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Mercedes Petit

La gran huelga de agricultores arrendatarios

A 100 años del Grito de Alcorta

El 25 de junio de 1912, más de 100 mil campesinos pobres, muchos de ellos extranjeros, comenzaron una huelga con la cual lograron importantes mejoras. Al calor de aquella movilización surgió la Federación Agraria Argentina (RAA)

Con su lucha, los pequeños campesinos le torcieron el brazo a los terratenientes y al gobierno

Con su lucha, los pequeños campesinos le torcieron el brazo a los terratenientes y al gobierno

En la Argentina del Centenario los trabajadores del campo y la ciudad, muchos de ellos extranjeros, aportaban sudor y sangre para producir una inmensa riqueza, que quedaba en manos de la oligarquía. La Ley de Residencia, la represión a la movilización del 1° de mayo de 1909, y el estado de sitio previo a los festejos de 25 de mayo de 1910, son algunos ejemplos de la respuesta patronal a la lucha y organización de los trabajadores, mayoritariamente anarquistas y socialistas.

Las condiciones de vida para los colonos pobres del campo eran muy duras, por la expoliación de los terratenientes y los monopolios como los Dreyfus y Bunge y Born, quienes controlaban el 80% del negocio cerealero*. En las zonas más productivas el arrendamiento alcanzaba a casi la mitad de la producción ya lista para su entrega. En agosto de 1910 salieron a la huelga los chacareros de Macachín (La Pampa) exigiendo rebajas. Los apoyaron en la zona los maestros y el pequeño comercio. En 1911, a la voracidad de los propietarios explotadores se sumó un golpe de la naturaleza: se perdió casi toda la cosecha, lo que significó una miseria tremenda entre los pobres.

El Grito

La cosecha del año siguiente fue excelente, pero los chacareros siguieron sumidos en deudas y penurias. Si en 1903 los alquileres se llevaban el 15% de la cosecha líquida, en 1912 subieron al 54%, más de la mitad. Además, no podían sembrar otro cultivo que el pactado con los terratenientes, los contratos eran leoninos, no podían criar ganado vacuno o caballos si no pagaban una abultada suma en carácter de multa. Y los productos necesarios para su subsistencia diaria, así como las bolsas para embalar el cereal, los debían comprar mayoritariamente a precios exorbitantes en los almacenes de sus patrones. Todos vivían endeudados, y la buena cosecha de 1912, al poner al desnudo su situación miserable, hizo estallar la indignación.

En marzo, la Sociedad Cosmopolita de Firmat llamaba a todos los colonos del país a organizarse para reclamar la rebaja de los alquileres de los campos (no pagar más de 20 pesos por cuadra) y la mejora de los contratos al tanto por ciento (no dar más del 25%, y el 20% para los que estuvieran a más de dos leguas de distancia de la estación del ferrocarril). Y anunciaba el apoyo de los comerciantes, que no darían libreta a quienes no adhirieran. El objetivo de la medida era reunir algún peso para no sucumbir en las malas cosechas.

El 25 de junio, una asamblea de casi dos mil agricultores se reunió en la Sociedad Italiana de Alcorta, un pueblo del sur santafecino. Y salieron a la huelga contra la poderosísima Sociedad Rural. Toda el área cerealera de Santa Fe y Buenos Aires, con partes del sur de Córdoba y Entre Ríos, paralizó sus actividades durante dos meses.

Las consignas centrales del movimiento eran: ¡Abajo los altos arrendamientos! y ¡Abajo los contratos esclavistas! Los chacareros exigían un mínimo de cuatro años en la duración de sus contratos, independencia para cosechar y comercializar los granos, e indemnizaciones por las mejoras introducidas en los campos. Allí pudo escucharse a uno de los dirigentes decir: “No hemos podido pagar nuestras deudas y el comercio, salvo algunas honrosas excepciones, nos niega la libreta. Seguimos ilusionados con una buena cosecha y ella ha llegado, pero continuamos en la miseria. Los propietarios se muestran reacios a considerar nuestras demandas.”**

Entre los agricultores y los comerciantes había numerosos anarquistas y socialistas. En el pueblo de Firmat se sumaron los tres hermanos italianos Netri, dos de ellos, José y Pascual, sacerdotes, y el tercero abogado, Francisco Netri, que fue uno de los principales asesores legales y dirigentes del conflicto.

Logros y ecos

La asamblea de la Sociedad Rural de Rosario, reunida el 13 de julio de 1912, lógicamente condenó la huelga. El hecho anecdótico es que entre los presentes estaba Lisandro de la Torre, que llamó a negociar con los huelguistas y escuchar sus justas demandas. Años después, siendo senador, se hizo célebre por sus denuncias sobre los negociados de los ingleses en la industria frigorífica.

La represión policial contra los colonos rebeldes no se hizo esperar. Hubo presos, fueron apaleados en las comisarías, y los dirigentes agrarios anarquistas Francisco Menna y Eduardo Barros fueron asesinados durante un acto en Firmat.

Para fines de julio la huelga comenzó a obtener sus primeros triunfos en la mayoría de los campos. Se iba logrando la libre discusión de los arrendamientos, arrancando de una rebaja del 30%, que el patrón pagase la trilla y la bolsa de la parte que le correspondía de la cosecha, con plazo de una semana para retirarla, mínimo de 3 años en los contratos, libertad de cría de vacas lecheras, chanchos y gallinas, sin impuestos, libertad para vender la cosecha del agricultor cuando y a quien quisiera, entre otros logros.

A comienzos de agosto prácticamente había finalizado la huelga. El 15, los chacareros se reunieron en la Sociedad Italiana Giuseppe Verdi de Rosario y fundaron la Federación Agraria Argentina, bajo la presidencia del socialista Francisco Noguera y la asesoría letrada de Francisco Netri. Luego este ocupó la presidencia de la FAA y lo detuvieron y enjuiciaron en abril de 1913, bajo falsas acusaciones. Pero debieron absolverlo poco después. Finalmente, fue asesinado en Rosario el 5 de octubre de 1916, por un sicario de los terratenientes. Pero el Grito de Alcorta ya había entrado en la historia.

Cien años después

Muchos de aquellos agricultores pobres se fueron transformando en las sucesivas generaciones en una clase media rural bastante acomodada. Otros desposeídos fueron ocupando sus lugares en la parte más baja de la sociedad de clases. En la Argentina capitalista semicolonial del siglo XXI sigue habiendo cientos de miles de pequeños productores del campo, mayormente ubicados por fuera de la zona “núcleo” (las tierras más productivas), que está en gran medida en manos de los grandes propietarios. La inmensa mayoría de la riqueza sigue estando en manos de lo que queda de la vieja oligarquía terrateniente, nuevos grupos burgueses, grandes inversores financieros y las multinacionales agroexportadoras. La mayoría de la conducción de la FAA se ha ido ubicando a la cola de la Sociedad Rural y demás integrantes de la Mesa de Enlace, es decir, de la gran patronal rural. Para los pequeños productores rurales el camino es y será la movilización independiente de los grandes patrones rurales, y la unidad con los trabajadores y demás sectores populares de la ciudad y el campo.

 

* Véase Método de interpretación de la historia argentina, de Nahuel Moreno, Marcados a fuego, de Marcelo Larraquy, entre otros.
** Plácido Grela: El grito de Alcorta, Buenos Aires, CEAL, 1985.


Del acuerdo con la FORA al apoyo a Uriburu y los conservadores

En sus primeros años, la FAA encabezó las demandas de los pequeños productores, en un período de alta conflictividad social. En junio de 1920 firmó un pacto con la FORA (Federación Obrera de la Región Argentina), reconociéndose mutuamente como representantes de obreros y campesinos. En 1921, bajo la presidencia del radical Yrigoyen y en medio de los conflictos de los trabajadores patagónicos, se realizó una marcha chacarera sobre Buenos Aires. El campesinado se movilizaba nuevamente contra los altos arrendamientos y los bajos precios para los pequeños productores. Lograron la sanción de la Ley 11.170, que consagraba derechos tales como prolongación a cuatro años de los arrendamientos a pedido del campesino, indemnización por mejoras, no embargo de bienes muebles y otros enseres, vivir en una casa de ladrillos y con vidrios en las ventanas, un mínimo de tierra para frutales, huerta y ganado, entre otros. Yrigoyen no facilitó la aplicación de la nueva ley. La conducción de la FAA rompió su acuerdo con la FORA y con el Partido Socialista, y se fue alineando con el radical Alvear. En septiembre de 1930 apoyó el golpe militar de Uriburu que derrocó a Yrigoyen. En las elecciones de 1931 apoyó la lista de los conservadores (Agustín P. Justo-Julio Roca) contra la fórmula de los demócratas progresistas y socialistas (De la Torre-Repetto).

De todos modos, en su larga historia, la FAA atravesó distintas posturas. Por ejemplo, bajo la dictadura de Videla, cuando era presidida por Humberto Volando, se puso al frente de movilizaciones de los pequeños productores rurales y fue parte de la lucha antidictatorial.


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