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Panorama Político

Las perspectivas tras el triunfo de Cristina

El triunfo del kirchnerismo fue contundente, sorprendiendo a propios y extraños. Logró el 50% en general, sacando el 80% en Santiago del Estero, el 70 en la Formosa de Gildo Insfrán, el asesino de los pueblos Qom, y el 65% en San Juan, donde “gobierna” la Barrick. Fue votada por todas las clases sociales, ricos y pobres. Desde los Blaquier, hasta parte de los pobladores que ocupan sus tierras. Acaparó el voto del “campo” y ganó donde antes había perdido: Capital, Córdoba y Santa Fe. No se manifestó el “desaire” que se decía le estaban preparando algunos barones del conurbano dolidos por la poda a sus candidatos desde la Casa Rosada. Ni se vislumbró el voto antikirchnerista que se reflejó en las elecciones provinciales. Una de las razones es que ésta fue una elección distinta, una elección nacional.

El apoyo que recibió el gobierno fue “para que podamos profundizar el modelo de crecimiento con inclusión social”, como llamó a votar Cristina. Recordando los despidos y el remate del patrimonio nacional de los ´90 o el estallido de la economía en el 2001 -donde se expropió a los ahorristas y se rebajó las jubilaciones-, millones consideran que “están mejor”. Muchos repudian la inflación, los salarios y jubilaciones de pobreza, la corrupción de los Schoklender y los Jaime, la represión y el saqueo de los recursos naturales. Pero lo consideran un “mal menor” comparado con gobiernos anteriores. El crecimiento económico le ha permitido al gobierno otorgar algunas concesiones, como la asignación universal por hijo que, aunque insuficiente, es considerada por los más humildes como que “algo es algo”. Parte de los jubilados “saluda” los aumentos en cuotas aunque estén por debajo de la inflación. El gobierno se adjudica haber dado 4 millones de puestos de trabajo o de abrir las paritarias “para que los trabajadores logren aumentos”, para encubrir que la tajada mayor de este modelo se la llevan los banqueros, las telefónicas, automotrices, las privatizadas, Repsol, los Ledesma, Techint y los organismos financieros internacionales. “Para no volver al pasado” y creídos que están a resguardo del ajuste que recorre el mundo, llevó a apoyar al gobierno.

Pero otra de las profundas razones por la que el gobierno resultó beneficiado hay que buscarla en el desastre de la oposición patronal. No sólo de ahora, sino desde cuando gobernaron.

Muchos mantienen en la memoria que el Alfonsín de hoy es el descendiente de la UCR de su padre que en los años ochenta impuso la hiperinflación y la Obediencia Debida y Punto Final. Que el ahora “aggiornado estadista” que escribe libros, Eduardo Duhalde, junto a su esposa Chiche, son los mismos que acompañaron al menemismo y, más recientemente, los gestores de la devaluación, las mentiras de que “el que puso sus depósitos en dólares se les devolverá en dólares” o de los asesinatos de Kosteki y Santillán. Todos fueron parte de gobiernos que defendieron a rajatabla los intereses de los de arriba, como De la Rúa-Cavallo, apelando a la represión con decenas de muertos en el 2001. Millones se preguntaron: “Si quiero cambiar, ¿voy a votar por Alfonsín, Duhalde o Carrió? ¡Ni loco!”.

La oposición patronal habló de “diálogo y unidad”. Pero Alfonsín no se unió con Binner. Duhalde hizo una interna con Rodríguez Saá y la suspendieron por “fraude”. Carrió se quedó sola con su mensaje apocalíptico haciendo la peor elección de su historia que la dejó al borde de abandonar la política. El Argentinazo le dio una paliza al bipartidismo dejándolo sin una pata. La alternancia en el poder de dos grandes aparatos partidarios no se ha logrado recomponer desde entonces. Obligando a que el kirchnerismo inaugure un hecho inédito, el de gobernar tres mandatos consecutivos, expuesto a convulsiones y desgastes. Por eso es que un dueño de Techint, como cualquier trabajador, concluyó que a la oposición no se les puede entregar las riendas del país.

No hay cheque en blanco

Este triunfo hay que enmarcarlo en la cruda realidad. Lejos está que este apoyo sea un cheque en blanco para que el gobierno haga lo que quiera. La propia presidente acusó recibo diciendo que nadie es “dueño de los votos”. Sabe que de la gloria al ocaso hay un paso. Lo mismo vale para Macri, Scioli y otros “ganadores”. El llamado a la “unidad nacional” de la presidente la misma noche del 14 no dista mucho del mensaje que Duhalde dio en campaña. Saben que la crisis mundial golpea las puertas y, como siempre, los gobiernos, bajo distintas “formas”, la descargan sobre los trabajadores. Desde Cameron de Inglaterra a Piñera en Chile. Sean conservadores, de centroderecha, centroizquierda, “nacionales y populares” o del Socialismo del siglo XXI. Con modelos de ajustes clásicos o con “contenido social”.

El gobierno usó mucho el tema en campaña. “Mientras en el mundo hay un ajuste feroz acá damos trabajo y aumento de salario”. Pero hay que ver toda la película.

Ante los primeros efectos de la crisis mundial, en 2008, el gobierno subsidió a las patronales con plata de los jubilados, siguió pagando deuda externa de esa misma caja y financió con fondos estatales a las patronales pagando parte del sueldo de sus obreros para “evitar despidos”. Pero hubo 400 mil. La “unidad nacional” que proclama el gobierno es para seguir salvando a los grandes empresarios y exigir que los trabajadores no hagan huelgas. La embestida de Cristina contra la lucha de los petroleros de Santa Cruz por poner en riesgo las jugosas ganancias patronales, la represión a los docentes de esa provincia o la de su gobernador jujeño contra quienes exigen un techo, adelanta los próximos capítulos.

Tampoco podrá opacar este triunfo que los graves problemas sociales siguen sin solución. El déficit habitacional es uno de ellos. Por pelear por un pedazo de tierra ya hay 8 asesinados bajo este gobierno. Mariano Ferreyra cayó a manos de la patota de la Unión Ferroviaria para que esa casta parasitaria siga con sus negocios de las tercerizaciones permitidas por Cristina. Los trenes de pasajeros son un desastre y los de cargas un negocio para los exportadores. A los aumentos en los alimentos de primera necesidad, los combustibles y de todo, aunque los quiera tapar el INDEC, se le sumará, como se dice, para después de las elecciones, las subas en las tarifas, el transporte y más recortes en las partidas sociales. Gobierno que tendrá que apelar al endeudamiento externo si quiere mantener el festival de subsidios para los grandes empresarios, pagar puntualmente la deuda externa y otorgar algunas migajas para el pueblo.

En estos meses vinimos diciendo que la mejor imagen electoral de Cristina no la podía trasladar para disciplinar al movimiento obrero. Que esa fortaleza por arriba distaba mucho que derramara hacia abajo para frenar los reclamos, a pesar de contar con los pactos de Moyano, Yasky y el resto de la burocracia sindical. El triunfo de los tercerizados del Roca, los casi dos meses de paro por tiempo indeterminado de los docentes de Santa Cruz y la lucha por tierra en Jujuy y otros puntos del país, son el espejo donde se tendrán que mirar los trabajadores y nuestro pueblo si quiere mantener las conquistas que este gobierno estuvo obligado a otorgar a costa de duras peleas.

El voto al Frente de Izquierda

En ese marco, los 512.000 votos obtenidos por el Frente de Izquierda -permitiendo romper el intento de proscripción- han sido la otra gran noticia de la elección. Haciendo buenas elecciones en varios distritos como en Capital, Córdoba, Neuquén, Salta y, esencialmente, en el estratégico distrito de provincia de Buenos Aires. El voto al Frente de Izquierda ha tenido tres vertientes. Una, de aquellos que votan por la unidad de la izquierda. El Frente fue eso, un gran paso en la unidad conformada por partidos que nunca antes fuimos unidos. Dos, de quienes históricamente votan al “programa” de la izquierda, porque está en las luchas, levanta medidas de fondo y nunca votaría a los partidos patronales. Tres, el Frente recibió principalmente el apoyo de miles que se sumaron para vencer el piso proscriptivo. Y no lo hicieron por cualquiera: se lo dieron a la izquierda “dura”. Podrían haber hecho lo mismo con Proyecto Sur, pero no.

El voto al Frente ha sido un gran apoyo para que una alternativa unitaria y de lucha esté más fuerte para asumir los desafíos que se vienen. Muestra que miles de luchadores no se dejan llevar por los papelitos de colores de los partidos patronales, ni por la centroizquierda. Con los resultados del 14 de agosto, las presidenciales de octubre tal vez no estén tan polarizadas, permitiendo que quienes nos votaron ahora sigan acompañando a las listas del Frente para que la izquierda siga siendo una alternativa ante los partidos patronales y pelee por tener una voz en el Parlamento nacional y las redoble en las legislaturas. El camino recorrido en estos años por nuestra compañera Liliana Olivero en Córdoba (ver contratapa) muestra que las bancas de izquierda son muy útiles para los trabajadores y el pueblo.

Llamamos a todos aquellos que nos acompañaron a seguir juntos hacia delante. Apoyando las luchas, al sindicalismo combativo contra la burocracia sindical y por más unidad de la izquierda.


Menem “chocho” con Cristina

Dijo el innombrable al votar en La Rioja: “Cristina ganará por amplia mayoría y sin balotaje”. Menem hizo campaña por la presidente. El pacto entre ambos le permitiría al ex presidente ser senador en octubre para seguir aportándole su voto al oficialismo en caso que lo necesite. Es cierto que Cristina tuvo apoyo popular. Pero también su triunfo lo tejió acordando con estos repudiables personajes.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

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