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Escribe:
Julio Poblesec 
Asalto al blindado
Inseguridad a la mexicana
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El operativo en el que una banda intentó robar un camión blindado que transportaba 20 millones de pesos, ocupa, desde que ocurrió el martes pasado, las principales noticias de los medios. El hecho causó gran impacto por la brutalidad con la que se desenvolvieron, matando a dos policías e hiriendo gravemente a otros dos. Pero, especialmente, por la cantidad de gente que participó (alrededor de 20 personas, lo que implica que hubo más detrás del armado del hecho), y su nivel de armas y equipamiento (fusiles FAL, escopetas Itaka, chalecos antibalas, cinco autos y una importante disciplina militar y logística). El propio gobernador Scioli destacó la preparación militar de los delincuentes. Sospechan que los FAL utilizados son parte de los robados en un golpe al arsenal militar de Campo de Mayo en 2009. Otros se refirieron al episodio como un “asalto a la mexicana”, refiriéndose a su similitud con las acciones de las mafias de narcotraficantes de ese país, que salieron a la luz con el triple asesinato de General Rodríguez ocurrido años atrás por negocios con la efedrina. Aseguran que en el asalto tuvo participación un conocido lugarteniente de “El Gordo” Valor, que en 1994 fue condenado a 19 años de cárcel por un hecho similar, beneficiado con prisión domiciliaria a principios de 2009, fugándose recientemente.
Está claro que en la organización y ejecución de este asalto han participado ex integrantes de las fuerzas armadas y policiales. Los mismos que habitualmente están vinculados al narcotráfico, los desarmaderos de autos y otros “negocios” delictivos multimillonarios.
El hecho tomó por “sorpresa” a Scioli y sus funcionarios. Viéndose obligados a responder con conferencias improvisadas, allanamientos televisados y la detención de más de 30 sospechosos que participaron en hechos similares. Nos preguntamos: si conocían estos lugares, ¿por qué no lo hicieron antes? La única respuesta posible es porque, más allá de sus declamaciones, no tienen la voluntad política de acabar con estas bandas.
Hasta el periodista ultra kirchnerista Horacio Verbitsky manifestó: “El gobierno provincial sólo tiene iniciativas para la represión de merodeadores, cuidacoches y limpiavidrios y para dificultar la excarcelación de acusados de delitos menores, pero su policía está a ciegas frente a la criminalidad compleja” (Página 12, 28/11). Es decir, nadie se ocupa realmente de las verdaderas mafias. Verbitsky limitó su cuestionamiento al ámbito de la provincia de Buenos Aires. Como si en esto no tuviera ninguna responsabilidad el gobierno nacional. Detener el crecimiento y la propagación de estos delincuentes mafiosos y dar pelea en serio contra la inseguridad, no se logrará dándole mayor poder a la cúpula policial, en el seno de la cual se encuentran muchos de los principales responsables. Por el contrario, esto comenzará a lograrse cuando se expulsen de sus filas a los verdaderos delincuentes, socios del delito, muchos de los cuales permanecen a pesar de haber participado de los crímenes de la última dictadura.
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