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Guillermo Sánchez Porta
Congresal de SUTEBA, candidato a diputado nacional por el FIT

Crisis y violencia en las escuelas

El fracaso de la política K en educación

La tremenda golpiza que recibió el director de la escuela de Pergamino, Buenos Aires, por parte de un alumno y su madre, fue la gota que rebalsó el vaso. La bronca fue tal que obligó a que todos los gremios bonaerenses llamaran a un paro que fue masivo. Y destapó que estas agresiones son habituales en las escuelas de todo el país. ¿Qué está pasando y cuál es la salida a este enorme problema educativo?

La contundencia del paro fue una clara demostración del repudio a la violencia escolar y la gran preocupación que los docentes tenemos por esta nueva problemática en las escuelas. Cada vez más lejos quedaron los años donde el respeto casi absoluto a los docentes y a la escuela eran moneda corriente.

Las escuelas siempre han reflejado las diferentes situaciones de la sociedad. En momentos de mucho hambre, las escuelas se convierten en comedores escolares, por encima de la tarea educativa. Cuando la desocupación arrasa, las escuelas sirven de sostenedores de la miseria de nuestros alumnos. Cada vez más en las últimas décadas la educación pública argentina, otrora orgullo nacional y ejemplo latinoamericano, ha sido desfinanciada y atacada por las políticas gubernamentales, siguiendo un norte marcado por los técnicos del Banco Mundial a nivel internacional, esencialmente. Éste es el terminar con el “derecho a la educación” para convertir a la enseñanza como un bien más de mercado, un enorme espacio para obtener ganancias de la necesidad de educar a nuestros chicos.

La dictadura y los gobiernos de Alfonsín y Menem institucionalizaron este retroceso con diferentes leyes y decretos que permitieron atacar la escuela pública, los derechos y salarios docentes y avanzar en la privatización de la educación. El espejo a mirar para saber hacia dónde se va es, sin duda, la educación chilena, donde con el genocida Pinochet arrasaron con la gratuidad e impusieron un tremendo negocio que endeuda a los alumnos por décadas y liquidó todas conquistas y convenios laborales de los docentes.

El doble discurso kirchnerista

El kirchnerismo, como parte de su “doble discurso”, denunció el desastre que las leyes educativas menemistas habían hecho a la escuela pública. Hablaron de “volver a la vieja escuela, retomando el primario y secundario”, terminando con los EGB, ESB, Polimodales, etcétera. Si bien eso no resolvía nada, todos interpretaron que se volvería a la vieja escuela que tanto añorábamos. Además, el eje de su discurso educativo es “la inclusión social”, acompañado por medidas como el ingreso universal por hijo a cambio de que vayan a la escuela, entre otras.

Como todo lo que hace el kirchnerismo, detrás había una peligrosa trampa. Efectivamente, estos cambios llevaron a que la matrícula, la cantidad de alumnos por escuelas, subiera muchísimo. El peligro de no cobrar la asignación y otros planes sociales presionó a los padres a llevar a sus hijos, las ayudas juveniles también a los adolescentes, acompañado por entrega de netbooks, etcétera. Esto, que parecería extraordinario, escondía una peligrosa trampa: la falta de fondos.

Inclusión sin fondos y de cualquier manera

El casi cuarto que creció la matrícula debía traer consigo, mínimo, un cuarto de aumento del presupuesto, de aumento de docentes, gabinetes psicopedagógicos, de aulas, baños, infraestructura. Mínimamente eso, aunque ya las escuelas estaban bastantes derruidas antes, por lo que el aumento en inversión debía ser mucho mayor. Nada de esto hizo el kirchnerismo. Al contrario, los pocos trabajos que se hicieron, por ejemplo, trajeron peleas y negociados y “pérdidas” de dineros entre empresas contratistas aliadas a los gobiernos, cooperadoras y secretarías de Educación. Planes que implicaban entregar a directores y algunos docentes fondos para “mejorar” la escuela, sin controles y sin respetar el convenio laboral (el estatuto del docente), como los llamados “plan mejoras”.

Así, pese a que Cristina nos muestra una sociedad “feliz”, con jóvenes alegres con sus computadoras, “incluidos” en el sistema, la enorme crisis social, la violencia, la droga y la marginalidad fueron ingresando a las escuelas sin ningún plan de contención real. Sin política educativa ni social para atacar estos problemas, ni fondos para hacerlos, potenciando el desastre educativo al límite. Esta enorme violencia escolar, que desde hace bastante tiempo se vive cotidianamente en las escuelas de todo el país, es la que salió a la luz pública por la agresión en Pergamino y el paro docente.

Por una nueva ley educativa y fondos para presupuesto y salarios docentes

Nunca una nueva ley educativa mostró tan rápidamente su fracaso contundente. Según la UNESCO, Argentina pasó a estar al tope en cuanto a insultos, amenazas y violencia física entre pares y hacia los docentes. Además, destaca que uno de cada diez jóvenes de entre 15 y 24 años no estudia ni trabaja, índice que refleja una alta situación de vulnerabilidad social, más fuerte entre las barriadas pobres.

La contundencia del paro bonaerense fue un síntoma del hartazgo de los docentes de, por un lado, subsistir con un salario miserable y, por el otro, ser culpabilizados de todos los problemas que atraviesa la educación pública. Entre ellas, la muletilla repetida por funcionarios: que no sabemos “contener” a los alumnos y a los padres. Los docentes no estamos para “contener”, sino esencialmente para educar y, como parte de la comunidad educativa, sufrimos las consecuencias del deterioro creciente de la educación y las condiciones de vida.

Desde el Frente de Izquierda impulsamos la necesidad de una Ley de Emergencia Educativa que implique una partida presupuestaria urgente para garantizar la infraestructura necesaria, el nombramiento de docentes y personal de gabinetes psicopedagógicos y un inmediato aumento salarial.

Además, avanzar en un amplio debate entre toda la comunidad educativa para construir una nueva Ley de Educación que garantice el presupuesto, la infraestructura, los contenidos pedagógicos y el salario digno para los docentes. Sólo así podremos volver a tener la escuela pública, gratuita, de calidad que necesitamos.


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