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Miguel Lamas

Honduras: para acabar con el golpe

Fortalecer la movilización popular

La vuelta del presidente Zelaya, ahora asilado en la embajada de Brasil, alentó la resistencia popular al cumplirse los tres meses del golpe. La dictadura contestó endureciendo la represión contra el pueblo desarmado.

Desde la vuelta de Zelaya, la resistencia denuncia 10 muertos por las fuerzas represivas, centenares de heridos y alrededor de 400 personas fueron apresadas en un estadio. La embajada brasileña fue atacada con gases venenosos que afectaron a todo el barrio. El gobierno decretó el estado de sitio suprimiendo todas las garantías constitucionales por 45 días y allanó, para silenciarlos, a los dos únicos medios importantes antigolpistas, Canal 36 y Radio Globo, a los que les secuestraron sus equipos.

Ante el embate represivo, la resistencia popular se hace fuerte en los barrios, desde donde se manifiesta y enfrenta a la policía y al ejército. Pero el régimen golpista, lejos de ceder, avanza en sus medidas represivas para intentar impedir el desborde popular y seguir ganando tiempo, tratando de legitimar sus elecciones fraudulentas (que son en noviembre).

Esto lo puede hacer porque la OEA sigue llamando a “un acuerdo” y el imperialismo yanqui condena de palabra, pero sostiene en los hechos sus vínculos con los golpistas. En la última reunión de la OEA, el representante yanqui, Lewis Amselem, dijo que el regreso de Zelaya había sido “irresponsable y tonto”.

¿Negociación o movilización?

El “operativo retorno” de Zelaya y su sorpresiva aparición en la embajada, ¿está al servicio de impulsar la resistencia o la negociación? Desde nuestro punto de vista, está al servicio de la negociación con los golpistas. De otra manera, nunca el gobierno de Lula hubiera avalado que ingresara Zelaya y que estuviera usando la embajada como un comité político propio. Se dice que el gobierno de Chávez también ha sido parte de este operativo. Pero más allá de quién realmente lo organizó, lo real es que todo indica que existe un acuerdo, avalado por ambos, para usar la presencia de Zelaya como arma de presión para buscar una salida negociada sobre la base del acuerdo de San José. Está claro que Lula se ha erigido como el hombre más cercano a Obama y al imperialismo, como el “negociador de conflictos”, que busca evitar la profundización de la movilización de las masas. En el caso de Honduras, Lula, Obama y la OEA están jugados a evitar a toda costa que Micheletti caiga fruto de una movilización revolucionaria. Pero la salida negociada sigue empantanada porque los golpistas, por ahora, se niegan a ello. Por eso, quizás, es que el imperialismo empieza ahora a tomar distancia del “operativo retorno”, cuando en un primer momento Hillary Clinton había manifestado, la semana pasada, que el retorno de Zelaya fuera “una oportunidad para una salida pacífica a la crisis” (La Nación, 29/9).

Reforzar la movilización

La presencia de Zelaya en Tegucigalpa ha reactivado la resistencia al golpe. Pero una de las debilidades de la resistencia es su dirección. Ya que Zelaya y los principales dirigentes del Frente (muchos influenciados por el chavismo), siguen con su política que apunta a controlar la movilización para buscar una negociación con los golpistas. No está centrada en organizar la resistencia fortaleciendo y profundizando la movilización, como el único camino de tumbar a Micheletti.

Por ejemplo, Zelaya llamó al pueblo a la “ofensiva final” para el lunes 28 Pero convocar a “ofensiva final”, como si todo se tuviera que definir el lunes 28, cuando se trata de una lucha en curso, tiene un aspecto aventurero y otro de desmoralización para el pueblo si no es el “final” que se anuncia. La jornada del lunes 28 no pudo ser muy contundente, con poca preparación y en medio del estado de sitio recién decretado. Por el otro lado, Zelaya se abraza con los candidatos golpistas que lo visitaron, y habla de un posible acuerdo con Micheletti. El sacerdote Andrés Tamayo, miembro del Frente de la Resistencia y que acompaña a Zelaya en la embajada, afirmó que: “lo que necesita la resistencia es que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, y el presidente costarricense, Oscar Arias, se hagan presentes en Tegucigalpa, sino “todo esfuerzo será en vano”. Expresiones que pueden alentar la desmovilización. Ya que si la resistencia masiva sería “en vano” si no aparece la OEA o Arias, están desmoralizando. La clave no pasa por que aparezca la OEA, sino por tumbar a Micheletti y castigar a los golpistas.

Lula, Arias y la OEA quieren imponer un pacto con los golpistas, y esliquidar el castigo a éstos, así como cualquier convocatoria a Asamblea Constituyente. Eso es lo que establecen “los acuerdos de San José”.

Por eso el centro es organizar y masificar la movilización, vía una huelga general, para imponer lo que reclama el pueblo en lucha y el propio Frente de la Resistencia: que se vaya Micheletti y la restitución de Zelaya sin condicionamiento alguno. Boicot a las elecciones del noviembre, libertad los detenidos, basta de represión y que se convoque a una Constituyente Libre y Soberana.

Los socialistas revolucionarios apoyamos la lucha por el retorno de Zelaya al poder, aunque sabemos que sería la vuelta de un gobierno patronal. Nosotros luchamos por un gobierno obrero y campesino en Honduras. Pero acompañamos el reclamo democrático del pueblo hondureño, de reestablecer al gobierno que habían votado. Apoyamos la unidad de acción por derrotar el golpe, como lo hicimos cuando se dio el intento de derrocar a Chávez en abril del 2002 y también apoyamos el reclamo masivo de restitución de su gobierno. La posible caída revolucionaria de Micheletti sería un gran triunfo de las masas que abriría mejores condiciones para seguir la lucha por un gobierno de los trabajadores.

Ahora hay que seguir impulsando la movilización hasta derrocar a la dictadura golpista, con su Congreso y Corte Suprema, y no negociar con ellos. El camino para derrocarlos es la huelga general y movilización popular que organice sus comités de autodefensa, llamando a policías y soldados a desobedecer a sus mandos para pasarse a la resistencia.

Todos los pueblos latinoamericanos tenemos que apoyar esta perspectiva de la rebelión popular hondureña para derrocar a los golpistas y repudiar todos los intentos de Estados Unidos y la OEA por imponer el pacto de San José o cualquier condicionamiento al pueblo hondureño. Lo mismo hay que exigir a todos los gobiernos latinoamericanos como Lula, Chávez, Correa, Evo Morales o Cristina Kirchner, que dicen defender la democracia en Honduras, y en especial a los gobiernos centroamericanos fronterizos de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, que repudien el “pacto de San José” y se pongan al servicio incondicional de apoyar la lucha del pueblo hondureño.


En los barrios populares

La resistencia se organiza en los barrios populares de Tegucigalpa. Reproducimos relatos de una nota publicada en La Nación (corresponsal):

“Oiga, aquí va a haber una matancina.” En el barrio Estados Unidos, en el sudoeste de Tegucigalpa, la resistencia al golpe de Estado se organiza para salir hoy a las calles de la capital a cumplir con el llamamiento de Manuel Zelaya para una “ofensiva final” contra el régimen de Roberto Micheletti.

Humildes entre los humildes, los pobladores de los barrios marginales denuncian que su paciencia ha llegado a un límite. “Estamos preparados para tomar las armas”, afirman a LA NACION los miembros de la resistencia que celebran una reunión en la casa de un militante.

“Nosotros somos un pueblo temeroso y desarmado, pero nuestra paciencia tiene un límite, y si no hay otra alternativa y le pasa algo a Mel, aquí se va a armar una guerra civil”, comenta el hombre que lleva la voz cantante en el grupo, que prefiere reservar su identidad, como la veintena de asistentes a la asamblea.

Mujeres y hombres, ancianos y jóvenes, la milicia de Mel Zelaya anda de momento desarmada. Son albañiles, pintores, electricistas, muchos de ellos desempleados.

La resistencia rechaza la celebración de elecciones el próximo 29 de noviembre bajo el estado de sitio que vive el país. “Gane quien gane, si Mel no vuelve antes al poder, vamos a seguir en las calles”, explican.

Las bases populares de Zelaya demandan la convocatoria de una Asamblea Constituyente, la iniciativa que el mandatario estaba impulsando y que fue el detonante del golpe de Estado del 28 de junio. La reforma constitucional serviría, según los zelayistas, para acabar con décadas de injusticia social y otorgaría más participación ciudadana a las clases más desfavorecidas del país.

Animada por la presencia de Zelaya en Honduras, la tropa zelayista está con la moral alta. A pesar de la militarización de la capital, los zelayistas advierten que hoy saldrán a la calle nuevamente para reclamar la vuelta al poder de su líder.

Relato del periódico El Libertador de Honduras:

Un poblador de la Colonia El Pedregal, sostuvo: “acá vamos a estar para enfrentar a los policías, no les tenemos miedo. Hirieron a un muchacho, la bala le pasó por las dos piernas, pero nosotros no nos iremos hasta que vuelva Mel al poder”. Horas después, los vecinos de El Pedregal repelían al comando militar que intentó reprimirlos.

Por su parte, los vecinos de San José de la Vega tomaron el bulevar Kuwait como trinchera para evitar el ingreso de los uniformados. “Llamamos a las personas que viven en La Peña , La Sinaí y demás colonias para que vengan a apoyarnos, vamos a luchar para que Mel Zelaya regrese a la Presidencia ”, pidió una joven.


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