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A Cristina las alegrías le duran poco

El martes 2 la presidente anunciaba, con bombos y platillos, que se le pagaba la deuda al Club de París. En la Rosada, los ministros, los funcionarios y Moyano aplaudían de pie. Pretendían dar una muestra de fortaleza política y económica. La alegría les duró poco. A las 48 horas las sonrisas se borraron. El país se sacudió con la escena de una rebelión de usuarios, en Castelar y Merlo, contra el pésimo servicio de TBA. Además, los docentes bonaerenses se rebelaban contra el acuerdo salarial pactado por sus dirigentes. Y encima los acreedores internacionales se agrandaban pidiendo más pago de deuda externa.

El gobierno pretendió dar una muestra de fortaleza, pagando cash al Club de Paris. Pero la realidad muestra que se trató de una medida improvisada y fruto de la exigencia que le hizo el imperialismo días atrás a través de la visita de Thomas Shannon. La semana pasada ha sido la muestra de la extrema debilidad política del gobierno, apretado por el imperialismo y la banca usurera internacional y por los reclamos de los trabajadores (paros de docentes, estatales, salud) y por los usuarios de los malos servicios de los trenes privatizados. Esa debilidad se agudizó desde el triunfo popular que significó que cayera el impuestazo a los pequeños productores del campo.

Un golpe de efecto contra el pueblo

Muchos se están preguntado: ¿por qué pagaron 6700 millones de dólares al Club de Paris y encima de contado? Es evidente que lo hicieron para responder como buenos “amigos” las demandas que les hicieron los representantes del imperialismo y las multinacionales, la semana anterior, en la reunión del Consejo de las Américas, realizado en el salón Vip del hotel Alvear. Allí había empresarios argentinos y de los EE.UU., encabezados por Thomas Shannon, el representante de Bush en la región. Entonces, el jefe de Gabinete, Sergio Massa, declaraba: “¿Quién dijo que estamos negociando con el Club de Paris?” (Clarín, 28-8). Una semana después, Cristina anuncia el pago al Club de Paris. Tenía razón Massa, no negociaron nada, pagaron directamente.

Tan improvisada y alcahueta del imperialismo fue la medida, que hasta agentes del FMI criticaron un procedimiento tan rastrero. Claudio Loser, ex director de ese organismo para la región y actual economista de Interamerican Dialogue, dijo: “Es un error anunciar un pago unilateral, porque el Club de Paris se dedica a negociar…aún sin pasar por el FMI, se puede armar cosas interesantes, como pagar en uno o dos años…la intención de Argentina, merece un 10, pero la ejecución un 4” (Clarín, 5-9).

Cristina Kirchner pretendió dar un golpe de efecto, a costa del pueblo, para mostrar una supuesta fortaleza económica ante las multinacionales. Pero le salió mal porque, como siempre, el imperialismo y los buitres de las finanzas internacionales siempre piden más.

Los empresarios, las multinacionales y la mayor parte de los políticos patronales aprobaron la medida, como “un buen gesto para mejorar los negocios”. Pero enseguida los personeros de Wall Street y de la banca internacional empezaron a pedir más. Reclaman que se pague a los bonistas y que se cumpla con las deudas que reclaman multinacionales que tienen fallos a favor del CIADI (Centro Internacional de Arreglos de Diferencias relativas a Inversiones). Por ejemplo, hay reclamos de deuda de Telefónica por 2.834 millones dólares; de Aguas Argentinas por 1.700; de Siemens por 500, entre y otros.

La crisis mundial, el ajuste y los reclamos salariales

El gobierno no tiene márgenes para alegrías ni para remontar su crisis política y económica, porque está atrapado entre dos fuegos: la crisis económica mundial del capitalismo y el crecimiento de los reclamos y las luchas por salario de los trabajadores.

Justo ahora los enviados del imperialismo vinieron a apretar por el pago de la deuda, porque lo que domina es la crisis económica en EE.UU. y el mundo. Y la única receta que tienen es seguir con el saqueo a los países explotados y que la paguen sus pueblos. Para eso les resulta tan útil tener gobiernos como los del PJ. La nueva crisis aguda del capitalismo ya lleva más de un año y no la pueden parar. Esta semana el gobierno de Bush tuvo que salir en auxilio de los gigantes hipotecarios Fannie Mae y Freddie Mac que, fruto de la burbuja inmobiliaria yanqui, están al borde de la quiebra. El salvataje es de 200 mil millones de dólares. Pero tampoco con él hay garantías de que la crisis mundial se pare o supere. Se dice que EE.UU. ya está en recesión, con una suba del desempleo. Pero la crisis también está en Europa, donde España e Inglaterra reconocen su parate y que les llegó la recesión.

Una de las consecuencias de la crisis es la caída de los precios de las materias primas, como los cereales y las oleaginosas (entre ellas la soja). Esto llevaría a una pérdida de ganancias de los grandes productores del campo y una posible menor entrada de divisas por exportación. John Welch, ex Bearn Sterams, la firma de EE.UU que cayó con la crisis de las hipotecas, “advirtió que la crisis golpeará a los países emergentes en el precio de las materias primas y ubicó a la Argentina, Venezuela y Ecuador como los más vulnerables” (Clarín, 28-8).

La política del gobierno es adecuarse a los reclamos del imperialismo y a la crisis capitalista. Por eso en marzo intentó sacarle mayor tajada al campo para pagar la deuda. Ahora prepara aumento de tarifas, nuevos impuestazos, menos obra pública y salarios.

Pero la dificultad del gobierno para aplicar esta política está en el crecimiento de la movilización de los trabajadores y los sectores populares. Así fue derrotada la 125. Y ahora crecen los paros y movilizaciones por salario, contra los recortes de jubilaciones y en defensa de la educación y la salud.

La fuerza de las luchas

Es en el terreno de las luchas sindicales, estudiantiles y populares, donde más se muestra la debilidad del gobierno nacional. Una prueba contundente es el recule que tuvieron que hacer en el conflicto del subte en Capital Federal. Todo indicaba que la UTA iba a expulsar a los delegados combativos de subterráneos en su congreso. Ante la amenaza de paro en defensa de los delegados, y sus consecuencias en la opinión pública, el gobierno tuvo que salir a parar a la burocracia de la UTA, vía el ministerio de Trabajo, que hizo postergar su congreso, hecho inédito.

Cuando menos lo esperaban saltó la rebelión popular de Castelar y Merlo, en el Gran Buenos Aires, poniendo otra vez sobre el tapete la crisis de las privatizaciones del tren. Cayeron en la ridiculez política cuando el vocero del gobierno, el ministro Aníbal Fernández, acusó a la izquierda de los incidentes, cosa que no se la cree ni él mismo. También salieron a la calle los estudiantes y los docentes universitarios de la UBA y los secundarios de Capital Federal.

El punto más alto del ascenso en las luchas, son los paros de los docentes de varias provincias y en especial el desborde a la burocracia del SUTEBA y la FEB de Provincia de Buenos Aires. Las bases rechazaron el acuerdo pactado por arriba y van al paro, complicando a Scioli. A esto se suma que en Córdoba la movilización de trabajadores logró la liberación de los dirigentes de Luz y Fuerza y municipales, que habían sido salvajemente detenidos el día anterior. Y esta semana retoman la lucha contra las medidas del gobernador Schiaretti.

En síntesis: el gobierno de Cristina y el PJ no pega una y su intento de aplicar un ajuste al servicio de pagar la deuda externa, no hace más que incentivar las luchas obreras y populares, único camino para terminar con este modelo al servicio de las multinacionales y los grandes grupos económicos nacionales.


Las asambleas

Hay hechos de la realidad que no son noticia ni comentario periodístico para la prensa patronal o para los medios televisivos. Pero sí lo son para nosotros. Nos referimos al proceso asambleario y de resolución de las bases desbordando a los dirigentes burocráticos. Este proceso de decisión de la base es lo que alimenta las “dificultades” del gobierno y el proceso de surgimiento, lento pero firme, de un nuevo sindicalismo de combate y democrático. En las últimas semanas hubo asambleas en las líneas del subte que preparaban parar contra la UTA. Hubo una asamblea general del gremio del Neumático, en la cancha de Lanús, después de muchas asambleas de fábricas en FATE de San Fernando y Pirelli de Merlo. Cerca de 1300 obreros se reunieron y la burocracia, con todas sus maniobras, sólo pudo ganar por apenas 40 votos.

También hubo asambleas entre estatales, trabajadores de la salud y las seccionales de los sindicatos docentes de varios provincias para impulsar paros. Pero fueron los docentes bonaerenses los que más se destacaron. Desbordaron a los dirigentes, votando en sus escuelas, rechazando en la consulta el acuerdo que habían pactado a sus espaldas (ver página 9).

Las asambleas de los trabajadores, para que la base decida, son el mejor “burocraticida” que se conoce para ayudar a que las luchas triunfen, barrer a los burócratas vendidos y dar paso al surgimiento de nuevos dirigentes combativos.


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