pese a encabezar el sindicato, continúa cobrando 43.000 pesos mensuales de la empresa. El mismo que constantemente se esfuerza por alabar el “repunte” de la industria automotriz argentina, ocultando las suspensiones que vienen sufriendo sus trabajadores en los últimos meses.

Antonio Caló, que se ausentó de la reunión pero aún continúa siendo el candidato más firme a encabezar este armado, es el Secretario General de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM). De perfil bajo, desde 1972 operó como asesor del titular del gremio, el traidor Lorenzo Miguel, y asumió la conducción después de su muerte. Es secundado por Juan Belén, el mismo que en 2009 acusó de ser la “zurda loca” a las comisiones internas que entonces se movilizaban contra los despidos.

Armando Cavalieri dirige el Sindicato de Comercio desde hace 29 años. Tiene un sueldo de 102.000 peso al mes y fue, durante los ´90, uno de los más furiosos defensores del menemismo. Es parte del grupo de los denominados “Gordos”, junto a Oscar Lescano (secretario general de Luz y Fuerza desde hace más de 35 años), Héctor Daer (Sanidad), entre otros. Menemistas furiosos en los noventa y promotores de las privatizaciones, hoy todos kirchneristas. Y la lista sigue.

Ante este panorama, la tarea de los luchadores y del sindicalismo combativo pasa por hacer los máximos esfuerzos por echar a estos vendidos de los sindicatos. La unidad del movimiento obrero no vendrá de la mano de estos dirigentes, sino de los nuevos cuerpos de delegados e internas que la impongan mediante un Congreso de Base que aglutine al movimiento obrero con un claro programa para enfrentar a las patronales y al gobierno.


Yasky: Perrito faldero de Cristina

“El movimiento sindical tiene que reconstruirse desde la adhesión militante a un proyecto que hoy encabeza Cristina y que es el que históricamente defendimos...”. Con estas palabras, Hugo Yasky salió al cruce contra Moyano. Yasky vino reclamando sin logro desde hace años el reconocimiento de su sector y habla de “libertad sindical”, pero defiende al oficialismo a pesar que la presidenta tildó de vagos a los docentes y en su gran mayoría cobran salarios de pobreza (Ctera está nucleado en la CTA-Yasky). Yasky defiende al gobierno más que los Gordos. Muestra que su sector no es alternativa sindical de nada.


Por un nuevo sindicalismo combativo: Nuestro modelo sindical

Los socialistas revolucionarios bregamos por un nuevo modelo sindical que expulse a la burocracia, para que nuestros sindicatos vuelvan a ser verdaderas herramientas de lucha.

¡Fuera la burocracia!

Basta de dirigentes que traicionan. Por nuevos dirigentes democráticos y combativos. Los sindicatos son una gran conquista de la clase obrera. Pero en su seno se fue enquistando una burocracia totalitaria que se ha transformado en un gran cáncer que hay que erradicar.

¡Paso a los nuevos dirigentes que impulsen y coordinen las luchas! Basta de listas únicas y estatutos antidemocráticos. Por listas amplias y unitarias para barrer a los burócratas de turno. Inmunidad para los delegados y candidatos, para impedir que sean perseguidos por las patronales o el Estado.

¡Basta de dirigentes millonarios!

La mayor parte de los burócratas sindicales ganan miles de pesos mensuales, viven en mansiones, se trasladas en 4 x 4, son cuidados por matones y muchos de ellos no trabajaron nunca. Martínez nunca fue albañil y hace más de 20 años que está en la UOCRA. Y al asesino Pedraza directamente le dieron un ramal por el aval que le dio a la privatización de los ferrocarriles. Los dirigentes sindicales deben ganar lo mismo que un trabajador. Mandatos de dos años luego de los cuales deben volver a sus puestos de trabajo. Hay que terminar con los burócratas atornillados a sus sillones y con sus exorbitantes privilegios. Por mandatos revocables para expulsar a los que traicionan.

¡Plena democracia sindical!

Que decidan los trabajadores. Por asambleas resolutivas en los lugares de trabajo. Por plenarios de delegados abiertos con mandatos de base. Ningún dirigente puede firmar nada a espaldas de los trabajadores. Que los paritarios se elijan en la base y que todo aquel que traicione los mandatos de base pueda ser destituido.

¡Fuera el Estado de los sindicatos!

Por la absoluta independencia de las organizaciones obreras de los patrones y el Estado. Abajo la ley de Asociaciones Profesionales y toda legislación que pretenda reglamentar la vida interna de los sindicatos. ¡Que los trabajadores se organicen como quieran!

La cuota sindical no debe ser descontada por planilla. Así, aunque traicionen, estos dirigentes cobran igual. ¿Qué pasaría si tuviesen que ir a cobrar la cuota a los lugares de trabajo después de sus agachadas? ¿Quién les pagaría? ¿Cuánto durarían? Éste sería el mejor burocraticida.

J.R.


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