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Miguel Lamas

Cayó el gasolinazo de Evo Morales

¡Triunfo del pueblo boliviano!

En los últimos días del año 2010 sucedió algo extraordinario en Bolivia. Una gigantesca rebelión popular obligó al gobierno de Evo Morales a retirar el llamado “gasolinazo”, un aumento del precio de la gasolina a casi un dólar, en un país cuyo sueldo mínimo está en 97 dólares y un gran sector gana menos que eso. Fue un contundente triunfo popular. ¡Un ejemplo para la lucha contra el ajuste capitalista a nivel mundial!

La enorme movilización popular logró frenar la antipopular medida de Evo Morales

La enorme movilización popular logró frenar la antipopular medida de Evo Morales

El decreto 748, del denominado “gasolinazo”, fue anunciado por el vicepresidente Alvaro García Linera el 26 de diciembre, en plenas fiestas, para dificultar la reacción popular, como hicieron en el pasado los anteriores gobiernos neoliberales. El resultado económico se sintió de inmediato.

Al día siguiente aumentaron 100% los transportes y entre un 20 y un 40% los alimentos.

Pese a la inercia de los dirigentes burocráticos de la COB (Central Obrera Boliviana) y la CSUTCB (Central campesina), vendidos al gobierno, la reacción popular no se hizo esperar. Pasó de los comentarios indignados a la manifestación callejera, que tuvo su mayor expresión el jueves 30 de diciembre, con una huelga general de hecho, con vanguardia en la combativa ciudad de El Alto, como en 2003. El movimiento abarcó prácticamente a todas las ciudades de Bolivia y también a sectores campesinos y hasta cultivadores de hoja de coca del Chapare (lugar de origen de Evo) que cortaron la ruta Cochabamba-Santa Cruz (la principal de Bolivia).

El “gasolinazo” fue una exigencia pública de las transnacionales que siguen controlando la exploración y producción petrolífera y gasífera en Bolivia. La medida hubiese provocado una inmensa transferencia de ingresos a favor de las transnacionales contra la mayoría popular pobrísima del país.

“O anulan el gasolinazo o se van”

La enorme movilización popular tomó de sorpresa al gobierno. En El Alto (ciudad de un millón de habitantes pegada a La Paz), decenas de miles marcharon el 30 de enero, quemaron los peajes de la autopista y se dirigieron hacia La Paz (ver “Entrevistamos a Carlos Rojas…”). “O anulan el gasolinazo o se van”, fue la voz de orden. En El Alto se preparaba el paro cívico por tiempo indefinido. Los mineros anunciaron que marcharían desde Oruro a La Paz el lunes 3 de enero. Todo hacía prever una repetición de la insurrección de 2003. Esto obligó a Evo Morales a hablar en cadena el 31 de diciembre, una hora antes del año nuevo, diciendo que derogaba el decreto porque “mandaba obedeciendo al pueblo”. En realidad, el gobierno -que obedece a las transnacionales y no al pueblo- estaba aterrorizado ante la amenaza inminente de una insurrección popular. Pero planea volver a tratar de imponer la medida. Después del susto, dicen que van a “explicarla y la adoptarán de a poco en consenso con el pueblo”.

Los hechos mostraron a millones que este gobierno no es “de los movimientos sociales”, como se proclamó, sino que, pese a su origen campesino, es otro gobierno capitalista subordinado cada día más a las transnacionales. Como sucede con Chávez, Correa, el gobierno de Brasil y la propia Cristina Fernández, se le va cayendo la careta de “progresista” al compás de la crisis mundial y la movilización obrera y popular.

Una reciente encuesta, totalmente realista, dice que el gobierno cayó en su apoyo popular al 30%. Por otro lado, hay un gran vacío político porque los viejos partidos y dirigentes de derecha están totalmente desprestigiados. La situación que se abre en Bolivia, con un gobierno cada vez más en acuerdo con las transnacionales y la gran burguesía terrateniente agroindustrial de Santa Cruz, es que el pueblo trabajador, que probó su enorme fuerza, va a exigir cumplimiento a sus reclamos.

En los últimos días se comenzaron a formar coordinadoras de sindicatos combativos como maestros de La Paz y Cochabamba, juntas vecinales de El Alto, sectores campesinos e indígenas, y sectores de izquierda. La Agrupación La Protesta (en la que militan los compañeros de la UIT-CI en Bolivia) participa e impulsa esta coordinación y propone crear un gran frente contra cualquier aumento de la gasolina o tarifazo, para imponer las demandas populares y cumplir con la Agenda de Octubre (el programa de la insurrección de ese mes de 2003 por expulsar a las transnacionales petroleras).


¿De quién es el petróleo y el gas?

Evo Morales y Antonio Brufau de la empresa Repsol

Bolivia es gran exportador de gas a Brasil y Argentina. Petrobrás y Repsol son las transnacionales que están en los dos lados de la frontera. Lo extraen de Bolivia y lo sacan “enriquecido” (es decir con sus residuos líquidos). Luego, en Argentina y Brasil, las mismas transnacionales lo industrializan y multiplican por seis su valor.

El 49% del territorio boliviano es potencialmente hidrocarburífero, ya explorado geológicamente por YPFB nacional antes que la privatizaran en los noventa. Pero sólo se explota el 4% de ese territorio.

Bolivia se autoabastecía de gasolina y diesel hace 10 años. Cuando la privatización (en Bolivia se llamó “capitalización”), las transnacionales no invirtieron nada, utilizaron los yacimientos que ya había abierto YPFB nacional (como ocurrió con YPF en Argentina), paralizaron la producción de petróleo crudo y hoy sólo producen gas sin procesar, que es lo que exportan a Brasil y Argentina y muy poquita gasolina y diesel (menos de la mitad de la demanda interna). Bolivia debe importar el resto de gasolina y diesel que consume. Este fue el argumento del gobierno, junto con que, como era más barato en Bolivia, había contrabando hacia los países vecinos. El gobierno quiso “incentivarlas” a invertir llevando el precio interno al precio internacional, diciendo que por el precio actual (50 centavos de dólar) era una “economía artificial”. ¡Un disparate neoliberal! La expresión del ajuste capitalista mundial en Bolivia.

Esto reveló que nunca hubo nacionalización. Sólo fue un aumento de impuestos y la compra de parte de las acciones (pagándoles 1.500 millones de dólares a las transnacionales). Pero las transnacionales obtuvieron contratos superventajosos para ellas, siguen controlando todo y mandando al gobierno “del cambio”.

La salida a favor del pueblo pobre de Bolivia es la que indicó el pueblo insurrecto en 2003, la Agenda de Octubre, que es expropiar y expulsar a las transnacionales, industrializar el gas en Bolivia mediante una YPFB nacional y con control de los trabajadores y el pueblo.


¿Quien “le hace el juego a la derecha”?

Al igual que Cristina Fernández, Chávez o Correa, Evo Morales acusa a cada lucha obrera, popular, campesina o indígena de “hacerle el juego a la derecha”. En el caso de la rebelión contra el “gasolinazo” dijo lo mismo.

Pero el que realmente “le hace el juego a la derecha” y al imperialismo es el propio gobierno de Evo. El gasolinazo fue exigido y luego apoyado por la Cámara de Hidrocarburos (que agrupa a las transnacionales). La CAO (Confederación Agropecuaria de Oriente), organización de la más poderosa oligarquía terrateniente, aunque en teoría se veían afectados por usar gasoil para sus maquinarias, apoyaron la decisión en el marco de “medidas compensatorias” que el gobierno les prometió de inmediato. Una de ellas: ¡Comprarle toda la cosecha de soja y otros productos con un 10% adicional al valor internacional!

La participación de sectores políticos de derecha en las manifestaciones fue marginal. Y en el caso de Juan del Granado, ex alcalde de La Paz, del Movimiento Sin Miedo, aliado del gobierno hasta 2009, propuso un “referéndum” para resolver y, de esa manera, frenar la movilización que ya estaba diciendo NO en las calles.

A Carlos Rojas, de La Protesta, le preguntó un periodista radial si no le estaba “haciendo el juego a la derecha”. Rojas respondió: “No tenemos nada que ver con la derecha. Mientras la vieja derecha defendía a las transnacionales, nosotros fuimos los que los echamos del poder. Ahora luchamos contra el gasolinazo del gobierno de Evo que también defiende igual a las empresas imperialistas. Luchamos por la verdadera nacionalización y por expulsar a las transnacionales”.


¡Solidaridad con Fanny Nina!

Carlos Rojas llamó a la solidaridad en defensa de Fanny Nina, la presidente electa por el Congreso con 2.500 delegados de la FEJUVE en junio de 2010, que el gobierno, utilizando a dirigentes vendidos, intenta desconocer.

“Fanny tuvo una actitud digna, de dirigente, convocando junto con nosotros a la movilización de El Alto contra el gasolinazo. Pocos días después fue atropellada por una movilidad no identificada y el gobierno anunció que le iniciará juicio acusándola por “incitación al saqueo”. Una excusa para criminalizar la protesta alteña. Ahora Nina se repone en un hospital de los golpes que recibió. Exigimos que se esclarezca el atentado contra su vida y que se anule de inmediato cualquier proceso legal contra ella por haber encabezado la protesta popular.”


Entrevistamos a Carlos Rojas, ex dirigente FEJUVE de la “guerra del gas”: “El pueblo alteño se volcó a las calles”

Carlos Rojas es originario de la comunidad aymara de Copacabana, junto al lago Titicaca. En el 2003 y 2005 fue dirigente de las Juntas Vecinales y ejecutivo de su Federación, la gloriosa FEJUVE de El Alto, protagonista de la insurrección popular conocida como la “guerra del gas”. Rojas no ocupa ahora cargos en FEJUVE, pero es un dirigente reconocido y consultado. Es dirigente de la Agrupación La Protesta. En los últimos días del año estuvo encabezando las movilizaciones y el Cabildo Abierto junto a otros dirigentes vecinales y a Fanny Nina, la presidente de la FEJUVE nombrada por el Congreso de esa organización de junio de este año, que el gobierno, con maniobras legales (y apoyo policial), expulsó de la sede de ese organismo.

¿Como surge la movilización después que el gobierno anuncia el gasolinazo?

El lunes los principales dirigentes no reaccionaron. Sólo el magisterio de La Paz intentó una manifestación y fueron duramente reprimidos. En El Alto había indignación, pero no había organización. A nosotros nos invitaron a varias radios y denunciamos que era un atentado económico criminal a la población y que favorecía a las transnacionales.

El martes en la mañana, la prensa decía que el pueblo se había resignado al gasolinazo. Sin embargo, la gente empezó a hacer una autoconvocatoria. En la sala de prensa de El Alto, la sede de la Federación de Periodistas, había mucha gente reunida: señoras con ollas vacías protestando, grupos de jóvenes denunciando la medida del gobierno. Sabíamos que algunas juntas vecinales del distrito 6 habían reaccionado. Después de la conferencia de prensa que dimos, decidimos hacer un bloqueo en la autopista a las diez y media de la mañana. Ese bloqueo tuvo un apoyo total de la gente de a pie y de los propios transportistas que apoyaron la medida. En El Alto, los choferes de trufis (combis de transporte de pasajeros) son propietarios de su vehículo que manejan y se sentían directamente afectados. Este bloqueo duró hasta las dos de la tarde.

El miércoles a la mañana hicimos en La Ceja (centro de El Alto) un gran Cabildo Abierto, convocando a organizar desde las bases. El mismo Cabildo Abierto empezó a cerrar la autopista y otras avenidas que cruzan. El bloqueo duró todo el día, hasta las 11 de la noche. Después que habló el presidente, el bloqueo fue todavía más grande.

¿Había expectativa en el discurso de Evo del 29 de enero?

Si. Mucha gente decía, “por ahí va a hacer algún anuncio diferente, o alguna alternativa”. Pero nada de eso. Evo confirmó el gasolinazo. Y bueno, al día siguiente había dos tipos de movilización. Primero, una movilización que apuntaba directamente a radicalizar y hacer una acción de masas contra entidades del gobierno. Y había otra que impulsaban dirigentes seguidores del gobierno, que encabezaron una marcha de alteños que protestaban contra la medida, para que sus bases no los boten a patadas. Pero tratando de no confrontar con el gobierno.

El jueves 30 amaneció totalmente bloqueado El Alto. El gobierno mandó a fuerzas represivas que reprimieron brutalmente en el sector del Peaje, a las 10 de la mañana y otra vez a las 12.30. Pero ante la provocación de la represión y tantos gases, la reacción popular fue muy grande. La policía fue rebasada por la población que con piedras los hizo huir, dejando libre el peaje que luego fue quemado.

También hubo grupos que apedrearon a la FEJUVE y a la COB, ambas en manos del oficialismo, la Alcaldía y adonde funciona el Consejo Municipal.

¿Que pasó en las zonas, en los barrios?

Fue en gran medida espontánea la movilización. No hubo tiempo de hacer convocatorias. Pero sí había bloqueos en las principales avenidas. La gente salía a las calles y las bloqueaba. La gente gritaba que anule de inmediato el gasolinazo o que renuncie Evo.

El viernes, día de fin de año, en las bases se estaba discutiendo que desde el lunes había paro cívico por tiempo indefinido. A la noche habló Evo y anuló el gasolinazo.


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