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José Castillo

Balotaje en CAPITAL

No votamos a ninguno de los dos

Filmus no es ninguna alternativa a Macri. Avaló la represión del gobierno nacional a los docentes de Santa Cruz y militarizó la zona sur de la Ciudad. No existe el modelo “progresista” de los Kirchner opuesto al de Macri

Pasada la primera vuelta de las elecciones en la Ciudad de Buenos Aires, aparecieron las discusiones sobre cómo posicionarse frente al balotaje entre Macri y Filmus. Claro que se trata de un debate un poco devaluado, dado que en el propio gobierno es un secreto a voces que más que tratar de ganarle a Macri, buscan “achicar el papelón”, tratando de sacar el mejor porcentaje como trampolín para la elección presidencial.

Sin embargo, es importante tomar posición al respecto. Detrás de expresiones como “los votantes son independientes” o “dejamos en libertad de conciencia”, se esconden apoyos vergonzantes más o menos explícitos, sea a Macri -en el caso de la UCR o Carrió-, a Filmus -Claudio Lozano dijo “No voy ni a la esquina con Macri” o, a cualquiera de los dos, como Pino Solanas, quien dijo “vamos a dar libertad de acción para que voten al candidato con el que se sientan más identificados” (Clarín, 11/7).

El Frente de Izquierda tiene una posición clara y coherente con lo que dijimos durante toda la campaña: frente al gobierno macrista, con su modelo privatista y excluyente, de destrucción de la salud y la educación pública, Filmus no es ninguna alternativa. Por lo tanto llamamos a no votar por ninguno de los dos.

Filmus no es alternativa porque no es cierto que representa a un gobierno “progresista” y de redistribución del ingreso. En la Argentina de los últimos años, los que se beneficiaron con el crecimiento económico fueron los grandes empresarios, mientras la mitad de los trabajadores sigue cobrando menos de 2.500 pesos y el 40% está en negro o tercerizado. No es cierto que este es el gobierno de los derechos humanos: la traba sistemática a la investigación de la desaparición de Julio López, la existencia de más de 4.000 luchadores populares procesados, la complicidad del gobernador Isfrán en el asesinato de los Qom en Formosa y, por sobre todo, de la burocracia sindical socia del gobierno nacional en el asesinato de Mariano Ferreyra, nos exime de mayores comentarios en este tema. ¿Qué progresismo puede encarnar Tomada, el vice de Filmus, íntimamente vinculado a José Pedraza?

Es absolutamente falso que Filmus sea un defensor de la educación pública. Toda su trayectoria lo desmiente: comenzó como subsecretario de Grosso donde fue responsable del escándalo de la “escuelashopping”; siguió como jefe de asesores de la ministro de Educación menemista Susana Decibe participando en la redacción de la Ley Federal de Educación; luego fue ministro de Ibarra, “inaugurando” el sistema de contratación de docentes por fuera del estatuto; y terminó siendo ministro kirchnerista, manteniendo los salarios de miseria y las condiciones paupérrimas de las escuelas públicas en todo el país que son conocidas.

Ni siquiera es cierto que el kirchnerismo haya sido “oposición” al macrismo en la Ciudad todos estos años. El Pro sólo tiene 24 legisladores de 60, no tiene mayoría propia. Necesita del apoyo de las otras bancadas. Los legisladores de Cristina votaron juntamente con el macrismo el 70% de las leyes de estos últimos cuatro años, entre ellas las más importantes, como los presupuestos, la creación de la Policía Metropolitana, o negociados como la venta de las tierras de Catalinas Norte. El kirchnerismo “cogobierna” con el Pro las cajas negras de todos los negociados de la Ciudad, teniendo miembros en los directorios del Banco Ciudad, Autopistas S.A. y la Corporación Sur. El kirchnerismo llevó en sus listas (tanto en las del Frente Para la Victoria como en las colectoras), a montones de ex funcionarios de las gestiones de Ibarra y Telerman, quienes dieron los pasos previos para hacer de Buenos Aires la ciudad excluyente y desigual que es actualmente, donde se privilegian la especulación inmobiliaria, el negocio del turismo, el juego y donde ha ingresado con fuerza las mafias del narcotráfico y la trata de personas, apañadas por los comisarios de la Policía Federal.

Filmus cerró su última semana de campaña con un único afiche: “por más seguridad, votá Filmus”. Lo acompañó con la instalación por parte del gobierno nacional de la campaña “Cinturón Sur”, instalando 2.500 prefectos y gendarmes que ya han iniciado razzias por “portación de cara” en la zona. Si Macri es el original, Filmus se presenta como la copia deslucida. Ninguno de los dos puede ser opción para la clase trabajadora y los sectores populares. Aunque desde el gobierno de Cristina y los medios oficialistas nos quieran vender otra cosa, quien mejor los retrató fueron los propios docentes santacruceños, cuando cantaron, después de ser reprimidos en la puerta del Ministerio de Trabajo: “ni progresista, ni popular, sos un gobierno patotero y nada más”.


¿Qué pasó con Pino Solanas?

Le resultó difícil dar explicaciones

Le resultó difícil dar explicaciones

Pino perdió más de la mitad de los votos de 2009. Sumados los obtenidos en ese año por todos los partidos que hoy integran el Movimiento Proyecto Sur -incluidos el PS y MST que entonces fueron con listas propias-, obtuvo 494.000 sufragios (26,4 %), contra 225.000 de ahora (12,8 %). Las encuestas encargadas por Solanas le daban un 24%. ¿Cuáles fueron los motivos de semejante caída?

Pino vino diciendo que iba a pelear contra el “bipartidismo” en las presidenciales con la consigna “Pino Presidente”. Al ver que la mejor imagen electoral de Cristina le achicaba espacios, especuló y se bajó para competir en la Capital. Primer pif. Luego, creyendo que iba a lograr un acuerdo con Binner llevándolo de presidente, se pelearon por los cargos, inscribiendo fórmulas distintas, siendo la de Solanas, con Argumedo-Cardelli, casi desconocida.

El cineasta, a su vez, lavó su discurso. Abandonó cualquier mención a sus ya insuficientes “cinco causas emancipadoras”, para hacer eje de campaña contra “el maltrato” de Macri y el gobierno nacional. Dijo que si no se robaba tanto por la corrupción, se podían solucionar todos los problemas de la Ciudad. Pidió el traspaso de la Policía Federal igual que lo vino haciendo Macri. Copió el discurso de la centroderecha condenando los cortes de calle (ya antes había embestido contra las tomas de los colegios por los secundarios). Prometió “democratizar la democracia” y habló de “combatir” la contaminación ambiental. De los problemas de fondo, nunca dijo nada (bajos salarios, jubilaciones de pobreza, la privatización del subte, grandes impuestos a bancos y multinacionales, etcétera). Por eso no apoyó ninguna lucha. Hizo un discurso “anticorrupción” similar al de Chacho Alvarez y el Frepaso. Partido que gobernó con De la Rúa y ahora terminó en los brazos del kirchnerismo. Hasta Felipe Solá dijo que si votara en la Ciudad “votaría por Pino”.

Muchos votantes optaron por “el original” y no por una “fotocopia deslucida”, inclinándose por Filmus. O cortando boleta, en algunos casos, con la lista de Macri.

Fracasó el plan de Proyecto Sur de erigirse como la gran fuerza en Capital. Hasta decían que podían ganar. Y que si triunfa el candidato de Binner en Santa Fe y Luis Juez en Córdoba, nacería un nuevo y gran movimiento nacional. El traspié porteño está asentado en los límites insalvables de la centroizquierda, al cual contribuyeron el MST y la CCC-PCR. Por eso, Proyecto Sur, tampoco es alternativa para el pueblo trabajador en las elecciones del próximo 14 de agosto.

A.S.


La campaña y los resultados del Frente de Izquierda

El FIT desarrolló una importante campaña. Con un gran sacrificio militante y la ya conocida desigualdad de recursos con los partidos patronales, la noticia de que se había logrado la unidad de la izquierda llegó a una importante franja de trabajadores, estudiantes y vecinos. Nuestros afiches, volantes y agitaciones callejeras fueron cotidianos. Los actos de lanzamiento y cierre de campaña fueron nutridos, mostrando que en una vanguardia el frente cayó muy bien. Los principales candidatos apoyaron las luchas, como la de docentes de Santa Cruz, recorrieron lugares de trabajo, se hicieron charlas en universidades y formaron comités de apoyo. Hubo alrededor de 1.500 fiscales controlando las mesas de votación. Y el Frente fue una de las cinco fuerzas (de 14) que presentó candidatos en todas las comunas. Sin embargo, ese esfuerzo no se trasladó a la hora de los votos. Mostrando la distorsión que siempre se da en una elección, entre la fuerza que la izquierda consecuente tiene en los organismos de lucha de los trabajadores, universidades y centros de estudiantes, y su expresión electoral.

El Frente obtuvo 17.507 sufragios a legislador (1%) y 13.643 a Jefe de Gobierno. Sumas inferiores a las obtenidas en elecciones anteriores por los partidos que hoy lo integran (23.672 sufragios se lograron en 2009).

La gran polarización que existió -donde solo dos fuerzas crecieron y todo el resto bajó-, y el acotado espacio electoral que hay hoy para las propuestas de izquierda, impidió que el Frente obtuviera más votos. Filmus se llevó una parte de votantes de izquierda con su campaña “contra la derecha”. Podemos agregar, la confusión que generan figuras como Luis Zamora que, si bien solo aparece cuando hay una elección, mucha gente lo ve como “de izquierda”.

El Frente, en campaña electoral, apoyó las luchas y difundió su programa con propuestas de fondo. Enfrentando a los candidatos del gobierno, de la oposición patronal y de la centroizquierda. Ese es su mérito. Ahora, en el balotaje, llamamos a no votar ni por Macri ni por Filmus. Y vamos a redoblar esfuerzos para vencer el intento de proscripción en las internas obligatorias del 14 de octubre (ver Editorial).

Saludamos a todos los compañeros que sin ser integrantes de alguno de los partidos que conformamos el Frente nos ayudaron a hacer la campaña y colaboraron como fiscales. Y convocamos a toda la militancia por la unidad de la izquierda a que sigan siendo protagonistas de los desafios que aún tenemos por delante.

Atilio Salusso


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José Castillo

Lo que dejan las elecciones porteñas

Las elecciones porteñas terminaron produciendo un escenario de extrema polarización, donde el PRO y el kirchnerismo se llevaron el 75% de los votos. La victoria de Macri (47% de los votos, sacándole casi 20 puntos de diferencia a Filmus) fue, efectivamente, por “paliza”, aunque Aníbal Fernández diga que todavía no hay un ganador. Ningún encuestador, ni los propios macristas, esperaban que la diferencia fuera tanta.

Surgen entonces, naturalmente, los interrogantes acerca de cómo se conformó el voto macrista. No acordamos con quienes ven un “giro a la derecha”. Partiendo de las características, repetidas ya varias veces, de que la adhesión electoral en la Ciudad de Buenos Aires es sumamente volátil, el voto al PRO es una “mezcla” de todo.

Se ha llevado, sin duda, el otrora históricamente mayoritario voto “radical” de la Ciudad -siempre se recuerda que en 1973 un ignoto De la Rúa le ganó nada menos que al candidato designado por Perón-. También sumó el conservador más de derecha de la zona norte, que antes votaba a la Ucedé de Alsogaray y en los 90 al menemismo. Estos votantes, incluso, pueden tener alguna mayor incidencia en el total del padrón, por el hecho de que la Ciudad viene verificando en el último tiempo una expulsión de sectores de clase trabajadora y populares en detrimento de nuevos barrios de clase alta (Puerto Madero y megatorres de lujo en todo el cinturón norte porteño). Muchos creyeron, equivocadamente, que Macri se “preocupa” por la inseguridad al crear la Policía Metropolitana, aunque sea con cúpulas genocidas. O que, si “no hace más”, es porque se lo impide el gobierno nacional.

Pero esto no alcanza para explicar el voto a Macri. El PRO triunfó en todas los barrios de la Ciudad, ganando con comodidad en las 15 comunas. El voto a Macri tiene también un componente de voto castigo “anti-K”, de sectores que expresaron su repudio al gobierno de Cristina. Sin embargo, sería un error leer que se trató de una “ola de voto castigo” (como quizás sí se dio en las elecciones de 2009). Como todos los encuestadores lo han detectado, aproximadamente un 20% de los votantes macristas declaran que “votarían a Cristina en Octubre”, expresando conformidad con las dos gestiones de gobierno, tanto la local como la nacional.

Por su parte, el gobierno nacional sufrió una clara derrota política. Sacó el 29% de los votos, apenas un pequeño incremento sobre las ya magras experiencias electorales anteriores. Y encima, llegó a ese número gracias al aporte de las dos listas colectoras (de Ibarra y Cerruti): la boleta del Frente Para la Victoria, encabezada por el líder de la Cámpora, Juan Cabandié, apenas arañó el 14% de los sufragios. Filmus aspiró a nacionalizar la elección, contraponiendo el modelo supuestamente “progresista” de Cristina al de Macri: si bien, en el marco de la polarización, lo logró en parte. Los escándalos de Shoklender y el Inadi primero, y la represión a los docentes de Santa Cruz después, le pusieron claramente un techo. Desarrolló además una campaña totalmente atada a las conveniencias, y a veces incluso caprichos, que salían desde la Casa Rosada. Increíblemente, estando segundo, “se negó” a debatir con Macri. Finalmente, trató en las últimas dos semanas de ganar un voto más “a la derecha”, poniendo como ejes la seguridad y el tránsito y apostando a la entrada de Gendarmería y Prefectura en el Cinturón Sur, pero sin lograr ser considerado más creíble que Macri en esos temas.

La polarización arrasó con el resto de las listas. Pino Solanas perdió más de la mitad de los votos en comparación al 2009. La UCR y Carrió sacaron el 12% menos que en 2009 (donde fueron juntos) y el candidato de Duhalde obtuvo el 0,2 por ciento. También nuestro Frente de Izquierda, como analizamos en nota aparte, sufrió los efectos de la polarización.

Se trató, en síntesis, de una “típica” elección porteña: nacionalizada, sin duda, por decisión del propio gobierno nacional, y por el hecho, no menor, de que por tratarse de “la vidriera del país” todos los medios de comunicación -oficialistas u opositores- le dieron una importancia especial. Pero Macri es un fenómeno típicamente porteño, muy difícil de nacionalizar. Además no tiene candidato a presidente, tema central para tallar en lo que se viene. Para el Frente de Izquierda sigue estando planteada como tarea central la pelea contra el “doble discurso” del gobierno de Cristina, fortaleciendo la unidad de la izquierda como alternativa de cambio y, en lo inmediato, batallar contra la proscripción en las internas abiertas del 14 de agosto.


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