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Miguel Lamas

Afganistán

Un escándalo que muestra el descalabro militar yanqui

Los documentos secretos de la guerra yanqui en Afganistán publicados por la página de Internet WikiLeaks revelan operaciones encubiertas, muertes de civiles nunca informadas públicamente, además de denunciar la ayuda de los servicios secretos paquistaníes a sectores de la resistencia talibán. Ponen al descubierto el genocidio y el descalabro militar yanqui en Afganistán.

Soldados yanqui junto al cuerpo de un herido de las tropas invasoras

Soldados yanqui junto al cuerpo de un herido de las tropas invasoras

Julian Assange, fundador de Wikileaks.org, replicó que los dossiers contienen pruebas de posibles crímenes de guerra que deben investigarse. Entre los secretos, figura la creación de comandos para asesinar a supuestos líderes enemigos (la táctica favorita del destituido Stanley McChrystal, que esperaba ganar con ese método la guerra).

Para colmo, entre el alboroto por este escándalo, hasta el propio presidente afgano, puesto por los yanquis, el ultracorrupto Hamid Karzai, denunció que un bombardeo “equivocado” de los aliados se saldó con la muerte de 52 civiles. Según su versión, el raid se produjo el pasado 23, al sur del país, en Rigi. El coronel estadounidense Wayne Shanks contestó que esta información del presidente afgano era una “especulación infundada”. Pero pocos creen en las palabras del coronel. Una de las prácticas que se explica en los documentos revelados en la página web es la de camuflar la muerte de civiles inocentes como si fueran jefes talibanes. Una práctica utilizada por los yanquis en sus ocupaciones, que también utilizó el ejército colombiano con los denominados “falsos positivos”, inocentes campesinos asesinados y hechos pasar por guerrilleros. Así, la muerte de simples campesinos desarmados se convierte en una “gran victoria militar”.

Respecto a los documentos revelados, el gobierno dice que “ya se sabía”. Y Barack Obama pidió este martes al Congreso el respaldo de su estrategia en Afganistán, que se mantiene por el momento sin alteraciones.

Pero estos papeles ya tienen un indudable efecto en la población yanqui, que cada día es más adversa a la guerra. Los norteamericanos, más preocupados hoy por su economía y sus puestos de trabajo que por otras cosas, tienen dudas sobre un conflicto que, combinado con el de Irak, ha costado ya un billón de dólares.

Numerosos estadounidenses están atemorizados. Más de 100.000 se declaran en bancarrota cada mes. Tres millones de propietarios de casas enfrentan la ejecución hipotecaria este año. Hay que agregarlos a los 2,8 millones que la sufrieron en 2009, el primer año en el poder de Obama. Casi siete millones estuvieron sin trabajo el año pasado durante seis meses o más. Si se suma la gente que ha renunciado a la busca de trabajo, o los que tienen trabajo parcial, el total se acerca a los 20 millones. Según una encuesta reciente, sólo el 43% de los ciudadanos apoyan ahora la guerra y sólo el 45% a Obama.

Justo en medio de este brusco descenso de la popularidad de Obama y del apoyo a la guerra, la Cámara de Representantes votó aumentar a 33.000 millones de dólares el presupuesto de guerra para Afganistán a fin de enviar 30.000 soldados adicionales prometidos por el presidente negro. Pero el problema de fondo en Afganistán sigue siendo la derrota militar yanqui cada vez más inocultable. En los últimos meses han aumentado los ataques coordinados de los grupos de la resistencia, así como el uso de bombas camufladas en las carreteras. También, las bajas de la coalición ocupante son cada vez más elevadas. Unos 400 soldados de las fuerzas internacionales, incluidos más de 250 efectivos estadounidenses, perdieron la vida en el conflicto afgano durante este año. Y, por lo menos 70 de ellos, fueron abatidos desde principios de este mes.

Los problemas se suceden para los estrategas de Washington. La corrupción y la producción de opio siguen aumentando el rechazo y la ira contra los ocupantes, que se extiende por zonas que los invasores consideraban “amigas”. La resistencia sigue atacando más objetivos (recientemente han lanzado una campaña contra los “colaboradores” locales), y la influencia de estos grupos que resisten se extiende por todo el país (controla ya más del 25% de Afganistán).

El escándalo producido hace dos meses por el ahora destituido general Stanley McChrystal, que insultó a todo el gobierno, mostró este descalabro militar y a descomposición de la ocupación yanqui en Afganistán.

La heroica resistencia afgana está haciendo morder el polvo a los genocidas yanquis. El deber de todos los pueblos del mundo es exigir la inmediata retirada incondicional de los ocupantes norteamericanos y de la OTAN.


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