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José Castillo

Impuesto a las Ganancias

Las mentiras de Cristina

Según la Presidenta, que los trabajadores paguen “impuesto a las Ganancias” es “progresivo”, ya que redistribuiría a favor de los que menos tienen. También sostuvo que lo que se descuenta es sólo “una ínfima suma” del total del sueldo. Aseguró, además, que en otros países se paga mucho más. Aquí refutamos sus argumentos

Cristina defendiendo el injusto impuesto al salario

Cristina defendiendo el injusto impuesto al salario

Cualquier trabajador podrá pensar, lógicamente, que la sola existencia de un “impuesto a las Ganancias” es progresivo. Pero nunca si se impone al salario. Precisamente porque el salario no es ganancia. Por eso el repudio es generalizado. Veamos.

Primera mentira: “pagan los que más ganan”

¿Quién debería pagar “Ganancias”? Primero y básico: los empresarios. O sea, los que tienen un capital y de su inversión obtienen ganancias. Así de simple. Pero en nuestro país existe la “cuarta categoría de Ganancias”. Ningún trabajador sabía siquiera de su existencia hasta hace unos pocos años. Ahora se entera que toda persona que tenga “ingresos” por trabajar en relación de dependencia, más allá de cierto monto, no importa de dónde provengan, tiene que pagar impuestos por este concepto. No importa si esos ingresos, por ejemplo, son producto de un sueldo o de la ganancia verdadera de un empresario.

Así, para la estructura tributaria argentina, el salario pasa a ser “una ganancia”. Peor aún: los capitalistas hacen sus balances, deducen un montón de “costos” y “gastos”, y recién sobre la diferencia pasan a pagar el impuesto. Los trabajadores, en cambio, no tienen posibilidades de descontar nada. Un caso típico es el alquiler: un asalariado que no tiene vivienda propia no puede descontar ese monto de sus ingresos al abonar ganancias.

Segunda mentira: “siempre existió”

Lo que existía hace muchísimos años era la “cuarta categoría de Ganancias”. Era en la que estaban inscriptos y pagaban los profesionales y pequeños comerciantes. Pero en 1999, con la Alianza, Machinea inventó la “tablita” y a partir de ese momento todo trabajador que pasara de un “mínimo” (llamado “no imponible”) empezaba a pagar. A partir de 2003, con el avance de la inflación y con las luchas de los trabajadores que lograron algunas recomposiciones salariales, ese “mínimo” subió siempre menos que la inflación. Así, hoy en día, tienen que pagar “Ganancias” todos los trabajadores solteros que ganen mensualmente más de 5.782 pesos y los casados con sueldos superiores a 7.988 pesos. Dos millones de trabajadores y 200 mil jubilados se ven afectados por el impuesto.

Tercera mentira: “lo que se paga es ínfimo”

No sólo la base del mínimo no imponible subió menos que la inflación. Lo más grave es lo que pasó con las escalas. Para que se entienda: existe un primer tramo o escala, donde el que cae en ella tiene que pagar el 9%. Luego otra superior, donde se le descuenta el 14%. Una más arriba a la que le toca el 19% y luego sigue la escala de 4 en 4 hasta alcanzar el 35%. Esa escala nunca se modificó en todos estos años a pesar de la inflación. Así, a un trabajador que hoy gana 10.000 pesos mensuales ya se le descuenta el 35%. Para comparar: la escala está congelada desde 1999. En ese entonces, pagaba 35% aquel que ganaba más de 10.000 dólares mensuales, lo que era un ingreso para cargos gerenciales altos. Hoy se paga el 35% por un ingreso que no llega a ser una vez y media el costo de la canasta familiar.

Cuarta mentira: “en otros países se paga más”

En la mayoría de los países del mundo la estructura tributaria es muy distinta a la Argentina, pagándose mucho menos de impuestos al consumo como el IVA (ver nota en esta misma página). En lo que hace al impuesto a las Ganancias, es cierto que el porcentaje máximo es mayor que el 35% de nuestro país. Llega a tasas incluso del 50%. Pero no se le cobra ese monto a los trabajadores: es el porcentaje que pagan las grandes empresas por sus superganancias.

Quinta mentira: “con eso se financian las políticas sociales”

Se calcula que se recauda por impuesto a las Ganancias de la cuarta categoría unos 3.800 millones de pesos. Mientras tanto, el monto de subsidios a los empresarios (principalmente a las privatizadas), ya alcanza los 70.000 millones. Y los pagos de deuda externa de este año van a alcanzar los 15.000 millones de dólares (aproximadamente 75.000 millones de pesos). Por eso es absolutamente falso que “subir el mínimo no imponible” desfinancia los planes sociales. Al contrario, sirve para “financiar” esos gastos que van directo a las arcas de los privilegiados.

Compañero lector: no se deje engañar. No estamos hablando de un impuesto que “sólo se le descuenta a los privilegiados”. Cualquier trabajador que logre superar ese salario de miseria se encontrará casi directamente sometido a tener que pagarlo. Es más, mientras el gobierno dice “fomentar el trabajo en blanco”, lo que provoca manteniendo este impuesto es que muchos trabajadores reclamen cifras en negro para evitar ser alcanzados por el mismo. Por eso, repetimos una y cien veces: “el salario no es ganancia”. Y exigimos la derogación de este tributo, para que exista un verdadero “impuesto a las ganancias” que sea pagado por los capitalistas.


El IVA: otro robo al pueblo

La estructura tributaria argentina es regresiva no sólo por el escándalo del impuesto a las Ganancias pagado por los trabajadores. El mayor tributo que pagamos todos, día a día, sin poder “evadirlo”, es el IVA. Todos, trabajadores en blanco, en negro, tercerizados, desocupados o jubilados, abonamos el 21% por cada artículo que compramos en el supermercado o almacén. Un monto escandalosamente superior al de cualquier otro país que tenga un impuesto similar.

El IVA fue subiendo a través de las décadas desde su creación a fines de los años sesenta, pegando su mayor salto durante el menemismo. Nunca a los Kirchner se les ocurrió suprimirlo o al menos bajarlo. O siquiera eximirlo para los productos de la canasta familiar.

Muchos otros productos, como los cigarrillos o las bebidas alcohólicas, también tienen incorporados “impuestos internos”. Y existen también otros impuestos, como Ingresos Brutos, que los empresarios pueden fácilmente trasladar a los precios. Así, una parte importante de nuestro salario se nos va directamente en este concepto.

Mientras los empresarios gozan de cualquier cantidad de “exenciones” y privilegios, e incluso pueden darse el lujo de evadir sus impuestos sin que se los castigue, el IVA se cobra automáticamente. Y es el impuesto por el que más se recauda en nuestro país. Dicho claramente: los trabajadores y el pueblo somos los principales sostenedores de las arcas públicas, en un monto muy superior a lo que aportan los capitalistas. Por eso, cualquier planteo de “redistribución del ingreso” o “justicia tributaria” será absolutamente falso hasta que no se elimine este impuesto, el más injusto e impopular de todos.

J.C.


El plazo fijo de Cristina no paga

Cristina dice que los trabajadores que protestan por los descuentos de Ganancia son “privilegiados” y no aceptan pagar “solidariamente” lo que les corresponde. Pero Cristina ha declarado que posee un plazo fijo de 2.500.000 dólares que le reporta intereses por más de 100.000 dólares al año, o sea, alrededor de 500.000 pesos. Si un trabajador ganara eso de salario se le descontaría seguramente más de $100.000 de impuesto a las Ganancias. Pero Cristina, que forma parte de los privilegiados ganadores de la renta financiera, tributará cero peso. Vergonzoso.

Está claro, no todos los que tienen “ganancias” pagan impuestos por ese concepto. El caso más escandaloso es la exención que goza la renta financiera. Para que se entienda: toda operación bancaria o bursátil que reporte un beneficio, léase intereses de plazos fijos, compraventa de acciones, de bonos, operaciones con divisas o cualquier otra actividad especulativa, no pagan un peso.

La cuestión se torna más escandalosa cuando nos enteramos que sí existe, en cambio, el “impuesto al cheque”. Así, por ejemplo, un empresario que gane millonadas con operaciones especulativas no tendrá que pagar nada, pero un trabajador despedido que logre cobrar su indemnización y se la paguen con un cheque, sufrirá un descuento por el “impuesto a los débitos y créditos bancarios”.

J.C.


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