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Miguel Lamas

Cuba

Purgas en la isla

El 2 de marzo el gobierno cubano anunció cambios sustanciales en el equipo de ministros y altos funcionarios. La información oficial decía que fueron “liberados” de sus funciones del que era vicepresidente, Carlos Lage y el canciller, Felipe Pérez Roque. En total fueron destituidos 10 ministros. ¿A qué se deben estos movimientos?

Fidel Castro y su hermano Raúl

Fidel Castro y su hermano Raúl

Medios de prensa internacionales, de distintas tendencias, hablaron de “diferencias” entre Raúl Castro y su hermano, especulando con que los destituidos eran “hombres de Fidel”.

Ambiciosos que hicieron un papel indigno

Al día siguiente el propio Fidel avaló la purga. Su “reflexión” habitual del Granma se tituló “Cambios sanos en el Consejo de Ministros”. Allí afirmó: “No se ha cometido injusticia alguna con determinados cuadros… La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos”.

Las palabras de Fidel, que implican una acusación moral, son mucho más duras que el comunicado oficial, que habló de “compañeros”… “liberados de sus funciones”. De todos modos, no hubo ningún tipo de acusación formal. Después de esa “reflexión”, los diarios cubanos publican en primera página las renuncias de Lage y Pérez Roque a todos sus cargos, afirmando los renunciantes que “cometieron importantes errores”, tampoco aclarando nada sobre cuales fueron.

El pueblo cubano se entera por televisión y el Granma de que los que hasta ayer eran dirigentes políticos respetados y queridos, ahora son “indignos”. Por otra parte, si hay diferencias políticas sobre el rumbo del país, no se abrió ningún debate público, en la que pueda participar, o al menos informarse, la población. Esto en momentos que los propios dirigentes hablan de la necesidad de “cambios”.

¿Seguir el “modelo Chino”?

Pasaron 50 años de la revolución de 1959. Pese al bloqueo y todas las incontables agresiones imperialistas de este medio siglo, el pueblo cubano no solo ha resistido y defendido su independencia, sino que, gracias a la expropiación de los capitalistas, mostró durante décadas la posibilidad de eliminar la pobreza extrema y marginación, características del mundo capitalista. Su salud y educación pública gratuitas en todos sus niveles, brillaron como algo único en Latinoamérica. Aún hoy, uno de cada 7 trabajadores cubanos es graduado universitario. Pero desde hace años los hermanos Castro encabezan un agudo proceso de restauración capitalista.

En una carta a Chávez de abril de 2007, Fidel repitió una vez más sus elogios públicos al “socialismo de mercado” de China. Estos comentarios de apoyo a la dictadura china se reiteran en Raúl y otros dirigentes, evidenciando que no son frases retóricas diplomáticas, sino el “modelo” a seguir por Cuba. Pero, en realidad, en China ya no hay socialismo. Hubo una esclavizante restauración capitalista que somete a los trabajadores a las multinacionales imperialistas como mano de obra barata, con jornadas extenuantes, y sin derecho de huelga y sindicalización.

Multinacionales y CUCs

En Cuba no ocurren hoy los extremos represivos y explotadores de China, pero si están aflorando muchos males del capitalismo, en primer lugar una aguda diferenciación social. También Cuba abrió las puertas a multinacionales en áreas fundamentales de su economía actual como el turismo, extracción de níquel y petróleo y en casi todas las actividades económicas.

La diferenciación social aparece claramente detrás del sistema de la doble moneda que rige en la isla desde 2004. Circulan el peso moneda nacional, en el que cobran su sueldo los trabajadores corrientes (promedio 350 pesos que equivalen a 12 dólares al mes), y el “cubano convertible” (CUC), equivalente a 24 pesos moneda nacional (y a 1 dólar). El CUC comenzó a utilizarse especialmente para el turismo, pero ahora esta doble moneda ha creado “dos economías” paralelas. Con su salario en pesos, los trabajadores pueden comprar en tiendas estatales algunos alimentos y otros bienes, según un cupo. Pero estos son escasos, de mínima subsistencia. La mayoría de los productos solo se consiguen en CUCs, legalmente o en el cada vez más extendido mercado negro. Eso ocasiona enormes distorsiones. Los que acceden a CUCs, como los taxistas, jerarcas de empresas estatales, empleados jerárquicos de las multinacionales, cuidadores de autos, guías turísticos o prostitutas, tienen un ingreso real varias veces superior a un obrero industrial, maestro, enfermera, profesor, científico o médico.

Esto obliga a la mayoría de los trabajadores a producir artículos “en negro”, para venderlos en CUCs. Desde alquilar casas a turistas, hasta hacer trabajos de plomería, carpintería, albañilería, incluso utilizando instalaciones estatales, pero cobrándolos en CUCs. Esto se extendió a la propia salud pública, donde para conseguir ciertos tratamientos o remedios hay que pagar, bajo cuerda, en CUCs. Así se viene deteriorando la conquista popular que significó la atención pública de la salud gratuita y de alta calidad. Hay hasta fábricas clandestinas de cerveza, ron, tabaco, empresas albañilería, que venden sus productos en CUCs.

Un régimen represivo abre el país al capitalismo

Estos cambios económicos ya impuestos, como la entrada de multinacionales y la doble moneda, no fueron discutidos nunca en un debate público con el conjunto del pueblo cubano. El proceso puede llevar efectivamente a la “vía China”, que fuera elogiada por los hermanos Castro, liquidando las conquistas sociales de la revolución.

La destitución de Lage y Pérez Roque recuerda a las “purgas” de Stalin en la antigua URSS, de funcionarios que “confiesan” sus “errores” y son expulsados y acusados de crímenes (Stalin solía, además asesinarlos), sin que el pueblo sepa y pueda discutir la verdad.

Esto es gravísimo, ya que sólo la intervención de los trabajadores y el pueblo cubanos, el libre debate y expresión política de todos los que apoyan la defensa de las conquistas sociales (que es la inmensa mayoría), puede acabar con la opresión del partido único, terminar con los privilegios burocráticos, volver a poner el conjunto de la economía en función de las necesidades sociales y terminar con ese camino a la restauración que está llevando a Cuba en la dirección que tomaron Rusia y China.


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