El Socialista

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Mercedes Petit

A 70 años de su fundación

El oportunismo y la Cuarta Internacional

En El Socialista anterior (Nº 111, 27/8/08) recordamos el gran acierto de León Trotsky, que concretó su lucha contra la burocracia estalinista fundando la Cuarta Internacional, en septiembre de 1938. Su programa es totalmente actual, pero el surgimiento de corrientes oportunistas ha dificultado su desarrollo. La tarea de construirla sigue pendiente.

León Trotsky, exiliado en México

León Trotsky, exiliado en México

La Cuarta Internacional se fundó en un período terrible para el movimiento obrero y la humanidad. Había triunfado en la Unión Soviética la contrarrevolución encabezada por la feroz dictadura de Stalin. Ese retroceso significó que la Tercera Internacional impuso a los partidos comunistas políticas nefastas, que ayudaron al triunfo de los nazis en Alemania, y luego de Franco en España, con el engaño del Frente Popular.

Se formó una corriente oportunista

En la posguerra, con una conducción inexperta y muy debilitada por el asesinato de Trotsky, en la Cuarta Internacional se fue instalando una crisis de la cual no ha logrado recuperarse hasta ahora. La mayor parte de los dirigentes europeos, encabezados por el belga Ernest Mandel, revisaron y abandonaron las bases fundacionales, definiendo que las direcciones pequeñoburguesas y burocráticas, de los partidos comunistas y de los movimientos nacionalistas burgueses abandonarían el reformismo y se harían revolucionarias. Fueron capitulando, por ejemplo, al titoísmo en Yugoslavia y al maoísmo en China. En 1953, en Berlín Oriental, los obreros se lanzaron a una huelga contra el totalitarismo burocrático. Las tropas de Stalin los reprimieron. Mandel y sus seguidores apoyaron esa represión.

En América Latina, ante la revolución obrera y campesina boliviana de 1952, se llegó directamente a la traición. Surgió la COB (Central Obrera Boliviana), encabezada por el proletariado minero, y los trotskistas la codirigían. El POR, aconsejado por esta ala oportunista, no impulsó un camino revolucionario de lucha por el poder de los obreros y campesinos, sino que dio su apoyo a un gobierno nacionalista burgués, el del MNR.

Ante el triunfo de la Revolución Cubana, fundamentalmente a partir de que avanzó hacia la ruptura con el imperialismo y la burguesía con las expropiaciones, en 1960-61, el mandelismo capituló por completo a la conducción de Fidel Castro. Luego extendió su capitulación al sumarse al guerrillerismo de las décadas del sesenta y setenta. En Argentina, por ejemplo, alentó directamente la formación del PRT-ERP, que poco después rompió con el trotskismo.

Una larga lucha por superar la crisis de la Cuarta Internacional

Hubo una gran resistencia a este curso oportunista y revisionista en el movimiento trotskista. Nuestra corriente, impulsada desde fines de los años cuarenta por Nahuel Moreno, formó parte de ella. En 1952-53, respecto de la revolución boliviana, Moreno planteó el impulso al doble poder obrero y campesino que existía en el país y a la lucha por un gobierno de la COB. En relación a Cuba, el morenismo y otros sectores, defendiendo el triunfo revolucionario de Cuba socialista, la definían como un estado obrero burocrático y planteaban la necesidad de criticar a Fidel Castro y al PC, impulsando en Cuba una revolución política. En la revolución nicaragüense, el morenismo formó una Brigada para participar en la lucha militar contra Somoza en 1979. El mandelismo apoyó incondicionalmente al gobierno burgués que formó el sandinismo con Violeta Chamorro, incluso cuando el FSLN reprimió y expulsó a la Brigada Simón Bolívar.

La construcción de la UIT-CI

Actualmente, la Cuarta Internacional prácticamente no existe, después de décadas de capitulación de los revisionistas. En el movimiento trotskista, nuestra corriente y otros sectores mantenemos la lucha por aquel programa fundacional y la construcción de los partidos revolucionarios, impulsando la Unidad Internacional de los Trabajadores – Cuarta Internacional. Los sectores oportunistas siguen alineados con el castrismo, apoyan fervorosamente al gobierno venezolano de Hugo Chávez y hace décadas que abandonaron por completo la tarea de construir partidos revolucionarios.

La UIT-CI es una organización pequeña, pero consecuente. Su razón de ser es la defensa de la independencia de clase y de la lucha por el triunfo de gobiernos obreros y campesinos, en la perspectiva de acabar con el capitalismo y lograr la victoria del socialismo con democracia obrera en todo el mundo. Por eso, por ejemplo, en Venezuela, ante el gobierno burgués de Hugo Chávez, el mandelismo y otros sectores oportunistas que se dicen trotskistas, lo apoyan y son parte del chavismo. Mientras, los seguidores de la UITCI, encabezados por Orlando Chirino, impulsan C-Cura y la UNT, un sindicalismo totalmente independiente del gobierno y solidario con todas las luchas de los trabajadores venezolanos. E impulsan también la formación de un partido revolucionario, la USI (Unidad Socialista de Izquierda). En Argentina, nuestra organización Izquierda Socialista, también impulsa la construcción de la UIT-CI. Su objetivo es sumarse a otros sectores del trotskismo y ojalá a nuevas organizaciones revolucionarias que vayan surgiendo, para que logremos hacer realidad esa tarea inmensa que está pendiente: construir la Cuarta Internacional, o, como la denominó Trotsky, el partido mundial de la revolución socialista.


Con la muerte de Trotsky los revolucionarios se debilitaron al extremo

En agosto de 1940, un militante comunista español logró asesinar a Trotsky, que estaba exiliado en México. Fue un golpe certero y demoledor. El sintetizaba en su persona una larguísima experiencia como dirigente: los años de clandestinidad contra el zarismo, la primera revolución de 1905 (cuando presidió el Soviet de Petrogrado), la guerra interimperialista, la toma del poder por los soviets y el Partido Bolchevique encabezado por Lenin en 1917, los primeros años del gobierno revolucionario y su conducción directa del Ejército Rojo en la guerra civil. Luego de la muerte de Lenin, siguió su lucha contra Stalin y la burocracia, por la que fue expulsado y perseguido, y finalmente asesinado.

Luego de la derrota de Hitler en 1945, los trotskistas comenzaron a reorganizarse. Pero el estalinismo capitalizaba el gran triunfo ante el nazismo. Los pactos de Stalin con el imperialismo permitían la reconstrucción capitalista en Europa, mientras los partidos comunistas y fundamentalmente la burocracia de la URSS se fortalecían ante las masas. La figura de Trotsky y los trotskistas eran perseguidos y calumniados como agentes del imperialismo.


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