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José Castillo

Crisis en Europa

Los trabajadores resisten el ajuste

Los gobiernos europeos anuncian planes de ajuste para que los trabajadores paguen la crisis. La resistencia ya comenzó y se extiende

Masiva marcha contra Zapatero en España

Masiva marcha contra Zapatero en España

El gobierno de la Unión Europea, los directivos del Banco Central Europeo, el G7 (agrupamiento de principales países imperialistas: Estados Unidos, Japón, Canadá, Gran Bretaña, Alemania y Francia) y el FMI, aplauden. Todos hablan del “coraje” de los gobernantes que se “animaron” a lanzar feroces planes de ajuste. Pero ni siquiera hay claridad sobre si así cerrarán este momento de la crisis abierta en 2007. De hecho muchos fondos especuladores siguen “apostando” a la caída del euro, y las agencias calificadoras de crédito (al servicio de esos mismos fondos) le siguen “bajando la nota” -léase la posibilidad de pagar- a la deuda de los distintos países europeos. El Banco Central Europeo es el gran contrapeso a esto último: se la pasa comprando bonos europeos, fundamentalmente griegos, para que su cotización no se desplome. Así se llena de “papeles” de dudoso cobro -se habla de que ya lleva acumulados más de 60.000 millones de euros- y abre hacia el futuro inmediato la perspectiva de una nueva debacle.

Los mandatarios europeos están dispuestos, como sea, a salir de la crisis a partir de garantizarle más ganancias a los empresarios, pensando que así estos “recuperarán la confianza” y entonces volverán las inversiones, se estabilizará el euro y la Unión Europea volverá a ser esa “tierra de buenos negocios” que prometieron a las grandes multinacionales.

Los trabajadores no están dispuestos a pagar los platos rotos

En Grecia, el pasado 20 de mayo se realizó la quinta huelga general contra el gobierno “socialista” de Papandreu. Convocada por GSEE (Confederación General de Trabajadores de Grecia) del sector privado, Adedy (Confederación de Empleados del Sector Público) y PAME (Central Sindical controlada por el EEK–Partido Comunista), 80.000 trabajadores se manifestaron en las calles de todo el país.

En España, el feroz plan de ajuste de Zapatero logró imponerse en el parlamento por apenas un voto. Una terrible crisis política azota la península Ibérica, donde cada día se escuchan más pedidos de renuncia del Presidente. Las medidas económicas, con eje en la reducción de los salarios públicos y congelamiento de las jubilaciones, ahora han entrado en una nueva fase: una nueva “flexibilización laboral” para abaratar los despidos. Las centrales sindicales (UGTSocialista y Comisiones Obreras- Comunista) denuncian que eso sólo originará mejores ganancias para los empresarios y más desempleo, pero se siguen priorizando la “negociación” por sobre la lucha. Está convocada una huelga del sector público para el 8 de junio, a la que amenazan sumarse varios gremios del sector privado, presionando a la UGT y CCOO para que declaren la huelga general.

En Francia, frente a la nueva “prioridad” del gobierno de Sarkozy, una reforma del sistema jubilatorio que sube la edad del retiro y aumenta el período mínimo de aportes, se ha producido el jueves 27 de mayo una fenomenal huelga general, con una manifestación que reunió un millón de personas.

La clase obrera europea ha salido a pelear. Esto se profundizará en las próximas semanas. Las conducciones sindicales se han visto obligadas a convocar a medidas de lucha ante la brutalidad del ajuste y la bronca de la base de los trabajadores. Pero muchas de estas direcciones, vinculadas a los propios gobiernos socialdemócratas como en el caso de España y Grecia, siguen priorizando “salvar a sus gobiernos”, buscando tan sólo limar las aristas más salvajes de esos planes de ajuste. Por eso son renuentes a darle continuidad a cada huelga, dividen constantemente (llamando por ejemplo, a medidas de lucha “por separado” del sector público y los privados) y, por sobre todo, se han negado sistemáticamente a cualquier lucha coordinada del conjunto de los trabajadores europeos. Esta es, sin duda, la tarea más inmediata y formidable que tiene ante sí la clase obrera del Viejo Mundo: evitar las trampas de hacer competir a los trabajadores de un país contra otro, o a los legales contra los ilegales. La unidad en la lucha, con medidas coordinadas en toda Europa, es el camino para derrotar este ajuste del FMI y los gobiernos de la UE, logrando así que la crisis no la paguen los trabajadores, sino los que la provocaron, los banqueros, los especuladores y todos los capitalistas.


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