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Miguel Lamas

¡Fuera Estados Unidos y la OTAN del Cáucaso!

La agresión militar georgiana a Osetia del Sur, la posterior guerra de 72 horas en la que Rusia derrotó a Georgia y el reconocimiento por parte de Rusia de la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, desató una crisis internacional, con amenazas de nuevas intervenciones del imperialismo yanqui y sus aliados de la OTAN.

GEORGIA  4.700.000 habitantes, idioma georgiano, superficie 69.500 kilómetros
cuadrados (aproximadamente como la provincia de Entre Ríos).
ABJASIA 230.000 habitantes, idioma abjasio, superficie 8.600 kilómetros cuadrados.
OSETIA DEL SUR 70.000 habitantes, idioma osetio, superficie 3.900 kilómetros cuadrados.
OSETIA DEL NORTE 700.000 habitantes, idioma osetio, superficie 8.000 kilómetros cuadrados
(es parte de la Federación Rusa).

El 7 de agosto, el ejército de Georgia, armado y entrenado por Estados Unidos e Israel, atacó a Osetia del Sur, bombardeando su pequeña capital Tsijnvali que fue semidestruída, causando miles de muertos y heridos. Esta agresión fue respondida con una intervención del ejército ruso, que, con fuerzas muy superiores, en 72 horas derrotó al ejército georgiano penetrando en territorio de ese estado independiente. La guerra terminó con la derrota georgiana y un nuevo traspié militar para el imperialismo. Rusia retiró sus tropas de Georgia y reconoció la independencia de Abjasia y Osetia del Sur.

Tanto Osetia del Sur, como Abjasia, (que también intervino en la guerra contra Georgia), son pequeños países que tienen su propia historia y cultura. Han declarado su independencia desde 1992, pero Georgia no se las reconoce, considerándolos parte de su territorio nacional. Osetia del Sur aspira a unirse con Osetia del Norte, que es república autónoma de la Federación Rusa.

Todos esos países formaron parte de la antigua URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) hasta su disolución en 1991.

Pequeño títere de Bush

El gobierno georgiano, encabezado por Mikheil Saakachvili, no actuó de acuerdo a los intereses de su pueblo, sino subordinado a la estrategia geopolítica del imperialismo norteamericano, que pretende dominar a los pequeños pueblos del Cáucaso y Asia Central, y extender la alianza militar OTAN, para su proyecto de dominación mundial y asegurarse el suministro de hidrocarburos. Estados Unidos está instalando bases militares en Polonia y ya lo hizo en la República Checa, muy cerca de Rusia.

La estrategia en Georgia la definió el intelectual del imperialismo yanqui, Zbigniew Brzezinski: “Georgia nos abre el acceso al petróleo y dentro de poco al gas de Azerbaiyán, del mar Caspio y de Asia Central. Por lo tanto, para nosotros, es una ventaja estratégica fundamental” (Bloomberg News, 12/8/8). Por Georgia, que no es un país petrolero, pasa un importante oleoducto y gasoducto perteneciente a la British Petroleum, que desemboca en Turquía y provee a Europa e Israel.

En 2005, George Bush fue recibido con todos los honores en Tiflis, capital de Georgia y, desde entonces, una de sus calles lleva el nombre del genocida presidente norteamericano.

Saakachvili abrió la economía georgiana a la explotación imperialista yanqui, israelí y europea, envió un contingente de 2000 soldados georgianos a combatir al servicio de la ocupación yanqui de Irak y quiere ingresar a la OTAN.

Saakachvili y sus amos imperialistas esperaban que Rusia no reaccionara. Ante la acción militar rusa, el imperialismo yanqui, que está siendo derrotado en Irak y Afganistán, no podía defender su peón Georgia.

Cáucaso, Rusia y la OTAN

Rusia es hoy un gran país capitalista, con un gobierno dirigido por el primer ministro Vladimir Putín, que actúa brutalmente hacia pequeñas nacionalidades de la ex URSS en el Cáucaso, que reclaman derecho a la autodeterminación, y a las que intenta someter por la violencia militar e incluso con un genocidio, como en Chechenia.

El gobierno encabezado por Putin tiene acuerdos con el imperialismo y ha colaborado en sus agresiones, como es el caso de la invasión a Afganistán. Pero también tiene contradicciones e intenta negociar sobre una posición de fuerza, controlar las zonas petroleras y conservar su influencia sobre el Cáucaso. Por eso intervino militarmente en defensa de Abjasia y Osetia del Sur. Posteriormente reconoció recientemente su independencia (es el único estado del mundo que lo ha hecho). Y se opone a la extensión de la OTAN a Ucrania y Georgia, así como a la instalación de bases en Polonia y República Checa.

Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, como Alemania, Gran Bretaña, Francia y España, exigen a Rusia que retire su apoyo a la independencia de Abjasia y Osetia del Sur, considerando que se debe respetar las “intangibles” fronteras de Georgia. Han enviado una fuerte flota naval de guerra al Mar Negro.

Repudiamos las amenazas de Bush y la OTAN a Rusia por reconocer la independencia de los dos pequeños estados. Aunque no le damos ningún apoyo político al gobierno de Putin. Ni creemos que sea garantía de defensa para esos pequeños pueblos por sus intereses capitalistas y sus acuerdos con el imperialismo y sus multinacionales.

Sólo una ruptura con el imperialismo, la expropiación de los nuevos oligarcas y de los yacimientos petroleros y la formación de una Federación de Repúblicas Socialistas del Cáucaso, puede dar una salida de fondo a las naciones caucásicas y evitar que se conviertan en semicolonias explotadas y peones en la guerra de dominación mundial.

En ese camino es que llamamos a defender hoy el derecho a la autodeterminación e independencia conquistadas por Abjasia y Osetia del Sur y a repudiar los intentos imperialistas de extender la OTAN, con bases de agresión en el Cáucaso, Europa Oriental y Asia Central.

A su vez, reclamamos al gobierno de Cristina Kirchner, así como a los demás gobiernos latinoamericanos, especialmente a los que se proclaman antiimperialistas como Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales, a reconocer la independencia de Abjasia y Osetia del Sur y a repudiar la extensión de la OTAN como una amenaza a los pueblos del mundo.


La izquierda ante el conflicto

Organizaciones de izquierda como el MST y el PO tuvieron una posición de condena a ambos bandos, sin ser capaces de distinguir el legítimo derecho a la autodeterminación de un lado, y al imperialismo encabezado por el propio Bush del otro.

En el primer momento del conflicto los socialistas y los pueblos del mundo debían estar en defensa del agredido Osetia del Sur y por la derrota militar del agresor proimperialista Georgia. Sin que eso signifique confianza o apoyo político a su gobierno o al de Rusia capitalista.

En el segundo momento, derrotada la agresión, rechazamos que las tropas rusas invadieran parte del territorio de Georgia. Por eso era justo reclamar que se retiraran de Georgia sin condiciones. Como también llamamos al pueblo georgiano a movilizarse contra su gobierno reclamando que se retiren sus soldados de Irak y terminar con la presencia de tropas y asesores yanquis, israelíes y de la OTAN en la misma Georgia.

A su vez, en el marco de defender el derecho a la autodeterminación del pueblo de Osetia del Sur, rechazamos el acuerdo Sarkozy- Putin de acordar que la “solución” pasaba por la presencia de tropas internacionales, llamando a que también se retiren las tropas rusas de Osetia del Sur y de Abjasia y que Rusia le de armas a esos pueblos para que ellos ejerzan la defensa militar.

Hoy hay un tercer momento, adonde Rusia reconoce, por primera vez, la independencia de Osetia del Sur y de Abjasia y crecen las amenazas de EE.UU y la OTAN sobre Rusia.


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IS

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