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José Castillo

Nuevo ajuste después de las elecciones

Con Cristina vuelve el FMI

La Argentina está a punto de volver a endeudarse con el Fondo Monetario Internacional. Lo hará para pagar los vencimientos de la deuda externa de los próximos meses, generando un nuevo capítulo de una bola de nieve sin fin.

La escena sucedió a fines de 2005. El entonces presidente Néstor Kirchner decidía, de la noche a la mañana, entregar en efectivo al FMI 9.810 millones de dólares. Un escándalo. La justificación era que de esa manera cancelábamos la deuda con ese organismo, “nos liberábamos” y ya nunca más íbamos a tener que someternos a sus políticas de ajuste.

Pasaron tres años, los Kirchner ya llevan pagados “cash” 25.000 millones de dólares en concepto de deuda externa (¡récord absoluto!) y ésta siguió aumentando, hasta superar los 150.000 millones (180.000 si contamos la parte de los bonistas que no entraron en el canje de 2006 y que el gobierno, cada vez más desembozadamente, trate de “incluir” de nuevo). La crisis mundial hizo que se terminara el “refinanciamiento fácil”, consistente en pedirle prestado a Venezuela -que nunca hizo “solidaridad latinoamericana” con nosotros, ya que nos prestaba con tasas de interés sustancialmente superiores a las del mercado mundial-.

Este año vencen casi 20.000 millones de dólares. El gobierno de Cristina empezó a buscar desesperadamente cómo resolverlo. Hasta ahora fue cumpliendo con los vencimientos, en parte renegociando vía bancos amigos y en parte usando la plata del Anses (léase de los jubilados). Pero para la segunda mitad del año quedan 10.000 millones de dólares a pagar, y los Kirchner saben que es imposible lograrlo sin ajustar el bolsillo de los trabajadores y el pueblo.

No hay un FMI bueno: hay que dejar de pagar

Durante estos años el gobierno peronista de los Kirchner se la pasó demagógicamente despotricando contra el FMI, pero jamás planteó retirarse del organismo. Su máximo “punto de conflicto” se dio cuando el Fondo, en sus documentos de Perspectivas Internacionales, publicaba números sobre la economía argentina que, obviamente, diferían de las impresentables truchadas del Indec. Argentina siguió participando de todas y cada una de las reuniones del organismo. En algún momento se sumó al coro de países como China, Rusia, India o Brasil, que reclamaban una mayor participación en la toma de decisiones. La realidad fue que los grandes países imperialistas (empezando por Estados Unidos, pero también la Unión Europea y Japón) se negaron sistemáticamente a ceder su papel absolutamente hegemónico: apenas si existe alguna aceptación, aún no concretada, de reconocerle “un poco más de participación” para China o la India. En la última reunión del G20, lo que se acordó (pero, de nuevo, aún no se implementó) fue aumentar el capital del Fondo para que éste volviera a tener un rol ante la crisis, en particular prestándole al Tercer Mundo.

Algunos países han accedido a lo que se llama “líneas de crédito flexible”. Así, a México le han prestado 47.000 millones de dólares, a Colombia 10.400 y montos menores a Costa Rica, El Salvador y Guatemala. Pero no son “préstamos sin condiciones”, sino que simplemente se otorgan con mayor velocidad y con menor papeleo, pero en todos los casos hay que someterse a las revisiones del Fondo y, por sobre todo, hay que devolverlos.

La Argentina, según múltiples fuentes calificadas, tiene avanzadísimas negociaciones para obtener del FMI 2.500 millones de dólares. Las hicieron el Presidente del Banco Central Martín Redrado y el ministro de Economía Carlos Fernández este último fin de semana en Washington. La operación se realizaría inmediatamente después de las elecciones del 28 de junio. El gobierno, que ya nos tiene acostumbrados a mentir descaradamente en todos los rubros, por supuesto que lo desmintió. Pero ya se le ve la pata a la sota: hay toda una campaña desarrollada por los economistas del oficialismo con el fin de mostrar que “el FMI cambió”, “ahora no es tan malo”, se pueden obtener créditos “sin condicionamientos”. Como ejemplo, podemos mostrar el reportaje a Aldo Ferrer en el ultra-oficialista diario Sur. El título lo dice todo: “hay que estar con el FMI pero con soberanía”. Brutal mentira.

Por un lado, son 2.500 millones más de deuda externa. De los que, obviamente no se verá un peso, ya que su destino es cubrir nuevos vencimientos de deuda externa. Por otro lado, está la intención de la Argentina, expresada en el propio discurso del ministro Fernández, de acceder a nuevos préstamos “con menor condicionalidad”. ¿Qué quiere decir? El FMI ha sido claro: que la Argentina vuelva a ser “auditada” por el Fondo y que el país “normalice” su relación con los acreedores. Blanco sobre negro, que pague su deuda con el Club de París y renegocie con los bonistas que quedaron fuera del canje en 2006. Hacer esto significa para los trabajadores argentinos una sola palabra: ajuste.

Los Kirchner nos están llevando de vuelta al FMI, a sus ajustes de hambre y miseria para el pueblo. La única salida, en cambio, es romper con el Fondo y dejar de pagar de una vez la ilegal e inmoral deuda externa, destinando ese dinero a trabajo, salario, salud y educación. Porque la actual crisis la tienen que pagar los capitalistas, no los trabajadores. Propuesta que vamos a plantear en la campaña electoral con el frente de izquierda que hemos formado.


Crisis provinciales: ¿Vuelven los bonos?

El gobernador Scioli autorizó a la Tesorería General de la provincia de Buenos Aires a financiarse con fondos del Instituto de Previsión Social, organismo provincial equivalente al Anses, que administra los fondos de las jubilaciones. A tal fin, emitirá “letras” (bonos) por hasta 1600 millones de pesos, respaldadas con la plata de los jubilados, con la que piensan cubrir gastos de la provincia. ¿Se transformarán estas “letras” en la base de sustentación de la futura versión kirchnerista de los patacones y lecops? Según el flamante ministro de Economía bonaerense “está totalmente descartada la idea” de que vuelvan los patacones. Pero bien sabemos que casi todo aquello que los gobernantes desmienten, termina siendo un hecho. Rumores similares recorren otras provincias, cuyos gobernadores han dicho que no tienen para pagar el aguinaldo de julio o los salarios del segundo semestre. Está claro. Después de las elecciones, se viene un nuevo ajuste.


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