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Mercedes Petit

Hace 50 años Frondizi privatizó el frigorífico

Frigorífico Lisandro de la Torre: huelga y represión

En enero de 1959, luego de una heroica ocupación y varios días de huelga general, se consumó la privatización del frigorífico municipal de la Ciudad de Buenos Aires, que permitía al Estado controlar la comercialización y exportación de la carne.

Los trabajadores salieron a defender el Frigorífico estatal

Los trabajadores salieron a defender el Frigorífico estatal

En 1958, desde su exilio en Caracas, el proscrito general Perón dio la orden de votar al candidato de la UCRI (Unión Cívica Radical Intransigente), Arturo Frondizi. En la campaña electoral Frondizi venía proclamando posiciones nacionalistas e industrialistas, lo que se llamó el “desarrollismo”. Tan pronto asumió, comenzó a aplicar una política totalmente proimperialista y antiobrera, de sumisión al FMI y las grandes multinacionales. En julio lanzó la “batalla del petróleo”, multimillonario negociado con el cual entregó este recurso fundamental a ocho grandes multinacionales. Luego, mientras crecían la inflación, el deterioro de los salarios y comenzaban las huelgas, abrió la educación a las empresas privadas y la Iglesia Católica.*

Privatización y huelga

El Lisandro, situado en el barrio de Mataderos, era el frigorífico más grande de América Latina. Había sido nacionalizado por Perón y transferido a la municipalidad de la Capital. Se faenaban un millón y medio de kilos de carne vacuna por día, además de ovina y porcina. Gracias a sus dimensiones, el Estado regulaba a todos los demás, fundamentalmente las grandes empresas inglesas y yanquis como el Swift y el Armour, y permitía recuperar una gran cantidad de divisas provenientes de su cuota de exportación, a la vez que fijaba el precio al consumo interno.

El 14 de enero se sancionó la ley de privatización, para entregarlo a precio vil (tipo las privatizaciones de los 90) a la gran patronal nucleada en la Corporación Argentina de Productores de Carne (CAP).

La reacción de sus 9.000 trabajadores fue inmediata, ocupando la planta y declarando la huelga para evitar la entrega. El 15 comenzó la toma de las instalaciones. Cuando la conducción del sindicato volvió de una entrevista con Frondizi en Olivos, se ratificó la medida en una asamblea masiva.

La toma se convirtió en movilización popular, con las familias de los trabajadores y los vecinos. Muchos comercios y pequeñas industrias de Mataderos y Lugano se solidarizaron con los huelguistas, paralizando sus actividades. Dos horas después de tomado el frigorífico, decenas de miles de personas rodean la planta. Durante toda la jornada fue el centro organizador: estudiantes, vecinos, familiares y comerciantes. En el portón colgaba un cartel: “En defensa del patrimonio nacional”.

En la madrugada del 17 de enero, 1.500 efectivos armados, de la Policía Federal, Gendarmería y el Ejército, con el apoyo de tanques, se lanzaron sobre el frigorífico. En un violentísimo ataque destruyeron la puerta y lograron desocuparlo. Uno de los recursos fundamentales que tenían previsto los ocupantes para hacer frente a la represión falló. Un grupo de obreros estaba preparado para largar la hacienda acumulada si entraban a desalojarlos. Llegado el momento, los animales se movieron poco y nada, y se entretuvieron pastando en los canteros de la planta. Quedó para la historia aquello de “las vacas estaban cansadas”. Los dirigentes fueron presos. Cinco mil trabajadores quedarían despedidos.

Las 62 traicionaron la huelga general

La conducción sindical peronista dirigía la CGT, desde las 62 Organizaciones. Ante la ofensiva de Frondizi, no implementó medidas de conjunto y duraderas. Paros esporádicos e inefectivos, huelgas aisladas y “treguas” para desmovilizar, iban desgastando al movimiento obrero. Ante la ofensiva contra el Frigorífico, no se hizo nada hasta que se consumó el desalojo. Luego, de contragolpe, la Mesa de las 62 decidió abruptamente, a propuesta del metalúrgico Vandor, lanzar la huelga general por tiempo indefinido a partir del domingo 18 de enero. Una vez lanzada la medida, tampoco hicieron nada para garantizarla. La mayor parte de los dirigentes cayó presa de inmediato, al presentarse en los locales sindicales donde los esperaba la policía…

En forma heroica y sin dirección centralizada, de todos modos la clase obrera protagonizó una de sus mayores huelgas generales. En la industria la paralización fue total. En el transporte, el gobierno debió recurrir a suboficiales del ejército y la Marina para conducir algunos vehículos. Parte importante del comercio adhirió. Los barrios de Mataderos, el bajo Flores, Villa Luro y Lugano fueron prácticamente tomados por los obreros durante cuatro o cinco días. Berisso, Ensenada y Dock Sud, zona de grandes frigoríficos, fueron ocupados por fuerzas militares para quebrar la respuesta obrera. Gremios dominados por el Partido Comunista (los estalinistas) y gorilas fueron obligados a adherir.

El día 20, los dirigentes de las 62 que no estaban presos decidieron el fin de la huelga. Según ellos se había “fracasado”, por la represión y la supuesta “poca combatividad de la masa”. Algunos gremios chicos exhortaron a seguir. Todavía el 22 pocas fábricas trabajaban, y en Rosario y Avellaneda, centros del activismo más combativo, recién se levantó el 24. Los militantes de Palabra Obrera, la organización que lideraba Nahuel Moreno y que actuaba en numerosas fábricas y en las 62 organizaciones, acompañó la huelga hasta último momento y denunció la traición de la conducción peronista.

La ocupación del Frigorífico Lisandro de la Torre y la huelga general de enero de 1959 fueron uno de los grandes picos de la resistencia del movimiento obrero argentino. Pero su fuerza y heroísmo no alcanzaron para doblegar al gobierno de Frondizi y su represión. Se abrió un período prolongado de luchas también heroicas pero defensivas, producto de la derrota.

 

* Véanse notas en El Socialista Nº107, 114 y115. También Palabra Obrera y la Resistencia (1955-1959), El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina, tomo 2, coordinado por Ernesto González. Editorial Antídoto.


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