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José Castillo

Reformas al Banco Central

Para pagar deuda externa y subsidiar a los empresarios

El gobierno busca nuevas “cajas”. Ahora va por las reservas del Banco Central. Mientras tanto, sigue vigente la Ley de Entidades Financieras de la dictadura.

¡Que la plata vaya a solucionar los graves problemas de los trabajadores y el pueblo!

¡Que la plata vaya a solucionar los graves problemas de los trabajadores y el pueblo!

A Cristina no le cierran las cuentas. Presupuestó pagar casi 6.000 millones de dólares de deuda externa; la montaña de subsidios con las que banca a empresarios de la calaña de Cirigliano ya creció hasta 80.000 millones de pesos al año; las provincias están en rojo y le exigen a la Nación la recaudación impositiva que les corresponden… Podríamos seguir con un largo etcétera. Todo en el marco de una crisis mundial que no se detiene y que hace imposible recurrir a la vieja práctica de salir a “buscar” más crédito exterior y seguir endeudándose a futuro.

Como ya pasó antes con el Anses, el Pami, el Banco Nación, la Lotería y otros organismos menores, Cristina rasca el fondo de la olla de todas las “cajas” que tiene a mano, sin importarle a quién pertenecen. No es la primera vez que echa mano a las reservas del Banco Central. Ya lo hizo en 2005 y 2010 para pagar deuda externa en efectivo (que, por otra parte, no sirvieron para que ese flagelo dejara de existir).

Desde que -con Marcó del Pontpuso a “su” gente al frente del Banco Central, varias veces hizo uso de mecanismos financieros más sofisticados y menos visibles para transferir fondos y financiar los gastos del gobierno.

Pero ahora va por más: modificar la Ley Orgánica del Banco Central para poder -legal y abiertamente-, apoderarse casi sin límites de las reservas en divisas extranjeras de ese organismo. En concreto, más allá de toda la retórica “progre”, lo que el gobierno busca es modificar el artículo 20 de la actual ley, con el objetivo de hacerse de 10.000 millones de dólares (unos 50.000 millones de pesos) para poder seguir con el festival de subsidios y cumplir con los pagos de deuda externa.

Un discurso mentiroso

El gobierno tiene problemas e improvisa. Por eso fue ridículo que el día después que la presidenta del Banco Central anunciara que la reforma tenía objetivos “estructurales” para ponerlo en línea con “políticas de crecimiento y desarrollo”, y que “bajo ningún punto de vista se iba a modificar el artículo 20 para autorizar al gobierno a hacerse de las reservas”… apareció la orden presidencial que, contradiciendo a Marcó del Pont, obligó a presentar un proyecto cuyo eje es justamente modificar dicho artículo y hacerse de los fondos.

Todo había comenzado unos días antes: la presidenta, en el famoso discurso de inauguración de sesiones en el Congreso -el mismo donde se despachó contra los docentes-, había anunciado que archivaba el proyecto de modificar la Ley de Entidades Financieras. Increíblemente, en nuestro país sigue y seguirá vigente la ley de bancos elaborada en 1977 por Martínez de Hoz, uno de los pilares de la destrucción de la economía nacional desde entonces. Cristina anunció que archivaba un más que tímido proyecto de reforma patrocinado por Carlos Heller (el ex banquero del PC devenido kirchnerista). Incluso explicó que lo hacía a “pedido” de los propios pulpos financieros. Y, demagógicamente, agregó que, en cambio, se modificaría la Carta Orgánica del Banco Central, para transformarlo en una herramienta para el desarrollo, el crecimiento y la justicia social. Ya explicamos más arriba en qué terminó esa “transformación”.

Hay que nacionalizar la banca

Los economistas de los partidos patronales opositores (con Prat Gay y Redrado a la cabeza) pusieron el grito en el cielo y salieron a decir que se estaba violando la “sacrosanta” independencia del Banco Central. Los socialistas no hacemos ningún fetiche de esa independencia. Las reservas del Banco Central (léase la moneda extranjera acumulada por el Estado) debería ser utilizada coherentemente, no sólo para respaldar la moneda, sino para resolver los graves problemas de transporte, salud, educación, vivienda, trabajo y salario. Pero el uso que le dará el gobierno, como ya viene haciendo con los fondos del Anses, será justamente el inverso: pagar la deuda y bancar con subsidios a sus empresarios amigos.

La discusión de fondo no se resuelve con el Banco Central. Miles de millones de dólares, el fruto del ahorro de los trabajadores argentinos, son apropiados y usados especulativamente por los pulpos financieros casi sin control. En las últimas décadas tenemos una larga historia de desfalcos y estafas a los depositantes. Por eso, al revés de lo que anunció la presidenta, hay que derogar de una vez la Ley de Entidades Financieras de la dictadura. Y nacionalizar la banca y el comercio exterior, para que entonces sí, los dólares de nuestros productos vendidos al extranjero y los ahorros de los argentinos, puedan direccionarse al servicio resolver las urgentes necesidades de los trabajadores y el pueblo.


Multimillonarios argentinos

El capitalismo sigue en crisis. No es una expresión retórica ni una discusión de economistas “expertos”. Se traduce en el aumento de los que pasan hambre -más de mil millones de personas en el mundo-, de los que viven miserablemente con dos dólares diarios -casi dos mil millones-, de la suba astronómica del desempleo y salarios de hambre. Pero lo escandaloso es que, en el otro extremo de la pirámide, un reducido grupo de millonarios sigue acumulando riqueza. Para ellos no hay “crisis” ni ajuste del cinturón que valga.

La revista Forbes suele publicar anualmente un estudio sobre las personas más ricas del mundo. Los llama los “billioners” (o sea los que acumulan más del mil millones de dólares en fortunas personales). La lista la encabeza el mexicano Carlos Slim, seguido por los norteamericanos Bill Gates y Warren Buffet.

Pero en el listado aparecen varios argentinos, todos ellos favorecidos por las políticas del modelo supuestamente “nacional y popular” de Cristina.

Paolo Rocca, del Grupo Techint, con 1.751 millones de dólares, ocupa el puesto 166 del mundo. Son los propietarios de la más grande empresa productora de tubos de acero sin costura, que posee bienes por unos 6 mil millones de dólares. Hace muy poco, Cristina los premió otorgándoles casi el 50% del negocio de trenes de carga en todo el país.

En el puesto 199 figuran los hermanos Carlos y Alejandro Bulgheroni, con una fortuna estimada en 5.100 millones. Son los dueños de Bridas, la segunda compañía productora de crudo y gas de la Argentina, a través de Panamerican Energy, favorecida en innumerables ocasiones con escandalosas concesiones,

En el puesto 719 aparece Eduardo Eurnekian, con una fortuna valuada en 1.800 millones. Este empresario diversifica sus negocios en televisión por cable, agricultura y servicios aeroportuarios. Es el “privilegiado” del gobierno a través de su empresa Aeropuertos Argentina 2000. En el puesto 854, aparece Gregorio “Goyo” Pérez Companc, cuya fortuna se estima en 1.500 millones. En diciembre de 2009 cedió el 75% de sus acciones en la alimenticia Molinos Río de la Plata a sus siete hijos, por lo que el valor de este negocio “no está incluido” en su patrimonio.

La última en la nómina de “billonarios” argentinos, en el puesto 1015, es María Inés de Lafuente Lacroze, con apenas “mil millones”, hija y heredera de la recientemente fallecida Amalita, quien fuera conocida en el mundo como “la dama del cemento”.

Esta lista es apenas la “cumbre”, la más escandalosa de la lista de capitalistas que se siguen beneficiando de subsidios, concesiones y todo tipo de privilegios. Mientras ellos y el gobierno nos dicen a los trabajadores, cínicamente, que en el marco de la crisis debemos moderar nuestros reclamos. Así funciona el capitalismo, sistema que llamamos a seguir combatiendo.

J.C.


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