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Julio Poblesec 

Congreso de la CGT

Moyano preocupado por el sillón ¿Y los salarios?

La inflación, que ya era alta, se desbocó. Los aumentos de precios de los primeros seis meses superaron ampliamente el 19,5% que muchos gremios firmaron para todo el año. Es imperioso reabrir las negociaciones paritarias para que los salarios aumenten, al menos, al mismo ritmo que lo vienen haciendo los precios.

Moyano
Antonio Caló de la UOM

Antonio Caló de la UOM

Lamentablemente los dirigentes de la CGT están preocupados por cuestiones que poco tienen que ver con las necesidades del pueblo trabajador. Por un lado, en darle su apoyo al gobierno de los Kirchner en su pelea contra los productores del campo. Y al mismo tiempo, en disputar los cargos de conducción de la CGT, que el próximo 8 de julio se elegirán en un nuevo Congreso Confederado.

El martes 24 de junio, el ex Presidente Kirchner recibió en la sede del PJ, al secretario general de la CGT, Hugo Moyano y a una comitiva de dirigentes que incluía también al metalúrgico Antonio Caló, entre otros. Le llevaron “su apoyo a la política gubernamental de retenciones móviles” (Clarín, 25 de junio de 2008).

En los días previos, el propio Moyano había deslizado en declaraciones radiales que era momento de re discutir los salarios ya que los aumentos firmados habían sido absorbidos por la inflación de los primeros meses del año. Pero en la reunión con Kirchner, ese tema no fue mencionado por ninguno de los dirigentes sindicales presentes.

Lindando con el escándalo, la única promesa que se llevó la CGT, fue que el Gobierno convocará el mes próximo al Consejo del Salario. Allí se elevaría un 20% el mínimo, que desde diciembre pasado se ubica en miserables $980, dejándolo en un monto inferior a los $1200. Una cifra vergonzosa que se encuentra varios cuerpos detrás de lo que precisa una familia trabajadora para vivir dignamente.

Si alguien tenía alguna esperanza en que Moyano haría al menos algún tibio reclamo aunque más no fuera para no quedar mal posicionado en la interna de la burocracia, el propio dirigente camionero se encargó de disiparlas. Lo mismo con el resto de los burócratas, independientemente de la ubicación que hayan adoptado frente a las próximas elecciones de la CGT.

Moyano, Caló: una disputa lejos de los trabajadores

Hugo Moyano estaba tranquilo sabiendo que nadie se presentaría a disputarle su sillón en el Congreso del 8 de julio. Pero este panorama cambió. Un plenario del consejo directivo nacional de la UOM, realizado el 26 de junio, votó por unanimidad la candidatura a secretario general de la CGT de Caló, secretario general metalúrgico. Lo apoyan viejos personajes como Zanola (bancarios), Luis Barrionuevo (Gastronómicos) y los «Gordos», encabezados por Armando Cavalieri (Comercio), Oscar Lescano (Luz y Fuerza) y José Pedraza (Unión Ferroviaria). Para continuar al frente de la CGT, Moyano necesita la mitad más uno de los votos del total de los 1600 congresales. Por ahora, apenas tiene asegurados unos 300. Por eso, según él mismo manifestó, seguramente habrá negociaciones febriles hasta el mismo día del congreso, para actuar con “responsabilidad” y evitar que se presenten dos listas.

Más allá de alineamientos con distintas alas del gobierno, Moyano con De Vido y Caló con Alberto Fernández, no existen entre ellos diferencias de fondo. Uno y otro, junto a los “Gordos” y el resto de los burócratas que los apoyan, coinciden en su política central: seguir cumpliendo el rol acordado con el gobierno y las patronales, de contenedores de los reclamos salariales por un largo período, tal como lo necesita la presidenta para seguir pagando la deuda externa, subsidiando a las empresas privatizadas, garantizando jugosas ganancias a las multinacionales y cumpliendo con el Club de París.

¡Aumento salarial de emergencia!

Hoy más que nunca, los trabajadores, en todos los gremios, tenemos otras necesidades muy distintas de las de los dirigentes burocráticos que pelean por los cargos. En primer lugar, precisamos pelear por nuestro salario. Hay que reabrir las discusiones paritarias, romper el techo que acordaron el gobierno, la burocracia de la CGT y CTA y la patronal y de esa forma poder conseguir aumentos de emergencia acordes con los niveles reales de inflación, en el camino de lograr que el salario de todo trabajador sea, como mínimo, igual a la canasta familiar.


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