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Mercedes Petit

La guerra por las Malvinas

Hace 30 años hundían al Belgrano

El 2 de mayo de 1982 un submarino de la flota inglesa alcanzó con dos torpedos al Crucero General Belgrano. Los piratas imperialistas hacían la guerra en serio. Galtieri y toda la conducción genocida de las fuerzas armadas preparaban la capitulación.

El momento final

El momento final

Ubicación del Belgrano

Ubicación del Belgrano

El criminal hundimiento del Crucero General Belgrano es el hecho bélico más conocido y recordado de los 74 días de guerra. Murieron casi un tercio de sus tripulantes (323 de 1.096), cifra apenas inferior a la de los caídos en los demás combates.

Tanto el gobierno como la oposición patronal y grandes medios de comunicación vienen homenajeando a todos los caídos, entrevistando a sus familiares y a veteranos sobrevivientes, respetando la continuidad de la “desmalvinización”. Aunque todos dicen “las Malvinas son argentinas”, hay un coro unánime para condenar aquella gesta heroica. El repudio a los militares genocidas se usa para esconder que Inglaterra podría haber perdido aquel conflicto militar y la Argentina haber recuperado las islas, si los genocidas no hubieran elegido la derrota.

Los genocidas avanzaron hacia la rendición

La respuesta bélica de la Thatcher fue inmediata. El 3 de abril rompió relaciones con Argentina, anunció sanciones económicas y ordenó la salida de su Task Force (Fuerza de Tareas) hacia el Atlántico Sur, con 40 barcos. El 5 de abril salió de los puertos de Portsmouth y Plymouth la escuadra británica, la mayor movilizada desde la crisis del Canal de Suez en 1956. Los yanquis pusieron a su disposición la Isla de Asención, para hacer una escala de abastecimiento en medio del largo viaje. Por su parte, la conducción militar argentina malgastó esos días, sin aprovechar a fondo el tiempo para fortificar y pertrechar mucho más las islas. Tampoco tomó medidas efectivas en el continente ni aceptó la creciente solidaridad que le ofrecieron varios gobiernos latinoamericanos (Perú ofrecía aviones y armas).

El 7 de abril, Gran Bretaña anunció una “zona de exclusión marítima”, un círculo de 321 kilómetros alrededor de las islas, que a partir del 12 de abril delimitaría las aguas que serían bloqueadas por la flota británica. El 25 de abril se produjo la invasión para retomar las Georgias del Sur. Días después se conoció la rendición sin pelear del siniestro teniente de navío Alfredo Astiz y la captura del submarino Santa Fe.

El 1 de mayo los ingleses atacaron por primera vez en las islas. La aviación, junto a navíos británicos, atacaron Puerto Argentino y con helicópteros a Puerto Darwin. Las fuerzas argentinas rechazaron el intento de desembarco y los hicieron retroceder, inflingiéndoles muchas pérdidas en un combate sangriento. Quedó averiada una fragata y destruidos cinco aviones de despegue vertical Harrier. Entre el pueblo argentino seguía creciendo el apoyo a las tropas, y había movilizaciones espontáneas en distintos barrios.

2 de mayo: “¡Hundan al Belgrano!”

Los británicos han admitido públicamente sus preocupaciones y temor por el ataque a su flota que preparaban el crucero General Belgrano y el portaviones 25 de Mayo (que llevaba los aviones que podían disparar los misiles Exocet, o los ágiles y peligrosos Skyhawk). El primer intento de desembarco terrestre, el 1 de mayo, les salió mal. Fueron rechazados por tropas argentinas eficientes, y dispuestas a pelear con todo. Era necesario responder rápido y fuerte. Por eso se jugaron para hundir al Belgrano fuera de la zona de exclusión que ellos mismos habían anunciado. No solo para defender a su flota, sino también para intentar aterrorizar y desmoralizar al enemigo.

Más de una vez se ha mencionado este hecho criminal como “el principio del final”, o el punto de inflexión hacia la derrota. Pero no era así. El pueblo, lejos de atemorizarse, profundizó su movilización (ver recuadro). Los genocidas tuvieron que contragolpear. El 4 de mayo se hundió el Sheffield, alcanzado por un certero Exocet, y el 25 se hundió el Atlantic Conveyor, un buque de suministros que dejó a los ingleses casi sin helicópteros. Esto los obligaba a acercar mucho sus buques a la costa para el desembarco, haciéndolos más vulnerables, y a avanzar a pie en sus movimientos terrestres. En las islas, las tropas argentinas seguían combatiendo heroicamente.

Si lo dicen los ingleses...

El informe Rattenbach, que se fue haciendo público por partes desde 1983, ya denunció desde entonces no solo los malos tratos y la represión imperante dentro de las fuerzas armadas, sino la total ineficiencia y falta de voluntad de combate de los altos mandos de Galtieri y compañía.

Militares y especialistas ingleses vienen diciendo que Inglaterra podía perder. Así lo confirmó hace poco el almirante Sin John Woodward, comandante entonces de la flota británica, quien señaló que aguantando dos semanas en sus posiciones, era muy probable que hubieran ganado los argentinos (citado en El Socialista N 218, 11/4/12). Este personaje había dicho hace 30 años, cuando se inició el conflicto, que “sería un picnic”.

En una entrevista de 1996, el número dos de las tropas terrestres y autor de un libro llamado No picnic, Julian Thompson, decía: “Argentina no creyó que Gran Bretaña iba a atacar. Las seis semanas que transcurrieron entre el 2 de abril y el 21 de mayo, cuando desembarcamos en San Carlos, no fueron aprovechadas como correspondía para fortificar las propias posiciones. En segundo lugar, cada una de las tres fuerzas militares luchaba su propia guerra. Si las tres fuerzas hubieran actuado coordinadamente, Gran Bretaña podría haber perdido la guerra.” (Pagina 12, 6/11/1996). El historiador no oficial de los servicios secretos Rupert Allason, en una entrevista de 1997, señaló la importancia que tenía hundir las naves de suministros y de apoyo logístico. “Cuando hundieron el Atlantic Conveyor estuvieron muy cerca de ganar la guerra. Hubieran atacado uno o dos buques más de la marina mercante y estábamos terminados. (La Nación, 19/10/97). También Thompson señaló en 2007 que el hundimiento del Atlantic Conveyor afectó “inmensamente” su estrategia. “Nos hundieron todos los helicópteros Chinook de transporte de tropas excepto uno, que nos hizo una enorme diferencia para el transporte. Nos forzó a llevar tropas por mar y así atacaron el Sir Galahad. Fue una enorme pérdida”. (Clarín, 9/4/2007)

El mejor homenaje: no capitular ante el imperialismo

En 1982, el PST denunció la maniobra irresponsable de la dictadura militar, pero una vez que comenzó la agresión militar británica llamó a la movilización antiimperialista y a sumarse al campo militar del gobierno argentino. Al mismo tiempo, seguía denunciando la represión de los genocidas y levantaba una serie de medidas -opuestas a lo que hacían Galtieri y compañía- para ganarle a Inglaterra. Por su parte, los militares hicieron una guerra “a medias”. Cuando invadieron soñaban con que sería un paseo, apoyado por el imperialismo yanqui, que los perpetuaría en el poder. Y cuando se encontraron con la cruda verdad, con que Inglaterra iba a la guerra en serio, fueron desandando el camino hacia la rendición.

Cuando se cumplen 30 años del criminal hundimiento del Crucero General Belgrano, el mejor homenaje a sus muertos y a todos los que cayeron en el conflicto es denunciar la “desmalvinización” (aunque venga envuelta en el doble discurso pseudomalvinero del gobierno kirchnerista), reafirmando la validez de su heroica lucha, y la voluntad de seguirla hasta lograr la recuperación de nuestra soberanía en las islas.


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El ataque no paralizó al pueblo

A medida que la flota inglesa recorría los 14.000 kilómetros que la separaban de Malvinas, el pueblo argentino fue cerrando filas en defensa de su soberanía. El 10 de abril, convocada por Radio Rivadavia, se juntó una multitud en Plaza de Mayo. Al mediodía Galtieri habló a la multitud, pero fue silbado cuando pretendió reivindicar sus gestiones capituladoras ante el general Alexander Haig, enviado de Ronald Reagan.

Cuando los británicos desembarcan en las Georgias, la CGT (Brasil) convocó a Plaza de Mayo para el día siguiente, reuniendo 10.000 personas. Allí por primera vez se gritó “Levadura, levadura, apoyamos las Malvinas pero no la dictadura”. La rendición de Astiz no llevó a las masas al desánimo.

El hundimiento del Belgrano fue un golpe fuerte, pero el pueblo respondió redoblando su solidaridad contra el enemigo inglés. Miles de mujeres tejieron abrigos para los soldados o les envíaron cartas. Creció el número de los anotados como voluntarios, que en Córdoba llegó a los 8.000. En las fábricas los trabajadores hicieron colectas y donaron sangre. A pesar del acto criminal de la flota inglesa, los mandos militares sigueron con la mentira de que Inglaterra no llegará al combate total por la recuperación del territorio de las islas.

Todos conocemos el desenlace del conflicto. La Argentina fue derrotada, pero en primer lugar fue responsabilidad de los canallas genocidas que optaron por la rendición. El pueblo no los perdonó, y tiró abajo a la dictadura militar.


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