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Juan Rivera

Cristina volvió al FMI

Finalmente, y pese a todos sus encendidos discursos, el gobierno acordó que el FMI pueda auditar la economía argentina. Así lo expresa la declaración del G-20, firmada por las principales potencias imperialistas del mundo, entre ellos Barack Obama, y suscripta por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner.

Obama-Cristina: ¿De qué se reirán?

Obama-Cristina: ¿De qué se reirán?

El acuerdo firmado en Pittsburg, Estados Unidos, es una muestra más de que este gobierno nada tiene de nacional y popular, mal que le pese a sus publicistas y funcionarios. Con su acostumbrado doble discurso, miembros de la comitiva oficial aseguraron que esto no alteraría el rumbo de nuestra política económica y que, además, no se aceptarían condicionamientos. Sin embargo, nada de esto es cierto. Como ya hemos dicho, los acuerdos con el FMI y demás organismos usureros de crédito tienen como único objetivo aplicar un modelo de ajuste para que los gobiernos puedan continuar con los pagos. Sino, basta con ver todos los acuerdos del FMI firmados en el último tiempo, los cuales distan muy poco de los ´90. Bajo un ropaje distinto, todos conservan los mismos lineamientos: reducción del gasto público, aumentos impositivos, eliminación de beneficios sociales, entre otras medidas anti-populares.

Otra gran mentira fueron los dichos del ministro de Economía Amado Boudou, quien dijo que era posible avanzar en un acuerdo con el Club de París sin necesidad de acordar con el FMI. Para esto citó el ejemplo de Nigeria, el cual evidencia lo contrario (ver recuadro).

No se puede pagar y “crecer”

Cristina dice que, de lo que se trata, es lograr un acuerdo con el Club de París que sea satisfactorio para los acreedores pero, a su vez, sirva para el desarrollo de la Argentina (Clarín, 26/09). Sin embargo esto es una falsedad completa. Todos los gobiernos, desde Alfonsín, pasando por Menem, De la Rúa, Duhalde y ahora los Kirchner, han usado argumentos similares, pero los resultados están a la vista: el pago de la deuda ha constituido la principal sangría de la economía argentina. No hay posibilidad alguna de avanzar en el desarrollo del país en tanto el dinero de la salud, la educación y los salarios de los argentinos se destine al pago de compromisos externos que, pese a los millones que se consumen en ellos, no han dejado de aumentar. De hecho, en sólo tres meses -de abril a junio-, pese a los puntillosos pagos efectuados por el gobierno, la deuda ascendió 4.000 millones de dólares más (Clarín, 23/09).

Hoy más que nunca, dejar de pagar la deuda

Por si esto fuera poco, el gobierno ha venido enfrentando los últimos vencimientos de la deuda con dinero proveniente de los fondos del PAMI, la obra social de los jubilados. La semana pasada le “colocó” una letra por 1.630 millones de pesos para cancelar vencimientos. Lo mismo ocurre con el dinero de la ANSES. Lo hacen argumentando que el PAMI es un organismo superavitario, ya que cuenta con un ahorro de 6.700 millones (Crítica, 26/09). Pero si el PAMI tiene hoy superávit, ese dinero se tiene que usar para mejorar la salud y el nivel de vida de los jubilados, no para pagarle a los bancos imperialistas.

Hoy, cuando la crisis económica golpea sobre el pueblo trabajador con despidos, suspensiones, rebajas salariales e inflación, es necesario y urgente terminar con todos los pagos de la deuda ¡Ningún acuerdo con los bonistas y el FMI, ni pagos al Club de París! Para hacer frente a la crisis, es imperioso volcar ese dinero a un gran plan de obras públicas que permita hacer frente al desempleo y la pobreza en forma urgente.


El FMI y el caso Nigeria: Las mentiras del gobierno

El ministro Amado Boudou intentó mostrar cierta “independencia” frente al FMI argumentando que podíamos hacer un acuerdo como el de Nigeria, acordando con el Club de París sin pasar antes por el FMI. Más que independencia, lo único que mostró el ministro fue la hilacha.

Nigeria llegó a un acuerdo con el Club de París en 2005. Allí pactaron un pago inmediato de 6.300 millones de dólares y otro de 6.100 millones más al año siguiente. Lo hicieron pese a que se trata de uno de los países más pobres del planeta, donde la mayor parte de la sociedad vive con menos de un dólar diario. En Argentina, Cristina intentó hacer algo similar en 2007 (pagar de contado los 7.500 millones de dólares al Club de París), pero tuvo que retroceder ante el pico de la crisis económica mundial.

Aquel “arreglo” con Nigeria, a contrapelo de lo que dice Boudou, estuvo monitoreado desde su inicio por el FMI. Nigeria tenía incluso un acuerdo con el organismo que digitaba proyecciones de política económica en el país. El gobierno oculta que, para pactar un refinanciamiento con el Club de París, es condición necesaria la injerencia del FMI, ya que así lo establecen las reglas de aquel organismo (Clarín, 26/09). Política que se aplica en Nigeria, Argentina y todos los países dependientes.


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