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Mercedes Petit

19 de septiembre de 1974

Los Montoneros secuestraban a los Born

A poco de asumir el gobierno Isabel Perón, en medio de una espiral de violencia entre las bandas de derecha y los grupos guerrilleros, se produjo el secuestro de los jefes de uno de los principales grupos cerealeros, industriales y exportadores del país: Bunge y Born.

Jorge Born en cuativerio

Jorge Born en cuativerio

Al año siguiente, por partes, se pagó un rescate que totalizó los 60 millones de dólares, el mayor de la historia. Juan Born estuvo preso en una “cárcel del pueblo” durante seis meses, y Jorge, nueve. Habían sido “condenados” por sus secuestradores a un año de presión por “su actuación contra los trabajadores, el pueblo y los intereses nacionales”*. Su liberación anticipada se produjo cuando completaron el millonario pago del rescate.

Los montos pasaban a la resistencia

El principal grupo guerrillero peronista, los Montoneros, venía tomando distancia del gobierno de Perón. El presidente los había expulsado de la Plaza de Mayo durante el acto del 1º de Mayo. En julio murió el líder, y asumió su esposa Isabel. Mientras acrecentaba sus acciones terroristas contra miembros de las fuerzas armadas, burócratas sindicales y empresarios, Mario Firmenich y Roberto Quieto fueron preparando un operativo que les permitiera fi - nanciar sus crecientes gastos. Debían hacer frente a la formación de un aparato militar y clandestino cada vez más grande.

El 6 de septiembre de 1974, en una conferencia de prensa secreta, Firmenich, Dante Gullo y otros dirigentes anunciaron su decisión de “volver a la resistencia”. La JP-Montoneros había participado activamente en la campaña electoral de la fórmula Perón-Perón, en septiembre de 1973. El PST, que levantaba la fórmula presidencial Juan Carlos Coral - José Francisco Páez, polemizaba con ellos, criticándoles que estaban impulsando el Gran Acuerdo Nacional de Perón, los radicales y los militares, y no una supuesta “liberación nacional”. Luego de apoyar durante casi un año al gobierno peronista, los montos, tratando de justifi car su paso a la ilegalidad y su retorno a “las formas de lucha armada”, hacían un ingenuo juego de palabras: que ellos no habían votado la fórmula “Isabel-López Rega”.

El secuestro

El 19 de septiembre, Juan, gerente, y Jorge Born, director general del pulpo cerealero e industrial, salieron de su casa en Beccar, con su chofer y el gerente de Molinos Río de la Plata, Alberto Bosch. Un operativo encabezado por Rodolfo Galimberti y en el que intervinieron unas 40 personas (actuando disfrazados de policías de tránsito y trabajadores de ENTEL), tuvo como saldo la muerte del chofer y de Bosch.

Entre los trabajadores no hubo ninguna simpatía hacia los secuestrados, vistos como auténticos representantes de la oligarquía terrateniente y las multinacionales. Las preocupaciones pasaban por la oleada de confl ictos fabriles, la represión y los asesinatos de la Triple A. Lo que el PST defi nía como una “guerra de bolsillo”. En esos días fueron asesinados el diputado del Peronismo de Base, Ortega Peña, y en Córdoba el abogado del SMATA Alfredo Curutchet y luego Atilio López, dirigente de UTA y ex vicegobernador. A fi n de mes, Silvio Frondizi. En un comunicado las Tres A anunciaba que estaban “setenciados” Norman Briski, Héctor Alterio, Luis Brandoni, Horacio Guarany y Nacha Guevara. En agosto habían volado el Teatro Payró, donde Eduardo Pavlovsky representaba su obra “El señor Galíndez”. Los militantes del PST, de los cuales ya habían sido asesinados cuatro, sufrían amenazas. Los locales eran atacados con bombas. En las universidades se instalaba la “misión Ivanisevich”. Las acciones de la guerrilla (tanto del ERP como la peronista) exacerbaban la violencia de la derecha fascista.

¿De que sirvió?

Avanzada Socialista del 24 de septiembre de 1974 decía: “La acción [el rapto de los Born] vino a confi rmar una vez más que esas acciones no ayudan al movimiento obrero en sus luchas.” Y una semana después, respecto de la “ley de seguridad” de Isabel, Juan Carlos Coral denunciaba: “Utilizando como pretexto el recrudecimiento de las acciones guerrilleras, el Gobierno peronista acaba de imponer al país una ley represiva y antiobrera, que castiga el «delito de opinión» y prohíbe el derecho de huelga.” (AS Nº123, 28/9/74). Y en otro artículo titulado “La guerrilla busca el golpe”, denunciábamos el nefasto esquema de “cuanto peor, mejor; cuanto más represión, más revolución”.

El accionar de la guerrilla peronista montonera y del PRT-ERP, fue un permanente escollo en las luchas del movimiento obrero contra Isabel Perón. Paradójicamente, la totalidad de los 60 millones de dólares del rescate de los empresarios se terminó de pagar, y fue liberado, Jorge Born el 20 de junio de 1975, en las vísperas del Rodrigazo y de que los trabajadores y su movilización echaran a López Rega del gabinete de Isabel.

En Solidaridad Socialista del 19 de septiembre de 1985, once años después del secuestro, decíamos: “No tenemos ninguna simpatía por “el pulpo” Bunge y Born, ni por sus dueños. Los consideramos explotadores responsables de la miseria de los trabajadores y el pueblo y cómplices de la dominación imperialista sobre el país. Pero no son los secuestros y atentados los que destruirán el poder de los monopolios como Bunge y Born.

“Lo que hace falta no es secuestrar a los dueños sino expropiar sus empresas. Solamente así dejarán de explotar al país y a los trabajadores. Solamente así perderán el poder que les permite manejar gobiernos y, si no pueden manejarlos, impulsar golpes militares.”

Las vueltas de la vida

Los hermanos secuestrados no fueron rencorosos y siguieron con sus negocios. El “pulpo” siguió siendo una de las principales empresas monopólicas y agroindustriales del país. Quince años después, en 1989, asumió el gobierno peronista de Carlos Menem (apoyado por la desprestigiada conducción montonera). Sus dos primeros ministros de Economía fueron empresarios de Bunge y Born. Desde 2003, asumió Néstor Kirchner y numerosos ex montoneros se encaramaron en puestos de gobierno o asumieron bancas en el Congreso. Se volvieron a escuchar viejos estribillos, el doble discurso del “modelo nacional y popular” y las falsas promesas de distribución de la riqueza. Pero Bunge y Born sigue ahí, entre los primeros y grandes grupos agroexportadores que obtienen colosales benefi cios bajo el ala del peronismo.

La paradoja más grande la vivió Rodolfo Galimberti, fallecido en 2002. Se hizo dueño de una agencia de seguridad con el Exxel Group, y quizá, directamente agente de la CIA. Se hizo amigo de Jorge Born, y luego fue su socio en Hard Communication. Esa empresa, en la cual estaba también Jorge Corcho Rodríguez (ex pareja de Susana Giménez), fue involucrada en negocios fraudulentos con la fundación del padre condenado por abuso de niños, Julio Grassi.

 

* Richard Gillespie: Los montoneros, soldados de Perón. Grijalbo, 2ª. edición, 1998


Las “víctimas”: el grupo Bunge y Born

En 1818, Peter Gottlieb Bunge fundó una empresa de importación y exportación en Remscheid, Alemania. Poco después se mudó al puerto de Amsterdam, Holanda, y luego se estableció en Amberes (Bélgica). Hoy es la compañía de granos más antigua del mundo.

El primer Bunge llegó a la Argentina en 1804. Pero fue una tercera generación, la de Ernesto Bunge, junto con su cuñado Jorge Born, quien comenzó las exportaciones regulares de trigo, en un camino que convertiría a Bunge y Born, inscripta en el Registro Comercial en 1884, en uno de los complejos industriales más importantes del mundo, con negocios en América, Europa y Africa.

Nahuel Moreno señalaba que en 1908, cuando se dio la cosecha récord, “[…] los «Cuatro Grandes »- monopolizaban por entonces las exportaciones de cereal: Bunge y Born, Dreyfus, Weil Brothers y Huni y Wormser.”* En la década del veinte del siglo pasado entró al mercado norteamericano. Este grupo oligárquico terrateniente, a fi nes de la década de los 30 tenía la enorme Molinos Río de la Plata, varias industrias (la pinturería Alba, la textil Grafa, la Compañía Química…) Induco, Comega, entre otras, en campos y ganadería, comerciales y fi nancieras, montes para la explotación del tanino, y un largo etcétera. Durante el primer gobierno de Perón, cuando se fundó el IAPI y se nacionalizó el comercio exterior, compensó lo que dejó de ganar entrando en el mercado brasileño. Luego del golpe gorila retomó con todo sus negocios, y se siguió expandiendo, por ejemplo, con la fábrica de envases Centenera. Tienen participación en las poderosas empresas alemanas Bayer y Basf.

Durante la dictadura del Proceso, su amigo José Alfredo Martínez de Hoz y Domingo Cavallo le hicieron el favor a los Born de “estatizarle” su cuantiosa deuda externa, que era un poco superior (72 millones) a lo que pagaron por los hermanos.

Para cualquier trabajador 60 millones de dólares es una suma inimaginable. Pero si lo comparamos con los 700 millones de dólares que Bunge y Born comercializó solo en la Argentina en 1985, diez años después del pago del rescate, vemos que para ellos tanto no fue. Pudieron superar fácilmente esa “perdida” y seguir explotando a obreros y pequeños productores argentinos.

La empresa de alimentos Molinos Río de la Plata es una de las mayores del país, y de las que más ganan. Mientras tanto en la Argentina con los Born y el peronismo hay cada vez más hambre.

 

* Método de interpretación de la historia argentina. Pluma, Bs. As., 1975.


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