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Mercedes Petit

Hace 50 años los mercenarios del imperialismo eran derrotados

El triunfo en Playa Girón consolidó a la revolución cubana

A comienzos de 1961 era un secreto a voces que el gobierno de EE.UU. invadiría Cuba. El intento se produjo entre el 15 y el 17 de abril, y fue un colosal fracaso. Pese al bloqueo, siguieron avanzando la ruptura con el imperialismo y la burguesía y las conquistas de la revolución socialista.

La respuesta militar cubana fue contundente

La respuesta militar cubana fue contundente

A lo largo de 1960 se produjeron las expropiaciones de las multinacionales yanquis, los bancos y las grandes empresas cubanas. Desde 1959 venían en marcha la reforma agraria y la reforma urbana.

En Estados Unidos, el presidente republicano Dwight Eisenhower quería derrotar al nuevo régimen cubano. A medida que éste se consolidaba, los servicios secretos y la CIA ponían en marcha operativos para lograr recuperar el poder para la contrarrevolución burguesa cubana, que incluían el asesinato del líder máximo, Fidel Castro. Así, con varios miles de exiliados anticastristas, con bases en Nicaragua (dominada por Somoza) y Guatemala (que había sido ya invadida en 1954 por los marines), se preparaban.

Cinco días vertiginosos

Una de las últimas medidas de Eisenhower fue romper relaciones diplomáticas con La Habana. Su sucesor, el demócrata J.F. Kennedy, aunque poniendo más reparos, dio continuidad a los preparativos de la invasión. Fidel, el Che y todos los revolucionarios esperaban atentos.

El sábado 15 de abril, ocho aviones B-26 con falsas insignias cubanas bombardearon los aeropuertos de Santiago de Cuba, San Antonio de los Baños, Cienfuegos y La Habana. No lograron el objetivo de liquidar la aviación; sólo pudieron destruir cinco aviones, y quedaron nueve. Pero fue el aviso esperado por los revolucionarios, que ya estaban a la ofensiva. En esos días fueron detenidas más de cien mil personas acusadas de complicidad con la contrarrevolución (y varios cabecillas fusilados).

El 16 de abril, en el entierro de las víctimas del bombardeo, Fidel acusó directamente a EE.UU. y dijo: “Esta es la revolución socialista y democrática de los humildes, con los humildes y para los humildes”. Y esperó a los atacantes.

El 17 de abril a la madrugada, en Playa Girón y Playa Larga (Bahía de los Cochinos), desembarcaron unos 1.300 mercenarios, apoyados por buques y aviones. La contraofensiva, directamente encabezada por Fidel, fue inmediata. Comenzaron combates encarnizados que duraron casi tres días. Al final de la primera jornada, ya habían sido hundidos cuatro barcos y derribados cuatro aviones. Los anticastristas invasores se fueron replegando, ante la contundente respuesta de los milicianos y el pueblo cubano. Fueron quedando sin municiones, y el gobierno yanqui se paralizó, sin atreverse a enviar directamente sus tropas. Los mercenarios se rindieron en masa.

El Che Guevara pudo ironizar sobre ese resultado, en la Conferencia de Punta del Este de la OEA, en agosto de 1961, diciendo que había sido “el único ejército del mundo que se rindió completo, casi sin bajas”*. En las fuerzas revolucionarias habían caído 155 combatientes y otros tantos fueron heridos.

El imperio no pudo con la revolución socialista

Los mercenarios -además de unos pocos pilotos norteamericanospertenecían mayoritariamente a los sectores de clase privilegiados bajo la dictadura (además de casi 200 ex militares y esbirros de Batista, y unos cuantos lúmpenes). En septiembre de 1962 fueron juzgados. Había 14 criminales y torturadores batistianos, de los cuales cinco fueron condenados a muerte y otros nueve a 30 años de prisión. Los más de mil restantes fueron devueltos a Estados Unidos, intercambiados por un monto de 53 millones de dólares en medicamentos y alimentos para niños.

La CIA calculaba que en el momento de la invasión un 75% de la población apoyaba al gobierno de Fidel y al 26 de Julio. El investigador Moniz Bandeira explica ese apoyo de los campesinos y los trabajadores urbanos y rurales al gobierno de la revolución por los beneficios reales logrados en esos dos años. Además de la reforma agraria, que había beneficiado a más de 100.000 familias, y la reforma urbana, “había lanzado una campaña de educación, dispuesta a eliminar en poco tiempo el analfabetismo, que en 1959 afectaba a más del 30% de la población, y había vuelto públicas, abiertas a todos, las playas de Cuba, antes propiedad privada de los hoteles y de los magnates.”

Esas conquistas, resultado de la ruptura con el imperialismo y la burguesía con las expropiaciones, que iniciaban la construcción socialista, dieron fuerza al pueblo cubano para derrotar la invasión y resistir durante décadas la ofensiva de la contrarrevolución imperialista y gusana.

Desgraciadamente, fueron Fidel, Raúl y el PC cubanos quienes, al mismo tiempo, fueron consolidando una burocracia privilegiada que capituló al Partido Comunista de la ex URSS. Y son ellos mismos quienes, a partir de la caída de éste en 1989-91, abrieron finalmente las compuertas de la restauración capitalista (ver más abajo artículo sobre el VI Congreso).

 

* De Martí a Fidel, por Luiz Alberto Moniz Bandeira. Norma, 2008.


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