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Hernán Marquetich

El peronismo no es salida

Duhalde es más de lo mismo

Días anteriores, el ex presidente Duhalde criticó furiosamente a Néstor Kirchner. Llegó al extremo de compararlo con Hitler y Mussolini, en su afán de diferenciarse del ex mandatario pingüino. Pero los políticos del peronismo en sus distintas variantes no son alternativa para los trabajadores.

Néstor Kirchner haciendo campaña en el ´99 por Duhalde-Ortega.

Néstor Kirchner haciendo campaña en el ´99 por Duhalde-Ortega.

Durante el conflicto del campo, el PJ entró en una profunda crisis. Muchos gobernadores, intendentes y legisladores se alejaron del gobierno, ante el temor de recibir en forma directa el repudio popular a las medidas del oficialismo. Luego de la derrota sufrida por los Kirchner en el Senado, un sector del PJ, encabezado por Duhalde, busca realinear a De La Sota, Solá, Schiaretti, Reutemann y Das Neves, además de estrechar filas con Adolfo Rodríguez Saá, Jorge Busti, Juan Carlos Romero, entre otros. Así, a través del Movimiento Productivo Argentino (MPA), creado por el propio Duhalde en 2001, éste se reunió con De Angeli para explorar la posibilidad de que el dirigente rural se presente de candidato en las próximas elecciones. Su gran objetivo es salvar una vez más al PJ, tratando de impedir que millones de trabajadores lo abandonen definitivamente.

¿Se debería esperar algo bueno de Duhalde? No, de ninguna manera. No podemos olvidar que fue responsable de las medidas neoliberales de los 90, aplicadas por Menem, cuando fue su vicepresidente por muchos años. Posteriormente, como gobernador de la provincia de Buenos Aires, se agravaron las deficiencias en materia de salud, educación y pobreza. Y mientras la policía bonaerense se cansó de hacer negocios mafiosos y protagonizar casos de gatillo fácil, Duhalde la calificó como “la mejor del mundo”.

Durante su presidencia, junto a Lavagna como ministro de Economía, inauguró el actual modelo económico basado en la devaluación, que le robó poder adquisitivo al salario y favoreció a la gran patronal agroexportadora. Intentó acallar la protesta social a través de la represión, tal como sucedió con los asesinatos de Kosteki y Santillán. Y posteriormente llevó a Néstor Kirchner a la presidencia para continuar con su modelo económico, como lo demostró la continuidad de Lavagna como ministro de Economía kirchnerista durante mucho tiempo.

Si bien Duhalde se diferenció del gobierno durante el conflicto agrario, no lo hizo para defender a los pequeños productores, sino para apoyar a la oligarquía. Sus críticas son sólo para despegarse del kirchnerismo, pero de fondo hay acuerdo total con el actual modelo económico, ya que se coincide con lo esencial: la defensa de las ganancias de las multinacionales, el pago de la deuda externa y el sometimiento al imperialismo. Recientemente, Duhalde visitó y se abrazó con el presidente colombiano, el lacayo de los yanquis, Álvaro Uribe.

Los trabajadores no podemos esperar nada nuevo de cualquier corriente política encabezada por Kirchner, Duhalde y demás dirigentes peronistas. El PJ defiende intereses de las patronales. Sus peleas y roces internos pasan por la disputa del reparto de la torta y no por ver quién soluciona las acuciantes necesidades populares.

Los trabajadores necesitamos construir una nueva alternativa política que defienda nuestros intereses. Es necesario confluir entre los trabajadores y la izquierda en una nueva herramienta política con un claro programa con salidas de fondo. Para construir esa herramienta -ahora que empieza la debacle de los Kirchner y se abre la pelea por ver quién capitaliza políticamente-, es que ponemos todo el esfuerzo militante de Izquierda Socialista. Sumarse a nuestro partido es fortalecer este camino en los próximos meses.


El rol traidor de las cúpulas de la CGT y la CTA

Moyano, los “gordos” y Yasky, aunque proclamen defender los intereses de los trabajadores, son una traba para pelear por sus derechos. La burocracia sindical, traicionando las luchas, al ganar fortunas a través de negociados con las obras sociales y las cajas de los sindicatos, lo único que busca es atornillarse a sus sillones, en connivencia con las patronales y el gobierno. Políticamente, la CGT es parte directa del PJ, un partido de patrones. Y la CTA también acompaña políticas patronales, como cuando llamó al voto a la Alianza UCR-Frepaso en 1999.

Durante todo el conflicto agrario, la política de los dirigentes de la CGT y la CTA fue la de apoyar al gobierno, en vez de unir los reclamos de los trabajadores con los de los pequeños productores del campo y disputar así la conducción del conflicto a la derecha y la oligarquía.

Avalan la vergüenza de los 1.200 pesos de salario mínimo y no toman ninguna medida para pelear por la recomposición salarial frente a la voraz inflación que golpea el bolsillo de los trabajadores. Coinciden en su política central: seguir cumpliendo el rol acordado con el gobierno y las patronales, de contenedores de los reclamos salariales, tal como lo necesita la presidenta para seguir pagando la deuda externa, subsidiando a las empresas privatizadas y garantizando jugosas ganancias a las multinacionales.

Al igual que la CGT, la CTA, más allá de su discurso y líneas internas, no hace nada para unificar las luchas en curso. Estatales y docentes de muchos lugares del país salen a luchar por separado, sin contar con medidas de apoyo efectivas de dicha central. En el conflicto del Neumático (donde conduce un dirigente de la CTA), avalaron los despidos. La gran preocupación de la CTA es el logro de su personería (con lo que coincidimos), lo que no implica que defienda la autonomía sindical respecto de las patronales y gobiernos de turno.

Estos dirigentes no van más. Pactan techos salariales a espaldas de los trabajadores y mandan patotas contra los que luchan como lo hicieron en el Francés, el Casino o el Subte. Hasta llegan a apelar a hechos mafiosos para “dirimir sus diferencias”, como en el caso del asesinato del segundo de Moyano en la Federación de Camioneros.

Es necesario barrer a estos dirigentes traidores, peleando por otro sindicalismo: el combativo, el antiburocrático, el que responde a los trabajadores, con autonomía sindical de los gobiernos. En ese sentido tenemos el ejemplo de la corriente sindical venezolana que encabeza Orlando Chirino, C-Cura, que mantiene su independencia respecto del gobierno chavista y apoya a los trabajadores que luchan. Es el sindicalismo que hace asambleas para decidir democráticamente, vota paritarios, nada firma si no es ad-referéndum de asamblea, donde los dirigentes ganan lo mismo que cualquier trabajador. Sindicalismo que empieza a dar sus primeros pasos referenciado en los cuerpos de delegados ferroviarios de TBA, los Sutebas combativos o el Subte. Nuevas conducciones sindicales a las cuales llamamos a defender y seguir apoyando. Única manera para dar pasos en dotar a la clase obrera de una nueva conducción combativa, opuesta a la política y métodos gangsteriles de la actual burocracia sindical.


Luis Barrionuevo: Patrón pura sangre

El actual líder de la denominada CGT Azul y Blanca, Luis Barrionuevo, es dueño de un stud con ocho caballos de carrera. Sus jockey corren con la casaca de los colores del club del cual fue presidente, Chacarita Juniors.

Los caballos, además de haber costado 150 mil pesos, insumen 20 mil pesos por mes para su manutención (Página/12, 18-08), gastos que, por supuesto, paga Barrionuevo, mientras para los trabajadores pide 1500 de mínimo!! Ningún afiliado al sindicato gastronómico o algún otro gremio podrá siquiera estar cerca de semejante lujo. Quién inmortalizó la frase “hay que dejar de robar por dos años”, es un fiel representante de los privilegios de los que goza la burocracia sindical argentina. Repudiable.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

IS

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