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Federico Molinari

El Instituto Dorrego y el cuento de la “distribución de la palabra”

El pasado 21 de noviembre fue publicado el decreto 1880/11 de la presidenta, por el cual se ordena la creación de Instituto Nacional del Revisionismo Histórico “Manuel Dorrego”. Éste ha suscitado una verdadera polémica tanto dentro del ámbito intelectual como fuera de él.

Juan Manuel de Rosas

Juan Manuel de Rosas

En el marco del acto por el Día de la Soberanía -aquel que recuerda el combate de “la Vuelta de Obligado”-, Cristina anunció con bombos y platillos la creación del mencionado Instituto. El mismo estará a cargo del historiador Mario “Pacho” O’Donell, otrora alfonsinista, ex funcionario de Menem y ahora devenido en furibundo kirchnerista, y contará con la participación de Felipe Pigna y Aníbal Fernández, entre otros. Así, el gobierno se prepara para incursionar en un nuevo campo, a fin de reforzar su “doble discurso” y justificar el “modelo”. En el decreto de creación se presenta al Instituto como un impulso a “las rigurosas exigencias del saber científico”, mediante “la investigación y divulgación de la historia revisionista”.

¿Qué es el Revisionismo Histórico?

El Revisionismo Histórico surgió en la década del ’30 como reacción a lo que se denominaba Historia Oficial. Su máximo exponente fue el historiador José María Rosa. La Historia Oficial era el tradicional relato iniciado por Bartolomé Mitre, de índole liberal, fabricado a medida de las necesidades de la burguesía para la construcción de una “identidad nacional”. El Revisionismo parte de la crítica a los próceres liberales (Mitre, Rivadavia, entre otros) y les opone los supuestos próceres “populares” (Dorrego, Rosas, Artigas, etcétera). Sin embargo, mantiene la lógica de hacer Historia “por arriba”, a través de grandes personajes, sin atender a los intereses de clase a los cuáles irremediablemente estaban atados. Desde sus orígenes, tomó como su máxima figura la de Juan Manuel de Rosas (ver recuadro). En los variados y a veces contradictorios escritos revisionistas, Rosas representó alternativamente la figura de un caudillo popular con autoridad para colocarse por encima de la lucha de clases, un nacionalista antiimperialista, un federal consecuente, entre otros atributos.

Nahuel Moreno, dirigente trotskista argentino y fundador de nuestra corriente, definía al Revisionismo Histórico como “representante de un sector en decadencia de las clases dominantes”, en especial, los hijos de la oligarquía desplazada de sus privilegios de exportación, que “apeló a un nacionalismo trasnochado y reaccionario, refugiándose en las tinieblas de la Historia”.

En el año 1955, con el golpe , se inició la Resistencia Peronista. Cuatro años más tarde, la Revolución Cubana derrocó a la dictadura de Batista. Al calor de las luchas de la clase trabajadora en nuestro país y con el surgimiento de un profundo sentimiento antiimperialista en las masas latinoamericanas, surgió una nueva corriente dentro del Revisionismo Histórico, que seguía teniendo como máxima referencia al citado José María Rosa. Este nuevo Revisionismo tuvo como exponentes a Rodolfo Puiggróss, Rodolfo Ortega Peña, del Peronismo de Base, y Abelardo Ramos, de la “Izquierda Nacional”. El Revisionismo en su variante de “izquierda” utilizó algunas categorías del marxismo para el análisis de la historia, siempre manteniendo su esencia nacionalista, no clasista, incorporando a Perón al panteón de los próceres.

El Instituto Dorrego y el “doble discurso”

La creación del Instituto Dorrego despertó la crítica de académicos de renombre como Beatriz Sarlo o Luis A. Romero, entre otros, quienes rechazaron la creación del Instituto en defensa “de una historia científica”. Si bien discrepamos con la visión histórica de dichos intelectuales, resulta cierto que el gobierno busca dar un paso en la reescritura de la Historia, con el solo objeto de legitimar su “modelo”. Según los voceros del gobierno, habría una continuidad entre los próceres como Dorrego, Rosas, Perón y el kirchnerismo, ya que supuestamente éstos son los defensores de los intereses “nacionales y populares”. Nada de esto es así. Quizás muchos vean con buenos ojos la creación de un Instituto al servicio de la divulgación de la Historia, pero no hay que caer en el engaño. Este anuncio no se trata más que de un nuevo acto del “doble discurso” del gobierno. La llamada “distribución de la palabra” que anunció Cristina en su discurso de reasunción de la presidencia, no es más que la puesta en funcionamiento de una maquinaria de difusión para legitimarse, ésta vez utilizando a la Historia.

Frente a las falsa “historia oficial” kirchnerista que pretende el gobierno con su nuevo Instituto, los socialistas defendemos una investigación e interpretación histórica científica y abierta, en la cual impulsaremos nuestro enfoque marxista, un estudio riguroso de las leyes que dominan el devenir histórico, como el desarrollo de las fuerzas productivas y la lucha de clases. Por eso, le damos especial importancia a rechazar el intento del gobierno de monopolizar el saber y la divulgación histórica a través del Instituto Dorrego.

 

1. Moreno, Nahuel. Método de interpretación de la Historia Argentina. Páginas 60 y 61.


¿Rosas fue nacionalista y antiimperialista?

El 20 de noviembre, la presidenta Cristina Kirchner encabezó el acto que conmemora la batalla de la “Vuelta de Obligado”, día instaurado como de la soberanía nacional. Allí señaló que Rosas y la batalla son “el gran hecho olvidado por la Historia”.

Sin embargo, esto no es así. La figura de Rosas ha suscitado innumerables debates, desde Sarmiento en su libro “Civilización o Barbarie” de 1845, donde lo ubica como un caudillo que frenó el desarrollo progresivo en el país, asociándolo a una época oscura de dictadura y barbarie. Más cerca en el tiempo, Carlos Menem repatrió los restos de Rosas, reabrió el Instituto Juan Manuel de Rosas y reivindicó al caudillo como un defensor del federalismo y del nacionalismo; incluso puso su figura y la del “combate de la Vuelta de Obligado” en los billetes de 20 pesos.

El Revisionismo vio en Rosas una figura heroica, que impulsó el desarrollo nacional del país enfrentándose al imperialismo. En realidad, Rosas era el representante de los terratenientes saladeristas exportadores de la provincia de Buenos Aires. Por tanto, defendía el libre comercio, en especial con Inglaterra, que hundía la producción del interior. Como los unitarios, por pertenecer a Buenos Aires defendía el control porteño sobre la Aduana. Esto lo convirtió en el representante de la fracción más reaccionaria de los federales.

La batalla de la “Vuelta de Obligado” de 1845, en la cual se enfrentó a la flota anglofrancesa, definitivamente puede ser señalada como un acto antiimperialista. Sin embargo, este suceso se explica dentro de la defensa de los intereses de los saladeros, en especial por el estricto control de Buenos Aires sobre los ríos interiores, no por un pretendido nacionalismo. A esto hay que sumarle el acto de sumisión en el que el propio Rosas había terminado en 1841, al entregar las Islas Malvinas a los ingleses a cambio de que éstos dejaran sin efecto el pago de un préstamo pendiente.

Rosas cristalizó el desarrollo capitalista en Buenos Aires y en ese sentido fue progresivo frente a los intereses de la burguesía comercial y financiera. Pero al ser el proceso monopolizado por la oligarquía saladerista, se tornó contradictorio y, con el transcurso de los años, negativo, porque impidió que otras provincias se elevaran al plano de la producción capitalista. Así se consumó la organización política y económica desigual del conjunto de la nación. En definitiva, como señalaba Nahuel Moreno, “en realidad entrar en el tipo de polémica que promueven los revisionistas sería renegar del método de análisis científico y no conduciría a conclusiones serias. Nosotros, por ejemplo, no criticamos a Rosas por tal o cual actitud ante ingleses o franceses, ya que creemos que en distintas situaciones cumplió un papel progresivo defendiéndonos de los imperialistas, sino que lo criticamos por su política de conjunto y lo hacemos en forma contradictoria, dialéctica” (Método de... páginas 59 y 60).


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