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José Castillo

¿De qué “nacionalización” habla Bush?

La crisis económica llegó a un punto donde ya todos hablan de “nacionalizaciones de bancos” como la última salida. Los europeos le ganaron a Bush en el monto de su rescate: 2,5 billones de dólares. Sigue el salvataje millonario de los capitalistas

La crisis mundial la deben pagar los capitalistas

La crisis mundial la deben pagar los capitalistas

Paul Krugman, economista crítico de Bush y columnista “estrella” del New York Times, lo venía reclamando en sus columnas desde hace dos semanas: que los 700.000 millones de dólares del super-rescate yanqui debían ser utilizados para comprar acciones (o sea pedazos de propiedad de los bancos) y no simplemente para estatizar las pérdidas de los créditos incobrables de las hipotecas y sus derivados. Krugman sostenía que “había que seguir el ejemplo de Gordon Brown, el primer ministro británico, que “recapitalizó” el Royal Bank of Scotland , el HBOS y el Lloyd ISB, convirtiendo al estado británico en el mayor accionista de los tres, en lo que fue leído por la prensa como una virtual “nacionalización”.

El lunes por la mañana, Krugman se levantó con dos buenas noticias (para él). La primera fue que los más importantes países de Europa acordaron un colosal plan de “salvataje” por la increíble suma de 2,5 billones de dólares que, por un lado serviría para que el estado garantice los préstamos entre bancos, y por el otro, los “recapitalice”, que significa comprar acciones y tener asientos en sus directorios. Poco después, el mismo Bush anunció que también los Estados Unidos utilizarían 250.000 millones de sus 700.000 para comprar acciones de bancos “en problemas”. La segunda buena noticia fue que la Real Academia Sueca de las Ciencias (con buen “olfato” político) decidió otorgarle el Premio Nobel de Economía. Cumplía con los dos requisitos que “están de moda”: ser opositor a Bush y reclamar que el estado intervenga “más fuerte” para salvar a los bancos.

Krugman fue muy didáctico al señalar hasta dónde debe llegar la intervención del estado: habla de la necesidad de “nacionalización temporaria y parcial” (New York Times, 14/10/2008). “Parcial”, porque se trata simplemente de ponerles dinero arriba de la mesa a los bancos para que sigan su juego, por el mecanismo de comprarles acciones. Claro que los yanquis leen lo de “parcial” como más “parcial aún”: mientras que los europeos están dispuestos a sentar al estado en algunas sillas de los directorios, en Estados Unidos se habla de la compra de “acciones preferidas” (las que no dan derecho a voto), lo que, traducido, quiere decir darle más dinero sin condiciones. Y el otro adjetivo que usa Krugman es “temporario”: aquí sí coinciden yanquis y europeos. Sólo se trata de salvar a los capitalistas; luego los estados de ambas partes del Atlántico se “retirarán elegantemente”, vendiendo las acciones, y permitiéndoles que vuelvan a sus ganancias y negocios a costa de la gente.

La crisis es de tal tamaño que resulta patético ver a todos los economistas imperialistas explicando ahora porqué “debe intervenir el estado en la economía” y “no se puede dejar todo librado a la regulación del mercado”. Era tragicómico, por ejemplo, observar el domingo pasado a López Murphy y Grondona explicándose mutuamente por televisión porqué está bien que los ingleses estaticen sus bancos.

Los trabajadores necesitan una verdadera nacionalización de la banca

Cuando los socialistas explicábamos como parte básica de nuestro programa que hay que nacionalizar la banca, éramos señalados como utópicos propagandizadores de consignas imposibles. Hoy aparece como una “política imprescindible” en boca de Bush, Sarkozy, Angela Merkel o Gordon Brown. Pero no tenemos que equivocarnos: ni esto es una nacionalización de verdad, ni le sirve a los trabajadores o pueblos del mundo.

Una verdadera nacionalización de la banca, por la que peleamos los socialistas, debe comenzar por expropiar sin pagarle un peso a los grandes pulpos de las finanzas mundiales, echando a los obscenos directores que ganaban millonadas de dólares de “premios”. No se trata de “comprar acciones” o “sentar algún director en la mesa de administración del banco”, sino que el estado efectivamente tome la propiedad y el control.

Y la otra gran diferencia es “para qué” nacionalizar. En vez de salvar a los banqueros y sus negociados, lo que habría que hacer en los Estados Unidos es parar todas las ejecuciones y remates a los trabajadores que no pueden pagar sus viviendas. Y, más en general, en cualquier caso donde hablemos de nacionalización, se trata de poner toda la masa de ahorros al servicio de un programa de desarrollo que garantice salud, educación, vivienda y trabajo para todos. Claro que es imposible pensar en algo así con gobiernos como los actuales, cuyo principal objetivo es cuidarle las espaldas a los negocios de los capitalistas. Sólo gobiernos de los trabajadores y el pueblo podrán llevarlo adelante, en el camino al socialismo.


¿Crisis del neoliberalismo o crisis del capitalismo?

Cada vez son más los que sostienen que esta crisis es producto “del neoliberalismo”, o de la “ausencia de regulaciones”. Según estos planteos, habría un capitalismo “malo”, “neoliberal”, que además de injusto nos habría llevado al desastre. Y se le podría oponer entonces un capitalismo “bueno” que, con algunas regulaciones del estado, podría funcionar más o menos equitativamente.

Pero esto es completamente falso. La actual crisis es un producto de la misma lógica del capitalismo imperialista, un sistema que funciona en base a la exclusiva obtención de ganancia de las multinacionales y los banqueros. Que, cuando marcha bien, y los capitalistas invierten productivamente en fábricas, máquinas y equipos, obtiene el origen de su rentabilidad explotando lo más posible a los trabajadores. Y cuando funciona “mal” genera crisis como las actuales.

El capitalismo es un sistema donde las decisiones de inversión no se toman en base a las necesidades sociales ni son el resultado de ningún proceso de planificación conciente. Cada capitalista (multinacional o pulpo financiero), en el caos del mercado, luchando por desplazar a los otros, para tratar de lograr los lugares más monopólicos posibles en su rama, incorporando cada vez más maquinarias e insumos, para “abaratar” sus mercancías. Cada vez necesita más y más capital para “seguir en competencia”. Y necesita, entonces una mayor cantidad de ganancia, para obtener el mismo porcentaje (tasa) sobre el capital invertido. Por eso, cuando los capitalistas ven que no les conviene, porque no es suficiente, la tasa de ganancia que van a obtener en la producción, en vez de invertir ahí sus capitales, se vuelcan a miles de maniobras especulativas.

Esto fue, por ejemplo, lo que estalló hace un año, cuando explotó por el aire la “burbuja especulativa” de las hipotecas en Estados Unidos y los que habían comprado sus casas a crédito, se encontraron con que ya no podían pagar sus cuotas ante el aumento de las tasas. Miles de millones de dólares se transformaron en incobrables. El negocio era para los grandes bancos imperialistas que, mientras tanto, habían usado esos créditos como “activos”, o sea que los vendieron, mezclando hipotecas buenas (de cobro seguro) con otras “subprime” (de cobro dudoso o incobrable). Ese paquete de hipotecas era a la vez “reempaquetado” y vuelto a vender. Y el que lo compraba, encima lo hacía con dinero que pedía prestado. Era deuda sobre deuda. Obviamente, cuando la cadena se rompió, porque los deudores hipotecarios no podían pagar sus cuotas, todo se vino abajo como un castillo de naipes. Lo increíble era que todas estas operaciones, que generaban brutales ganancias ficticias, eran perfectamente legales. Eran la forma en que los capitales se valorizaban.

Hoy muchos se horrorizan: ¿Cómo era posible que sucediera semejante timba? Pero no es la primera vez. En la década pasada, los capitales especulativos también habían generado burbujas y sus posteriores estallidos en México (1994), con el efecto Tequila, en el Sudeste Asiático en el ´97, en Rusia en el ´98 y en Argentina en 2001. O más atrás en el crack de Wall Street de 1987. Y, si queremos retroceder décadas en el tiempo, también debemos recordar que otra brutal especulación en la Bolsa de Valores yanqui fue el origen de la crisis de 1929, que llevó a la gran depresión de la década del ´30.

No se trata entonces del “neoliberalismo”, sino, sin eufemismos, del capitalismo imperialista. En distintas décadas, en diferentes regiones del planeta, con distintas políticas, el capitalismo llevó, en su lógica bestial de la ganancia, a que la especulación condujera a estas crisis agudas, que aumentan astronómicamente la miseria, el desempleo y la explotación. Y, como también sucedió tantas veces, el capital imperialista trata luego que los trabajadores y los pueblos explotados sean los que paguen “los platos rotos” de su especulación sin límites. Así sucede ahora nuevamente. Debemos pelear para impedirlo.

J.C.


Corruptos

Richard Fuld, ejecutivo en jefe de Lehman Brothers, uno de los cinco bancos yanquis rescatados, ganó 480 millones de dólares en sueldos y 350 palos verdes de indemnización. Los ejecutivos de la aseguradora AIG, seis días después de que la rescataron con 85.000 millones de dólares, gastaron 500 mil de la propia firma en un hotel de lujo en las playas de California. Ocuparon 60 habitaciones por 200 mil dólares, gastaron 150 mil para comidas, 10 mil en el bar y 23 mil en el spa... mientras el pueblo estadounidense estaba pagando la cuenta.


Michael Moore

El cineasta Michael Moore denunció: “Los 400 estadounidenses más ricos tienen más que los 150 millones de más abajo. Su valor neto combinado es de 1,6 billones de dólares. Durante los ocho años de gobierno de Bush, su riqueza se ha incrementado por casi 700 mil millones, el mismo monto que ahora están demandando que les demos para su ´rescate´”.


Película sabia

Durante un pasaje de la película Wall Street, filmada hace 20 años y dirigida por Oliver Stone, se establece un diálogo entre un inversionista multimillonario y su aprendiz. El primero le dice: “¿Acaso no sabes que el 1% del país es dueño del 50% de la riqueza?. Más del 90% del país ha sido convencido de que así es el mundo”. Y agrega: “Yo no produzco nada. Sólo juego con lo que ha sido creado por otros. Quizás eres tan ingenuo que crees que vivimos en una democracia. ¡Esto es el libre mercado!”. La historia se vuelve a repetir.


Reloj chico

Estados Unidos es el país con mayor deuda externa: 10 billones de dólares (70 veces la de Argentina). Tal es así que, al reloj que exhibe esos números, en Nueva York, no le alcanzan los dígitos para registrarla: hay que agregarle otro, pero recién el año que viene.


Pobreza mundial

De los 6.000 millones de habitantes que tiene el mundo, 2.700 están en la pobreza y 923 millones padecen hambre. La fundación española La Caixa calculó que, erradicar la pobreza del mundo, costaría 10 veces menos que el plan de rescate financiero de los Estados Unidos.


IV Coloquio de la SEPLA

(Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico

22 al 24 de Octubre, Facultad de Ciencias Económicas-UBA

Panel Imperialismo, dependencia y globalización financiera

Miércoles 22-10.

Tucumán 3035. Aula 17
8.30 hs. Exponen:
Claudio Katz
José Castillo
Victor Hugo Klagsbrunn
Clarisse Coutinho
Rodrigo Alves Teixeira
y Tomas Nielsen Rotta

 

Viernes 24-10-19 horas.

Mesa redonda de cierre. “La economía mundial y la crisis del capitalismo”.

Salón de Actos. Facultad de Ciencias Económicas. Córdoba 2122. 2º piso.

José Castillo-Argentina
Gérard Duménil-Francia
Fred Moseley-EE.UU.
Alejandro Valle Baeza-México


Escribe:
Ricardo Cubeiros

Desastre social en Estados Unidos

La crisis ya comienza a expresar sus efectos en el pueblo trabajador norteamericano, en el marco de una situación social que ya venía deteriorándose. Las estadísticas antes del derrumbe ya indicaban que en Estados Unidos sufren hambre más de 35 millones de personas, el 12% de la población. En Nueva York hay casi dos millones de hambrientos.

Carecen de seguros de salud 47 millones de personas. La mortalidad infantil (más de 8 muertes por 1000 nacidos, UNICEF) es más del doble que los demás países imperialistas y en el mismo nivel que Emiratos Árabes Unidos, Eslovaquia, Lituania, Serbia y Tailandia.

En septiembre se perdieron en Estados Unidos 159.000 puestos de trabajo (Clarín, 12/10). En California, el estado más rico del país, el gobernador Arnold Schwarzenegger hizo reducir la asistencia a los enfermos de sida y a ancianos pobres, además de bajarles los sueldos a 100 mil empleados al mínimo.

Según un informe de la American Psychological Association, el 80% de los estadounidenses sufre de estrés por la economía y el temor a perder el empleo. El 46% tiene miedo de que no le alcance para comer.

Mientras tanto, los ciudadanos que confiaron sus ahorros y jubilaciones al mercado han perdido más de 2 billones de dólares (2 millones de millones). “Estamos jodidos, ahora nadie se podrá jubilar. Todos tendrán que trabajar hasta que se mueran, pero ahora ni hay empleos”, dice un economista sindical a La Jornada” (David Brooks, La Jornada).

Millones pierden su casa por no poder pagar la hipoteca o el alquiler. Tom Dart, el sheriff del condado de Cook (Illinois) argumentó su negativa a cumplir órdenes de desalojo: “Donde las empresas hipotecarias ven pedazos de papel, mis hombres ven personas. No forma parte de nuestro trabajo hacer desalojos en nombre de bancos y empresas hipotecarias multimillonarias”. (Chicago Sun-Times)

Sólo en septiembre hubo 107.500 desalojos. Se calcula que 3 millones de familias serán desalojadas o amenazadas por el desalojo antes de fin de año. El Wall Street Journal informa que 1 de cada 6 propietarios en EEUU está “con el agua al cuello”, deben más por sus casas de lo que realmente valen. Esto representa 12 millones de familias.

Se han formando ciudades de carpas en Fresno, Reno, Seatlle, San Diego, Portland, Columbia y otros lugares. En la rica Santa Bárbara, California, el municipio habilitó 12 estacionamientos para personas que perdieron sus casas y ahora viven en sus coches.

En su último discurso del lunes 13, el candidato demócrata Barack Obama, buscando votos, se acordó por fin del drama de millones de norteamericanos y propuso una suspensión de 3 meses de los desalojos. ¡Justo hasta que pasen las elecciones! No dijo nada sobre los ya desalojados.

Mientras, la huelga de 27.000 obreros de la fábrica de aviones Boeing, una de las más grandes del mundo, ya superó los 40 días. Exigen aumento salarial y que la empresa no tercerice trabajos en otros países.

Calculando que irá creciendo la bronca popular, por primera vez en la historia, el ejército está desplegando una unidad de combate en servicio activo regular, para uso a tiempo completo dentro del país. La unidad -conocida como “Raiders” (asaltantes)- es una de las más “selectas” del Ejército. Ha pasado casi tres de los últimos cinco años en Irak. Un artículo que apareció este mes en Army Times, una publicación muy leída por los militares, dice que “se podrá recurrir a ellos para ayudar en casos de descontento social y control de multitudes”. Seguramente los trabajadores yanquis sabrán responderles contundentemente.


Brasil, Argentina, Venezuela…

Por un frente de países latinoamericanos para no pagar las deudas externas

Chavez, Cristina y Lula.

Chavez, Cristina y Lula.

En un hotel de Río de Janeiro acaban de reunirse ministros y viceministros de Relaciones Exteriores de 33 países de América Latina. El canciller brasileño, Celso Amorín, destacó que es la primera vez en 500 años que se realiza una reunión de ese nivel, en la cual no participan Estados Unidos y Canadá. Sin duda, el huracán de crisis capitalista que recorre nuestro continente y el mundo exige reuniones y medidas excepcionales y urgentes. Pero no es eso lo que están haciendo los gobiernos de Lula, Bachelet o Kirchner, ni tampoco Hugo Chávez.

La convocatoria es para dentro de dos meses, mientras todos los días se siguen derrumbando bancos y bolsas, o se cierran fábricas. Y hasta ahora las medidas en curso son de salvataje a los patrones, los bancos y las multinacionales. Lula acaba de disponer 50.000 millones de dólares para los bancos en problemas.

Las medidas urgentes que hacen falta comienzan por dejar de pagar las deudas externas. Esa es la decisión inmediata que deberían encarar Lula, Kirchner, Chávez, para encabezar un frente latinoamericano que haga efectivo el no pago. La crisis mundial plantea una necesidad, y a la vez posibilidad inmediata de ruptura con el imperialismo, no pagarles un solo dólar más de deuda externa, la unidad de los países latinoamericanos y todos los países acosados por deudas externas y agresiones imperialistas, para tomar fuertes medidas económicas y políticas en común que nos den reales posibilidades de enfrentar la crisis con algo más que palabras.

El grueso de los pagos de la deuda va al bolsillo de los ladrones que han esquilmado a sus propios pueblos o a financiar guerras invasoras como las de Irak y Afganistán.Los mismos estafadores, bancos y multinacionales yanquis en crisis o cómplices de los vaciamientos, como el Morgan, Citibank, Boston, tienen filiales en Latinoamérica y actualmente mueven libremente sus fondos de un país a otro. ¡Para que la crisis no la paguen nuestros pueblos hay que cortar esto de raíz! ¡Hay que echarlos porque son estafadores peligrosos!

Y hay que sacar de inmediato todos los fondos de reserva internacional de América Latina depositados en Estados Unidos. Chávez alertó sobre esto y llama a fortalecer el Banco del Sur, que formarían los países latinoamericanos, pero que aún no pasó de una expresión de deseos. No se trata, además, sólo de crear otro banco estatal, mientras los multinacionales siguen controlando los flujos financieros, sino de nacionalizar la banca y terminar con la dependencia de las multinacionales de las finanzas en todos los países, nacionalizar el comercio exterior y controlar toda salida de dinero o productos, y estatizar los hidrocarburos y minerales, con control de los trabajadores.

peleando importantes sectores obreros y populares en Bolivia, Venezuela y otros países, son las únicas que pueden cortar de raíz el saqueo. Así se puede empezar a poner en pie una unión latinoamericana que sirva a los intereses populares.

J.C.


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