El Socialista

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Mercedes Petit

Fue el referente del “ala dura” del peronismo

Recordando a John William Cooke

Hace 40 años, el 19 de septiembre de 1968, en el Hospital de Clínicas, moría de un cáncer de pulmón este peronista desde la primera hora, que encarnó las expectativas de la liberación y el socialismo a través del nacionalismo burgués y la lucha guerrillera.

Juan Domingo Perón y su delegado personal, John William Cooke

Juan Domingo Perón y su delegado personal, John William Cooke

John William Cooke nació en 1919. De joven siguió la senda familiar del radicalismo irigoyenista. Pero se cruzó con los grandes cambios vividos en la Argentina en la década del 40. El 17 de octubre de 1945, una gran manifestación reclamaba por la libertad de coronel Juan Domingo Perón. Entre la multitud, en su mayoría trabajadores, estaba “John William Cooke, ese corpulento militante radical que años después se convertiría en el padre indiscutible de la izquierda peronista”*.

El peronismo “del 45”

El peronismo surgió como un vigoroso nacionalismo burgués antiyanqui, que otorgó importantes conquistas a los sectores obreros y populares. El nivel de vida de los trabajadores mejoró notablemente. Este nuevo movimiento impactó con fuerza en sectores de la intelectualidad y de otras fuerzas políticas, en particular un ala de la UCR. El padre de Cooke, diputado radical, se sumó al gobierno como canciller en 1945. En enero del 46, el joven Cooke fue elegido candidato a diputado por la UCR-Junta Renovadora, aliada al peronismo. Con el gran triunfo de la fórmula Perón-Quijano, que derrotó a la Unión Democrática, Cooke asumió como el más joven de los diputados, con sólo 26 años. Para él, surgía una “izquierda nacional” representada por el peronismo y su líder.

Como diputado tuvo posiciones propias, como cuando no aceptó la ratificación del Acta de Chapultepec (que fortalecía el “panamericanismo”, es decir, el dominio yanqui), ordenada por Perón. En 1952 decidió no renovar su banca. Desde el llano, y publicando la revista De Frente, se opuso al contrato con la petrolera California, mientras denunciaba la burocratización creciente de la conducción gremial peronista.

Delegado de Perón

El 16 de junio de 1955, Cooke participó, pistola en mano, en los tiroteos contra los militares gorilas que bombardearon Plaza de Mayo. No aceptó ocupar un ministerio, como le ofreció Perón, pero asumió como interventor en el PJ porteño. En octubre, luego del triunfo del golpe de Estado, fue detenido. En noviembre de 1956, Perón, refugiado en Caracas, lo nombró su delegado personal y heredero político.

Cooke logró fugarse del penal de Río Gallegos. En Chile se casó con Alicia Eguren.

Era característico de Perón alentar o dejar correr alas “duras” y “blandas”, a veces incluso en forma simultánea. Durante su gestión como delegado personal, y fundamentalmente en el pico de la resistencia, en 1957, Cooke, siempre en el “ala dura”, dialogaba con Perón desde el punto de vista de elegir el mejor momento para la “insurrección” y otros argumentos de izquierda, pero siempre en el marco de la confianza ciega en Perón. La corriente trotskista que encabezaba Nahuel Moreno, Palabra Obrera, mantenía contactos y discusiones con él, como parte de las agrupaciones y tendencias que desde la resistencia a la Libertadora formaban parte del “ala dura” del movimiento obrero peronista**.

Cuando surgió y se impuso el vandorismo en 1957, Cooke lo apoyó, y explicaba sus eventuales críticas o diferencias con Vandor y la nueva burocracia sindical con el argumento de la “falta de nivel teórico” de sus dirigentes. A fines de 1957, con Perón exiliado en Caracas, Cooke hizo las negociaciones secretas que llevaron al pacto Perón- Frondizi y al triunfo electoral de la UCRI en febrero de 1958.

El radical Arturo Frondizi representaba un corriente burguesa que se proclamaba “desarrollista” e industrialista. Rápidamente, los trabajadores comprobaron que su voto instauró un gobierno profundamente proimperialista y antiobrero. Perón siguió exiliado, aunque desempolvó la vieja consigna “de casa al trabajo y del trabajo a casa”. En julio, con discursos sobre la “soberanía nacional”, Frondizi entregó el petróleo, y en octubre oficializó la enseñanza privada, entre otros ataques a los intereses nacionales, obreros y populares. En 1959 siguió con la represión a la huelga del Frigorífico Lisandro de la Torre y el Plan Conintes. Una vez más, por acatar las órdenes de Perón y alentar la confianza en sectores burgueses, aunque se hiciese con los argumentos de la liberación nacional de Cooke, el movimiento obrero argentino sufría una importante derrota.

La revolución cubana y el guerrillerismo

El 1 de enero de 1959 cayó el dictador cubano Batista y triunfó el movimiento revolucionario liderado por Fidel Castro. Cooke se entusiasmó con el castrismo y el Che Guevara. Él mantenía su total fidelidad a Perón, pero ya había perdido autoridad en el partido luego de la huelga del frigorífico. A fines de 1959 inspiró la fugaz y malograda experiencia de la primera guerrilla en Santiago del Estero, los Uturunco. Desde 1960 viajó a menudo a Cuba y se relacionó estrechamente con Guevara.

Así fue radicalizando sus posiciones, incorporando la necesidad de la revolución social. Su elaboración sobre un “peronismo revolucionario” y sus críticas a un “aburguesamiento” no tuvieron eco en Perón y su entorno. Fracasaron las gestiones de Cooke para que el viejo líder, exiliado en la España franquista, se instalara en Cuba, invitado por Fidel. Para 1966, el distanciamiento de Perón con su ex delegado ya era definitivo.

 

* Hernán Brienza: John William Cooke, el peronismo revolucionario. Capital Intelectual, colección Fundadores de la izquierda Argentina, Bs. As. 2006.

** Ernesto González (coordinador): El trotskismo obrero e internacionalista en la Argentina. Ediciones Antídoto, Tomo 2 (1955-59).


El “socialismo nacional”

John William Cooke fue un intelectual honesto y luchador, que dedicó su vida a perseguir utopías. Primero, fue la liberación nacional dirigida por un líder burgués, Perón, y su movimiento, el peronismo. Luego, manteniendo siempre su confianza política en Perón, buscó unir esa liberación a la revolución social y el “socialismo nacional”, que surgiría de la lucha guerrillera impulsada por ese movimiento peronista.

Murió a los 48 años. Poco después, el dirigente al cual apoyó y defendió toda su vida, Perón, comenzó a alentar las “formaciones especiales” guerrilleras, algunas de las cuales levantaron la “patria socialista”, y que darían lugar luego a los Montoneros. Al mismo tiempo, Perón ponía en marcha el Gran Acuerdo Nacional con el general Lanusse y el radical Balbín, que daría lugar al gobierno de Cámpora, e inmediatamente al del propio Perón e Isabel. El movimiento obrero argentino, una vez más pagaría muy caro su adhesión al peronismo. El regreso de Perón al gobierno y el total fracaso de los Montoneros mostraron una vez más que por el camino de seguir a la burguesía y sus líderes no se llega a la liberación ante el imperialismo, ni mucho menos a la revolución y el socialismo, sino a grandes derrotas.


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