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Panorama Político

Operativo clamor

Murió el indiscutible jefe político del gobierno y del PJ. El hombre de recambio para el 2011. Días antes, miles habían marchado a Plaza de Mayo exigiendo juicio y castigo a los responsables del asesinato del joven Mariano Ferreyra, abriendo un nuevo momento en la vida política del país. Los trabajadores y la izquierda deben presentar una alternativa unitaria ante los desafíos que se vienen.

Al gobierno se le fue su jefe máximo. El que ideaba las usinas de medidas, iniciativas y componendas para mantener al kirchnerismo en el poder. Ya no está más quien tejía alianzas y repartía favores para conquistar lealtad de intendentes, gobernadores y burócratas sindicales. El que estaba jugado de cuerpo entero para intentar ganar en primera vuelta en las presidenciales del año que viene. El político que, más allá de su doble discurso, se sumó al coro imperialista contra Irán; fue quien más deuda externa pagó y, como secretario de UNASUR, prestó servicios en ese organismo creado para contener el ascenso obrero y popular latinoamericano ante la crisis del imperialismo en la región. Por eso Obama y los titulares del FMI, la OEA, Naciones Unidas y el Banco Mundial enviaron condolencias y mostraron preocupación ante su desaparición.

Cristina todo terreno

Ya comenzó el “operativo clamor” para que Cristina se juegue a llenar el vacío. El golpe recibido por el gobierno es muy duro, aunque la presidente lo trate de disimular. Kirchner era quien se jugaba a oxigenar al gobierno postulándose para un nuevo período presidencial, reservando a su esposa para el 2015. Ahora es Cristina quien tendrá que asumir el doble desafío de gobernar un año más y afrontar otro mandato, presentándose a las internas para ir por su reelección.

Las loas de la oposición patronal, Pino Solanas incluido, diciendo que se fue un “gran luchador”, y los miles que se acercaron a despedir sus restos, han llevado a sectores fundamentalistas K a postular a Cristina para todo. El canciller Timerman, ante el cuerpo aún caliente de Néstor Kirchner, dijo que la presidente debía ir por la reelección. Frente al féretro, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, lo desautorizó.

El matutino oficialista Página12 escribió que Kirchner se inhumó con una popularidad del 78% y que la presidente, de presentarse en 2011, “ganaría por goleada”. Moyano dijo que después de Perón y Evita, el que más hizo por los trabajadores fue Kirchner. Pero una cosa es la consternación popular ante la muerte y otra, muy distinta, intentar aprovecharse del dolor de amplios sectores para llamar a apoyar al proyecto político del gobierno.

No hay automáticamente ningún “mandato revalidado”. Algunos hasta llegaron a decir -como el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini-, que “acaba de nacer el kirchnerismo”. Otros, más osados, que “el kirchnerismo ha resucitado con una muerte”… ¡precisamente, la de su máximo referente! La congoja de mi l i t a n t e s y gente común, no implica ningún cheque en blanco. La historia lo prueba. Quienes creían que la UCR iba a resurgir después que una multitud acompañó los restos de Raúl Alfonsín, se llevaron un chasco.

El mito de un “pueblo movilizado”

Se calcula que por el velatorio pasaron unas 80 mil personas y hubo ciento veinte mil movilizadas en todo el país. Los diarios hablaron de “una multitud” y destacaron “la enorme” participación juvenil. Nadie niega que hubo miles de personas, muchas impactadas por la sorpresiva muerte del político más importante del peronismo en el gobierno, que aparecía todos los días por televisión embistiendo contra algún enemigo odiado por la gente. Lo mismo ocurriría si fallecieran Lula o Chávez.

El gobierno trata de sacar provecho aseverando que con el kirchnerismo se volvió a confiar en la política y se recuperó la capacidad de movilización. Intentan, de paso, borrar lo que significó el Argentinazo. Comparan lo supuestamente negativo del “que se vayan todos” con la “gratificante” actual militancia kirchnerista. Pero precisamente el Argentinazo fue una de las gestas históricas más importantes de los últimos tiempos. Una movilización popular que tiró abajo a un gobierno que traicionó a su electorado. Entonces se cantó “sin radicales, sin peronistas, vamos a vivir mejor”. Se repudió a la CGT, a los bancos, privatizadas y multinacionales. A la justicia, al parlamento y a todo lo más repudiable de la vieja política y esta democracia para ricos.

Kirchner reapareció en 2003 para recomponer los pilares de un régimen que quedó herido de muerte, cuando Duhalde perdió la gobernabilidad tras el repudio por los asesinatos de Kosteki y Santillán. Kirchner era poco conocido. Sentado sobre un volcán, si quería durar, necesitaba vender una imagen progresista.

Beneficiado por la devaluación, los altos precios internacionales de las materias primas y una burguesía que quería “salir adelante”, estuvo obligado a cabalgar con algunas banderas que el pueblo agitó en aquellas gloriosas jornadas, intentando apropiarse del producto de esa lucha. La propia Cristina lo reconoció años después: “Kirchner es hijo del Argentinazo”, dijo. Mostrando que todo lo que hizo su gobierno se explica porque le tocó asumir sobre sus brasas.

El kirchnerismo estuvo obligado a cambiar la Corte, enarbolar un discurso por los derechos humanos, embestir verbalmente contra el FMI e ir gestando un furibundo doble discurso. Fue un proceso latinoamericano, de gobiernos surgidos de grandes procesos revolucionarios (como Chávez y Evo Morales, más allá de las diferencias), con un discurso populista o de centroizquierda.

El kirchnerismo quiere hacer creer que él anuló las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, no la movilización ininterrumpida de millones desde hace décadas, mientras los indultos siguen vigentes. Que él dio conquistas sociales, cuando las mismas fueron arrancadas por las luchas obreras y populares. Que él nos está desendeudando, cuando debemos más deuda externa que nunca. Que él está distribuyendo la riqueza, cuando los bolsones de pobreza siguen intactos.

Un doble discurso que ha influenciado en importantes sectores de la población, en especial en la clase media “progre” y los más humildes. Los mismos que se movilizaron para despedir sus restos. El grueso de los trabajadores se mantuvo expectante, siendo miles y miles quienes ven que los graves problemas de fondo persisten, y que, para lograr algo, hay que salir a pelear.

Crisis del PJ y de la oposición patronal

El PJ bonaerense está en su peor momento. Hay que “reestructurar el peronismo, es una gran familia”, dijo Hugo Moyano. Si bien señaló que la conductora natural es Cristina, trató de marcar la cancha ante propios y ajenos. Días antes del fallecimiento, padeció el faltazo kirchnerista que casi le dejó sin quórum una reunión del peronismo bonaerense. Moyano es resistido por Scioli y los barones del conurbano. Cuando asumió la conducción tras la enfermedad de Balestrini, hizo un acto donde faltaron la mayoría de los caciques bonaerenses.

Ahora Scioli quedó como sucesor estatutario. Llamó a una reunión de intendentes para primerear y prometer “fidelidad a la presidente”, desautorizando a Moyano. Un freno para el camionero que, a cambio de no hacer huelgas, reclama más cargos para su burocracia en las listas peronistas. A su vez, los 8 intendentes díscolos encabezados por Sergio Mazza, cotizarán mucho más sus cabezas.

Todos quieren más poder. Al morir Kirchner, muchos intendentes y gobernadores “perdieron el miedo” y piden más. El territorio bonaerense es el centro de duras disputas. Distrito electoral clave, destinatario de los mayores fondos clientelares.

Esta crisis también la sufre la oposición patronal. Entre los comentarios de estos días se escuchó éste: “el otro ataúd es para la oposición patronal”. Quienes venían despotricando contra Kirchner, ahora tienen que cambiar el discurso. Mostrando que su pelea es puramente electoral. Un referente del Peronismo Federal lo develó: “En los grandes lineamientos no hay diferencias. Lo que hizo bien Kirchner fue la continuidad de la base política iniciada por Duhalde. Nos separó el método de conducción” (Clarín, 30-10). Muestra que el kirchnerismo y el PJ disidente se pelean por el reparto de la torta, cargos y votos en pos del 2011. Y que los Duhalde, Reutemann, Solá, son sectores desplazados que sólo buscan canalizar el desgaste del gobierno, sin preocuparse por los graves problemas de los trabajadores y demás sectores populares. Lo mismo hacen Cobos, Ricardo Alfonsín, Carrió y Macri. Nuevas variantes patronales para seguir gobernando para los de arriba.

Prepararse para lo que viene

En el medio del velatorio, Moyano invitó al titular de la UIA a tomar un café. “Lo noté mucho más manso, ofreciendo un clima de paz”, dijo su titular, Héctor Méndez. En la charla, Moyano le propuso apoyar a Cristina, archivando para otros tiempos la ley de reparto de las ganancias.

Se habla de Pacto Social y poner el hombro para apoyar al gobierno. Un mensaje que va directamente contra los trabajadores. La burocracia sindical de algunos gremios ya ha postergado nuevas medidas de fuerza hasta nuevo aviso, como el Frente Gremial Docente de provincia de Buenos Aires. La CONADU Histórica, que responde a la CTAMicheli, ha suspendido el paro de 48 horas que estaba aprobado para esta semana. Mientras la inflación sigue socavando los bolsillos populares y se anuncian aumentos en las tarifas, como el 30% de la electricidad en Córdoba.

Desde un primer momento alertamos sobre el uso de la muerte del ex presidente para frenar los reclamos populares. Los trabajadores deben seguir luchando por lo suyo. Por salario y jubilaciones dignas, contra los despidos, por el pase a planta permanente de los tercerizados, como los del Roca. Enfrentando a Pedraza y a toda la burocracia sindical, como lo hacen los ferroviarios de la Bordó. Rechazando la reforma política del gobierno que intenta proscribir a la izquierda e impedir su participación en las elecciones del año próximo, entre otras justas demandas.

Para ello, la unidad de los luchadores y de la izquierda es clave. Los ferroviarios de la oposición Bordó en el Sarmiento y Belgrano Norte le dieron una nueva paliza a las listas de Pedraza (ver contratapa). En estos días, a raíz de la lucha estudiantil, la izquierda ganó dos centros de estudiantes que conducía la Franja Morada (ver página 8). Desafíos que van a seguir planteados en cada lugar de trabajo, fábrica, escuela y universidad. La debilidad del gobierno, la crisis del PJ y de la burocracia sindical (tanto de la CGT como la división de la CTA), abrirán nuevos caminos para dar pasos hacia una nueva dirección sindical y política de los trabajadores.


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