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Juan Rivera

Pelea Macri-K

hay que reestatizar el subte

El anuncio por parte del gobierno nacional de pasar el Subte a la Ciudad ha despertado una puja entre ambos gobiernos. La pelea por ver quién se encarga de los subsidios continúa abierta. Hasta ahora, el gobierno de Cristina viene subsidiando a la concesionaria Metrovías, del grupo Roggio, con 800 millones de pesos anuales. De concretarse el traspaso, el macrismo debería asumir ese costo y, muy probablemente, ser el encargado de dar vía libre a un posible aumento en las tarifas, con los costos políticos que esto implicaría. Macri exige que el gobierno nacional se haga cargo de los subsidios hasta 2017, a la vez que ya ha propuesto llevar el costo del boleto a tres pesos. Mientras tanto, los trabajadores y usuarios han permanecido por fuera del debate.

La discusión entre ellos no toca uno de los puntos centrales: las deficiencias del servicio y los grandes negociados del grupo concesionario. De lo que se trata es de ver cómo se sigue manteniendo el mismo modelo privatista de los servicios de transporte que, tanto uno como otro, comparten. Hoy es el Estado el responsable de garantizar las obras vinculadas al transporte subterráneo, mientras que la empresa se limita explotar el servicio -deficiente- y, encima, se la premia con subsidios millonarios. Mientras Macri hoy se acuerda que el subte tiene “vagones de hace 100 años”.

Ni el macrismo ni el kirchnerismo pretender modificar la estructura que actualmente rige en el sistema de transportes.

En 1913 -y durante muchos años- la línea A funcionaba con un horario extendido hasta la 1 de la mañana y con una frecuencia de cuatro minutos. Hoy, casi cien años después y con un número de pasajeros innumerablemente superior, el horario de funcionamiento y la frecuencia es notablemente inferior. Está claro: el único motor que moviliza a los empresarios que controlan el Subte es la búsqueda de ganancias, sin importar la calidad del servicio.

Desde que fue privatizado a principios de los ´90, la concesionaria redujo el horario argumentando que necesitaba realizar obras de “modernización”. Sin embargo, ni las obras se hicieron ni se volvió a restablecer el servicio en horario nocturno. Hoy, por ejemplo, las dos estaciones nuevas de la línea A no se habilitan… ¡por falta de vagones!

La única forma de ofrecer un servicio de calidad y barato pasa por terminar con la concesión (privatización) y la puesta en marcha de un sistema de trasporte público y estatal, bajo control de sus propios trabajadores, reestatizando inmediatamente el servicio. El lucro privado en un servicio esencial como el transporte no ha hecho más que negocios para Metrovías, mientras millones viajamos como ganado.

Sólo la reestatización del subte permitiría poner un freno al encarecimiento del boleto y ofrecer un servicio de calidad para los miles de trabajadores que lo utilizan a diario. Todo como parte de un sistema de transporte unificado para Capital y Gran Buenos Aires, financiado por los tres presupuestos (Nación, Capital y provincia). En camino que sea plenamente integrado -tren, subte y colectivo- y estatal, al que se acceda con el mismo boleto, subsidiado para los trabajadores, jubilados y estudiantes. Así funciona en otros países, por ejemplo, en Canadá.


Metrovías: Quién es Roggio

El grupo Roggio es uno de los grandes beneficiados de la “patria contratista”. Si bien lleva varias décadas haciendo negocios, fue durante la última dictadura cuando dio el salto. Arrancó como una constructora. Con Videla su empresa se encargó de la construcción de ATC, la Central Térmica de Tucumán, el aeropuerto, los Tribunales y la Central de Policía de Córdoba, el estadio mundialista Chateaux Carreras y, a su vez, se hicieron cargo de la recolección de basura en la Ciudad de Buenos Aires. Durante el radicalismo continuaron haciendo importantes negocios, particularmente en Córdoba y Capital Federal. Con la llegada del menemismo, se alzaron con las licitaciones de subtes (Metrovías), trenes (FF. CC. Urquiza), algunos peajes, la recolectora de residuos Cliba y con la construcción de distintas obras públicas. Fueron también parte de la escandalosa obra de Yaciretá.

Pese a varias denuncias en su contra por incumplimiento de obras o su endeudamiento con el Estado, el kirchnerismo no sólo mantuvo intacta la relación, sino que además les otorgó nuevas concesiones, como el caso de los ferrocarriles. Hace unos días, el propio Boudou salió en defensa de los Roggio, al señalar que no podía compararse a este grupo con el de Marsans (el responsable del vaciamiento de Aerolíneas), a la vez que catalogó al concesionario de los subtes como “un empresario argentino muy importante.

J.R.


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