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Miguel Lamas

Mineros

“¡Que esto nunca vuelva a ocurrir!”

El rescate de los 33 mineros de Copiapó, televisado en directo y visto por más de mil trescientos millones de personas, fue un gran triunfo que alegró al mundo. Pero esta alegría y el show mediático no nos debe tapar la realidad de miles de trabajadores que mueren en las minas sin que la noticia transcienda.

El triunfo es, en primer lugar, de los mineros, de sus familias y de la clase trabajadora chilena. Son hombres que nunca se rindieron allá abajo. Y arriba tuvieron, desde los primeros días, la solidaridad de clase de la población minera y sus familias, de mineros que se ofrecieron a cavar ellos mismos hasta encontrarlos, a riesgo de perder sus vidas. Esta decidida solidaridad de clase es la que obligó a movilizar todos los recursos oficiales.

“¡Que esto nunca vuelva a ocurrir”, dijo Luís Urzúa, su líder. Además de su tremenda historia familiar (ver “Piñera y...”), aludía a las condiciones laborales impuestas en Chile por el pinochetismo a sangre y fuego, aplicando las recetas de los Chicago boys norteamericanos, el “modelo” del neoliberalismo capitalista. El primer rescatista, Manuel González, quien trabaja hace 20 años en la empresa estatal Codelco -que aportó el personal técnico clave para el salvataje-, agregó: “nunca vi un yacimiento con tan pocas condiciones de seguridad”. Este desprecio por la vida de los trabajadores es lo que permitió que la mina San José, sin escalera de salvataje que hubiese permitido la evacuación, permaneciese en funcionamiento. Llevando a que 35 mineros murieran en accidentes en lo que va de este año y 403 en los últimos diez. En un contexto total de flexibilización laboral y desocupación, la inseguridad es norma. En 2009 perdieron la vida 227 trabajadores en Chile. En la minería chilena hay 133.000 trabajadores, de ellos 85.000 son tercerizados y subcontratados, sin derechos ni estabilidad, quienes pueden ser despedidos en cualquier momento.

¿Quién puede denunciar algo en esa situación? ¿Quién le hará caso si denuncia, cuando hay sólo 35 inspectores en el país y los jueces son amigos o familiares de los patrones? Las normas de total “desregulación” fueron mantenidas por el gobierno de la Concertación, entre ellos el de Bachelet, y ahora por el gobierno de Piñera. Los mineros trabajan promedio 51 horas a la semana, más que cualquier otro sector. Y en Santiago de Chile, los trabajadores tienen las jornadas más largas del mundo, 2.244 horas por año.

“No somos 33, somos 300”

La patronal de la mina San José, que ahora se declaró en quiebra, ni siquiera tenía los seguros necesarios para pagar los desastres por su actuación irresponsable. Los dueños desaparecieron desde el accidente y les dejaron de pagar el sueldo a los 33 mineros, igual que a otros 230 trabajadores de la misma compañía, quienes están en plan de lucha por sus salarios, quedando así 300 trabajadores desocupados y sin ingresos.

La crisis económica capitalista mundial hizo subir el precio del cobre y el oro, acelerando el saqueo de las multinacionales hasta destruir montañas completas, con las minas a cielo abierto, dejando ríos y lagos envenenados con arsénico o cavando hasta lo más profundo, ahí adonde los cerros “empiezan a llorar”, según dicen poéticamente los mineros chilenos. Las empresas mineras privadas chilenas, sólo en el primer semestre, ganaron 4.700 millones de dólares.

Todavía festejábamos el rescate en Chile cuando se conoció el desastre minero en Henan, China, donde se encuentran las minas más peligrosas del mundo, con la muerte de 36 trabajadores. A su vez, en junio, más de 70 mineros murieron tras una explosión de gas en una mina de carbón en Antioquia, Colombia. 12.000 mineros mueren al año en el mundo, la mayoría en China, donde la dictadura capitalista prohíbe formar sindicatos.

Movilizarse para evitar más catástrofes

En una declaración de saludo a los mineros chilenos, la Unidad Internacional de los Trabajadores -Cuarta Internacional(UIT-CI) señala: “La frase de Urzúa “¡que esto nunca vuelva a ocurrir!”, es un llamado a la acción para toda la clase trabajadora chilena e internacional. Porque no hay otro camino que enfrentar a las multinacionales y a los gobiernos patronales que están a su servicio para imponer formas de trabajo de explotación que desprecian vidas humanas y a la naturaleza, en Chile, China y la mayor parte del mundo.

“Esta dura batalla por la seguridad laboral está enmarcada en la perspectiva de la derrota final del sistema capitalista-imperialista, para imponer una sociedad socialista con democracia para los trabajadores, que realmente liquide la explotación del hombre por el hombre.

“Sólo la movilización de la clase trabajadora puede impedir que sigan ocurriendo desastres que afecten la vida y la salud de millones. Para que “nunca vuelva a ocurrir”, hay que luchar por terminar con la flexibilización laboral y la inseguridad minera e industrial, imponer el estricto control obrero y popular sobre toda la actividad minera y, especialmente, tanto de su seguridad laboral como de la contaminación ambiental. La UIT-CI se suma a todos los llamados de unidad y movilización de los mineros de Chile y de todo el mundo, para imponer que “nunca vuelva a ocurrir”.


Piñera y Urzúa treinta años después

Luís Urzúa fue el último en salir. Le dio la mano al presidente Sebastián Piñera. Después de agradecer por el rescate, le dijo mirándolo a los ojos: “Que esto nunca vuelva a ocurrir”. Muchos pensamientos habrán pasado por la cabeza de esos dos hombres en ese momento trascendental de sus vidas. Probablemente hayan recordado su historia...

Hace 31 años, Luís Urzúa comenzaba a trabajar de minero. Desde muy joven había sido el “hombre de la casa”, el mayor de 6 hermanos. Había perdido primero a su padre, comunista, y después a su padrastro, socialista, ambos dirigentes mineros, quienes fueron asesinados por los esbirros de Pinochet.

Mucho más fácil fue la vida de Sebastián Piñera. Hace 31 años era un joven yupie, doctorado en Estados Unidos, quien se preparaba para hacerse cargo de las empresas familiares. Su hermano mayor, José Piñera, ya era ministro de Trabajo de Pinochet y redactó la nueva ley de trabajo, que aún rige. Ni los gobiernos de la Concertación, ni el actual, la derogaron, consagrando la flexibilización laboral. Es lo que explica que los mineros de la San José trabajaran en esa mina sin protección alguna.

No hubiera sido posible que José Piñera fuera ministro, ni que redactase esa ley infame, ni que Sebastián Piñera acumulara miles de millones de dólares y fuera presidente, ni que una mina como la San José estuviese abierta, sin el asesinato del padre y el padrastro de Urzúa y de miles de luchadores obreros chilenos. Así de concreta, directa y brutal es la vinculación entre ambas historias.

Urzúa sintetiza en su persona el pasado represor y la explotación sufrida por la clase obrera chilena. Piñera es la personificación de una clase burguesa brutalmente superexplotadora y represora, que no tuvo reparos en llegar al genocidio.

Alguien, ingenuo o cínico, tratará de explicar que el encuentro entre ambos simboliza la reconciliación entre los dos Chiles: uno, el de la clase trabajadora, y otro, el de esa oligarquía rapaz. Pero es sólo una ilusión. Apagadas las luces de las cámaras, Chile volvió a lo de siempre. Piñera sigue sin cambiar las leyes de Pinochet. Su clase sigue disfrutando del lujo basado en el trabajo ajeno. Los trabajadores siguen en el mismo régimen de inhumana explotación. Régimen que debe cambiar, cuando el pueblo trabajador derrote a la nefasta oligarquía chilena y a sus amos y socios imperialistas.


¡En Argentina ya pasó!

Cristina escribió en twitter: “Mirá si esa desgracia hubiera pasado aquí... Dios no lo permita...”. ¡Pero esto ya ocurrió en 2004 con 14 mineros muertos en Río Turbio, Santa Cruz! Culpa del empresario K Sergio Taselli, quien a pesar de jugosos subsidios que destinaba a otros negocios, la mina fue vaciada, aumentaron los ritmos de producción y los controles fueron nulos. Cuando un minero se enganchó en una cinta transportadora, la misma explotó y no hubo ni matafuegos ni botones para advertir el humo que se desprendía del incendio. 50 obreros lograron salir, 14 murieron. Taselli fue sobreseído y los responsables siguen en la impunidad. Cristina lo oculta.


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