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Mercedes Petit

¡Abajo Mubarak!

Egipto en llamas

El pueblo egipcio está en las calles, luchando por acabar con una dictadura de 30 años. Al cierre de esta edición se inicia una huelga general y millones se movilizan. El Ejército informó que apoyará la protesta. Mubarak es el principal aliado del imperialismo yanqui en la región, jugando un rol clave para proteger a Israel. Crecen las luchas en Yemen y Jordania. Luego del triunfo de la revolución democrática en Túnez, los pueblos árabes siguen movilizándose contra el hambre y las dictaduras proimperialistas.

El lunes 17 de enero, un joven egipcio se prendió fuego. Era la primera chispa. La caída del dictador tunecino fue la primera señal del inicio de un proceso revolucionario en el mundo árabe, que hizo estallar el descontento contra Mubarak. El martes 25 fue el “día de la cólera”. Centenares de miles de manifestantes salieron a las calles en El Cairo, Alejandría, Suez y otras ciudades. Desde entonces, ni la represión de la policía (habría más de 300 muertos), que fue obligada a retroceder en la mayor parte de las ciudades, ni las “promesas” de Mubarak han logrado detener el proceso revolucionario.

Los egipcios reclaman contra la pobreza, el desempleo y la dictadura

Multitudes exigen que se vaya Mubarak. Ni el toque de queda ni la represión policial pararon la movilización. Cortar los teléfonos celulares e Internet, para impedir la coordinación y difusión de la lucha, tampoco la detuvo. El viernes 28, día de rezos, el movimiento creció.

El ejército salió a la calle, supuestamente para garantizar el toque de queda, pero en ningún momento actuaron contra el pueblo. Los militares se mezclaban con los manifestantes, que bailaban y cantaban con ellos y, subidos a las tanquetas, gritaban que el pueblo y el Ejército son uno solo. Las consignas denuncian el desempleo, la inflación, el precio del pan y la leche en polvo. De distintas formas se exige la renuncia del dictador y no tienen mayor presencia las consignas religiosas islámicas. La mayor fuerza política del país son los Hermanos Musulmanes, que habían sacado un 20% de las bancas en las legislativas de 2005, cuando pactaron con Mubarak su presentación. No apoyaron el inicio de la movilización y luego dieron un tibio apoyo, llamando a la calma.

Las sedes del partido de gobierno han sido arrasadas e incendiadas en El Cairo y otras ciudades. Los casinos Al Lail y El Andalus, y el Hotel Europa fueron saqueados. Infinidad de vehículos policiales han sido incendiados con molotovs. Ante el temor al desabastecimiento, también hubo saqueos de alimentos. En los barrios se han formado comités populares, en algunos casos junto con militares, para proteger las casas de la acción de delincuentes y la multitud impidió que grupos de provocadores y asaltantes atacaran el Museo de El Cairo.

A las 12 de la noche del viernes 28, Mubarak habló por TV anunciando la renuncia de todos los ministros y el nombramiento de un vicepresidente, el jefe de los servicios de inteligencia, Omar Suleimán. Y reafirmó que no renunciaría.

Obama, el vacío y después…

Luego de 30 años de férrea dictadura, salvo el partido islámico de los Hermanos Musulmanes, no hay líderes u organizaciones reconocidas de oposición. El movimiento sindical está dominado por una burocracia corrupta afín al régimen. La movilización en las calles ha mostrado un inmenso vacío de dirección. Pero al calor de la lucha se expresa, en los hechos, un esbozo de doble poder, y apostamos a que se desarrolle, con los comités de vigilancia en los barrios, los sindicatos y organizaciones juveniles que impulsan la movilización, para que se unifiquen en la perspectiva de que avance un poder alternativo obrero y popular.

Obama está ante un gran dilema. ¿Cómo mantener un régimen afín a sus intereses, si finalmente es obligado a huir Mubarak? No es un problema menor. Cuando hizo su gira en 2009, con un “mensaje” al mundo árabe, habló desde El Cairo. Su derrota en Irak y Afganistán siguió debilitándolo en la región. En Estados Unidos se dieron movilizaciones en apoyo al pueblo egipcio en las principales ciudades. Nada le asegura que una “sucesión” con Omar Suleimán restablezca la calma. Tiene su gran arma de presión hacia el Ejército con los millones de dólares que envía (ver recuadro), pero la cúpula militar se ha distanciado de Mubarak.

Aparentemente, podría ser un “candidato” para una “transición” el físico nuclear Mohamed el Baradei, premio Nobel de la Paz 2005, que fue director del Organismo Internacional de la Energía Atómica, apoyado por Estados Unidos. Pese a la publicidad que le ha dado el periodismo, El Baradei no tiene -por ahora- un gran apoyo popular, aunque puede quizá lograrlo si se suma a las movilizaciones. En Egipto y el mundo árabe se hizo conocer en 2003. Junto al sueco Hans Blix, lideraba las inspecciones en Irak de la ONU, y cuestionó las supuestas “pruebas” sobre la existencia de armas de destrucción masiva en manos de Sadam Husein. Esa fue la colosal mentira que utilizó Bush padre para “justificar” su invasión a Irak. Luego incrementó sus roces con los yanquis, cuando no se ajustó plenamente a lo que pretendía Washington en sus ataques al plan nuclear iraní.

En síntesis, no sólo está en juego en las calles que el pueblo egipcio logre mejorar sus condiciones de vida, sino también darle un gran golpe a la influencia del imperialismo yanqui sobre el mundo árabe y al sostenimiento de Israel.

Es urgente la solidaridad con el pueblo egipcio, en pie de lucha por echar al dictador. ¡Abajo Mubarak! ¡Movilización hasta que caiga!

Exijamos a los gobiernos de Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Cristina Fernández -como se hizo este martes en Buenos Aires y se reclamará en una marcha prevista para este viernes- a romper relaciones con Mubarak y todos los dictadores que oprimen a los pueblos árabes y sostienen, junto al imperialismo, al invasor Estado de Israel.


Los trabajadores vienen luchando

El movimiento sindical egipcio fue bastante reprimido en los años ochenta y noventa por la policía, que utilizó munición de guerra contra huelguistas pacíficos en 1989 en las plantas siderúrgicas y en 1994 en las fábricas textiles.

Sin embargo, eso no impidió en 2000 las protestas contra Israel y en apoyo de la segunda Intifada palestina, y contra la invasión estadounidense a Irak tres años después.

A partir de diciembre de 2006 se fueron dando las mayores y más sostenidas oleadas huelguísticas desde la década de los 40. Comenzaron con los obreros textiles en la ciudad de Mahalla en el Delta del Nilo, centro de la mayor fuerza laboral de la región, con más de 28.000 trabajadores.

El periodista y bloguero egipcio Hossam el-Hamalawy, declaraba a Al-Jazeera que “durante los últimos años la revuelta estaba en el aire. Por cierto, ya logramos tener dos mini-intifadas o “mini-Túnez” en 2008. La primera fue un levantamiento en abril de ese año en Mahalla, seguida por otro en Borollos, en el norte del país” (3arabawy, publicado en Rebelión). Así comenzaron a darse los primeros pasos para lograr sindicatos independientes de la corrupta burocracia sindical de la dictadura.


22 países, más de 300 millones de personas

El mundo árabe se extiende a 22 países con idioma y cultura común. Abarca el norte de Africa (denominado Magreb) y el Cercano Oriente asiático. En total, 339 millones de habitantes. Los más importantes son Egipto (80 millones), Argelia y Marruecos (33), Arabia Saudita (27), Sudán (39), Yemen (22), Irak (27), Túnez (10), Somalía (9), Libia y Jordania (6), Palestina (4).


Dictadura china prohíbe palabra “Egipto” en buscadores

Las revoluciones son contagiosas. Así lo piensan evidentemente los jerarcas de la dictadura capitalista china, que prohibieron la palabra “Egipto” en Twiter, temerosos de que a alguien se le ocurra que también en China se pueden derribar a los tiranos con la insurrección popular.


Egipto en el siglo XXI

El legendario país de los faraones, el Nilo y las pirámides, es el mayor de todos los países árabes. Es la segunda economía, luego de Arabia Saudita. Y tiene el ejército más poderoso y sofisticado del mundo árabe, financiado por los más de 1.500 millones de dólares que le entrega anualmente el gobierno de EE.UU. (cifra sólo superada por lo que recibe el ejército israelí). La alianza militar con Egipto fue imprescindible para que EE.UU. pudiera invadir Irak.

Tiene 80 millones de habitantes, y una superficie (un millón de km cuadrados) apenas más pequeña que Colombia. Luego de 30 años de dictadura de Mubarak, casi la mitad de la población es analfabeta y pobre; la mayor parte sobrevive con 2 dólares por día y recibe comida subsidiada. El desempleo supera el 30%, con grandes bolsones de 40%. Entre los dos tercios de la población menor de 30 años, alcanza al 90%. Millones de jóvenes con títulos universitarios y formación profesional no tienen ninguna oportunidad de acceder a un trabajo digno, son ambulantes y se alimentan sólo de pan. En los últimos años se han radicado grandes fábricas de las multinacionales para explotar mano de obra barata. Una pequeña minoría de millonarios disfruta de los ingresos del turismo y de la exportación del petróleo y el algodón.

En los años cincuenta, el presidente Gamal Abdel Nasser encabezaba el nacionalismo árabe y enfrentaba la presencia invasora del sionismo en Palestina. En julio de 1956 nacionalizó el estratégico Canal, que permite el acceso a los puertos europeos del Mediterráneo del petróleo del Golfo y de los productos asiáticos baratos. Poco después, derrotó a las tropas israelíes, inglesas y francesas, cuando intentaron recuperarlo en la “guerra de Suez”*.

La declinación de aquel nacionalismo burgués abrió paso a la más grande traición y a la capitulación al imperialismo yanqui. En 1978, en Camp David, la residencia del presidente de EE.UU., Anwar Sadat -sucesor de Nasser- firmó con Menajem Beguin un acuerdo, impulsado por James Carter, reconociendo al Estado de Israel (que le devolvió los ricos territorios petroleros de la península del Sinaí, ocupados desde 1967**). La Liga Arabe lo repudió y Egipto quedó aislado. En 1981, un militante del integrismo musulmán ejecutó a Sadat. Lo sucedió Hosni Mubarak, quien desde entonces encabeza un régimen cada vez más corrupto y represor, aliado incondicional y estratégico del imperialismo, para enfrentar a Irán y proteger a Israel.

 

* Ver “La guerra por el canal de Suez” en El Socialista Nº 49 (25/10/06)
** Ver “A 40 años de la Guerra de los Seis Días” en El Socialista Nº 69 (6/6/07)


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