El Socialista

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José Castillo

El “circo” del Congreso y las retenciones

¡Que paguen más los que más tienen!

La debilidad del gobierno se expreso en su bloque de diputados, que se desgajó aceleradamente a la hora de ratificar las retenciones decretadas el 11 de Marzo. Más allá de cómo termine el sainete parlamentario, ni el oficialismo ni la oposición ofrecen una salida válida para los pequeños productores y el pueblo trabajador.

Toro inflable frente al Congreso, representando a los pequeños productores. Para que triunfen, hay que reclamar retenciones diferenciadas, nacionalización del comercio exterior y reforma agraria.

Toro inflable frente al Congreso, representando a los pequeños productores. Para que triunfen, hay que reclamar retenciones diferenciadas, nacionalización del comercio exterior y reforma agraria.

El conflicto del campo se trasladó al Congreso. Afuera, el “circo” montado por las carpas kirchneristas, con piso flotante, calefacción y televisores con pantalla plana. Del otro lado, “el campo” también montó su carpa, toro inflable incluido. Levanta simpatías y apoyos, por ser un canal de expresión de la bronca al gobierno. Pero sigue siendo esa mezcla contradictoria, donde no se diferencia el justo reclamo del pequeño productor con la presencia de las conducciones de entidades como la Sociedad Rural, Coninagro o CRA, con su pasado y presente reaccionario.

El gobierno ya había retrocedido cuando tuvo que acceder a debatir en el Congreso, pero ganó al lograr desactivar los piquetes en las rutas. Las entidades del campo apuestan todo a presionar sobre diputados y senadores. ¿Qué se puede esperar de esas figuras de terror, que en el oficialismo y en la oposición, pueblan los sillones de ambas cámaras?

El circo de adentro

Si “afuera”, en la Plaza, el conflicto asumió la forma de una “feria” que se parece cada vez más a un atractivo turístico, “adentro”, en el Congreso, se montó otro: un show donde prácticamente cualquiera “va, se anota y habla”, con barras que aplauden o abuchean, según el caso. Se trata formalmente de las comisiones de Presupuesto y Hacienda y Agricultura de la Cámara de Diputados, pero en realidad es una maniobra para que pase el tiempo, hasta que el oficialismo reconstruya su mayoría, hoy en duda.

Es que así como las encuestas demuestran la caída en picada de la popularidad de Cristina, con tres meses de verdaderas puebladas en el interior del país, y un acto multitudinario en Rosario, con esa sensación que se “palpa” en los lugares de trabajo y barrios populares, donde crece la bronca contra el gobierno, así también, siguiendo el viejo dicho de “ante el naufragio, las ratas abandonan el barco”, empezamos a ver como se resquebraja la otrora cómoda mayoría kirchnerista en ambas cámaras.

El oficialismo

Se calcula que alrededor de 30 diputados del Frente para la Victoria (y 10 más de sus aliados radicales K), no estuvieron dispuestos a votar sin modificaciones el proyecto que el gobierno envió al Congreso. No los convencieron ni siquiera los aprietes individuales hechos por el propio Néstor Kirchner. Es que muchos de ellos tienen que volver a sus pueblos, y tienen instinto de supervivencia.

Entonces empezaron a aparecer los proyectos “alternativos”. El que tuvoa más adhesión fue el de Felipe Solá, el ex gobernador de Buenos Aires que planteo ratificar la resolución 125, la que fijó el aumento de las retenciones, reconocerle al Poder Ejecutivo la facultad de fijar los montos de estas y apoyar a que se mantengan móviles, todo para “maquillar” que el gobierno no retrocedió. Pero, al mismo tiempo, aceptaba a que se reduzcan los montos de las retenciones que, con los valores actuales de la soja, pasarían del 47% al 40,5%. Algo similar planteo el Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, que propone un “techo” para las retenciones del 40,5%.

Los cordobeses alineados con De la Sota, por su parte, buscan juntar a santafesinos y entrerrianos en otro proyecto, que ignora la resolución 125, y fija las retenciones el 39,5%, pero con 5 puntos a cuenta del Impuesto a las Ganancias, y por lo tanto coparticipable (o sea que se reparte con las provincias).

Frente a la dispersión del peronismo, el gobierno terminó aceptando modificar la resolución 125. Aumentarían las compensaciones a los pequeños productores, que producen hasta 750 o 1000 toneladas anules, para conseguir la mayoría parlamentaria y ratificar las retenciones.

La “oposición”

Carrio, junto a la Coalición Ci vica, UCR y PRO hablan de rechazar la resolución 125, recuperar para el Congreso la facultad de establecer impuestos sobre el comercio exterior y un tope de 35% para la alícuota. Pero señalan que, si hubiera posibilidad de acordar con peronistas disidentes como los de Rodríguez Saa y De la Sota, podrían canjear el rechazo de la 125 por su “suspensión” y el tope del 35% por una simple declaración de que “las retenciones no deben ser confiscatorias y deben permitir la previsibilidad del negocio agropecuario”.

El ARI disidente (SI, Solidaridad e Igualdad), estaría dispuesto a acordar con el gobierno si se reemplaza la palabra “ratifícase” de la resolución 125 por el “establécese”, maquillando así el proyecto para que parezca que es el Parlamento el que establece los impuestos y no el Ejecutivo. En situación similar estaría el bloque del Partido Socialista, siguiendo el mensaje de Binner de que “no hay que causar una derrota al gobierno”.

¡Tienen que pagar más los que más tienen!

Al gobierno le resulto imposible “alinear a la tropa” e imponer la aprobación de su proyecto tal como estaba. Se vio obligado a retroceder, aceptando un esquema donde se mantendría la ratificación de la resolución 125 y el derecho del gobierno a fijar las alícuotas de las retenciones, cediendo a cambio aumentar el margen de los que cobrarían las famosas “compensaciones”. Incluso no es descartable que llegue a una “mayoría” mezclada, construida entre el oficialismo K y los bloques del SI y del PS.

Si el gobierno retrocedio parcialmente fue producto de su actual debilidad, que se construyó con la fenomenal movilización de los tres meses anteriores. Pero debemos tener claridad que en el Congreso Nacional no se resuelven los problemas de los trabajadores y los pequeños productores, porque el gobierno y la “oposición” legislan para los de arriba. La única salida es aumentarle las retenciones a los grandes productores y exportadores, expropiando a los pooles de siembra, y bajárselas a los pequeños productores. Y para terminar con este modelo de concentración de la tierra, se tiene que imponer una reforma agraria. Para acabar con los grandes exportadores hay que apropiarse de las superganancias de la soja, nacionalizando el comercio exterior. Para que los trabajadores no suframos la carestía de los productos de primera necesidad, hay que imponer un control de precios y aplicar la Ley de Abastecimiento a los monopolios. Y para acabar con los sueldos de miseria, hay que imponer un salario igual a la canasta familiar. La famosa “redistribución de la riqueza” será una frase mentirosa sino dejamos de pagar la deuda externa y de subsidiar a los grandes grupos económicos. Todas estas medidas no surgirán nunca de los enguajes del Parlamento. Deberán ser impuestas por los trabajadores y demás sectores populares con su organización y movilización.


Escribe:
Miguel Lamas

Ante la crisis nacional

Asamblea Constituyente Libre y Soberana

La crisis con el campo volvió a sacar a luz todos los problemas más básicos que arrastra el país, muchos de ellos desde su constitución como nación, que hacen que el esfuerzo y trabajo de millones vaya siempre a beneficiar a minorías explotadoras o sea saqueado por el imperialismo. También muestra la trampa en que se convierte el actual régimen de democracia para ricos.

Nos dicen que como ahora discute el Congreso Nacional, es posible buscar una solución más democrática. Sin embargo, este Congreso, con mayoría del PJ kirchnerista, aunque ahora fragmentado y en crisis, y de los partidos patronales de oposición que ya han gobernado, ni siquiera discutirá, ni menos resolverá, ninguno de los problemas de fondo que el pueblo está discutiendo, en las mesas familiares, en las verdulerías o en las charlas de mate del laburo.

El gobierno dice que “el voto popular le dio un mandato”. Pero, esto es una verdad a medias. Es decir, la peor de las mentiras. Nunca anunció, en campaña electoral, que iba a subir las retenciones hasta límites confiscatorios para los pequeños productores agrarios que lo votaron. Y, por lo tanto, nadie le dio un mandato para eso. Ni para permitir, y alentar, con el fraude del INDEC y su complicidad con los monopolios comerciales, que los productos de primera necesidad aumenten un 50% en menos de un año. ¿Es democrático que un gobierno y un Congreso actúen con medidas contra la voluntad popular?

¿Por qué la comida es cara y hasta inaccesible para millones de argentinos en un país que exporta el 92% de la comida que produce? ¿Por qué la tierra está concentrada en pocas manos de oligarcas e inversionistas imperialistas? ¿Por qué todo el comercio exterior de alimentos está dominado por 5 oligopolios? ¿Por qué tenemos crisis energética y el petróleo y gas se lo siguen llevando Repsol y otras multinacionales? ¿Por qué no se renacionalizan los ferrocarriles, gas, electricidad, petróleo y los teléfonos? ¿Por qué un tren bala y no ferrocarriles para todos? ¿Por qué Argentina no puede tener una educación y salud pública gratuitas y de calidad, como la tuvo hace más de medio siglo? ¿Por qué seguimos pagando una monstruosa deuda externa, pese a que ya la pagamos varias veces y tiene un origen fraudulento? ¿Cómo nos unimos a los demás pueblos latinoamericanos para concretar la segunda independencia?

Elecciones para una Constituyente Libre y Soberana

¡Basta de que sigan resolviendo las multinacionales, los oligarcas y políticos a su servicio! Estas cuestiones de fondo, deben someterse a la votación popular. La exigencia de cambios de fondo está presente en toda América Latina. En estos momentos sesiona una Constituyente soberana en Ecuador y hubo una Constituyente en Bolivia el año anterior, impuestas por los procesos revolucionarios que vivieron ambos países hermanos.

También en nuestro país fue masivo el reclamo de cambios de fondo desde el Argentinazo del 2001, con el “que se vayan todos”. Hoy vuelve, de otra forma, ese reclamo no resuelto. Por eso hay que exigir la convocatoria a elecciones de una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, con poder como para cambiar todo lo que mayoritariamente acuerde (La Constituyente de 1994, pactada entre Menem y Alfonsín, no fue soberana, estaba acotada a discutir sólo sobre la reelección de Menem y algunos cambios menores del régimen electoral).

Creemos que debe ser una convocatoria electoral ampliamente democrática, con representación electoral estrictamente proporcional a los votos que apoyen cada lista con distrito único nacional, con TV y radio gratuitas para que todos los candidatos (y no solo los partidos financiados por los ricos y las multinacionales) puedan dar a conocer masivamente sus proyectos, y adonde puedan participar no solamente los partidos políticos, sino también las organizaciones sociales, como, por ejemplo, los sindicatos, cuerpos de delegados, la Federación Agraria, organizaciones estudiantiles, con las alianzas electorales que formen, con sus propuestas y candidatos.


Escribe:
Miguel Lamas

Chávez elogia a Cristina

Conflicto agrario ¿igual que el golpismo en Venezuela?

El presidente venezolano Hugo Chávez, de visita en Argentina para la Cumbre del Mercosur, desde Tucumán, comparó al conflicto agrario en nuestro país con el golpismo proimperialista en Venezuela del 2002. Lamentablemente, Chávez falsifica la historia en forma grotesca para apoyar a los Kirchner.

En Venezuela hubo un golpe de Estado proyanqui, con toma del poder por una junta de empresarios y militares, apoyados públicamente por Bush y el español Aznar. Este golpe fue derrotado por una insurrección popular y por parte del ejército, que repuso a Chávez en el gobierno ¿En qué se parece esto a lo que sucede en Argentina? ¿Por qué, si hay algo parecido a este golpe de 2002 en Venezuela, Cristina Kirchner no denuncia a Bush y a la embajada yanqui (como sí hizo Chávez en 2002 o ahora Evo Morales en Bolivia ante la desestabilización de la oligarquía)? La respuesta es sencilla. A Cristina ni se le pasa por la cabeza denunciar a Bush, porque éste la apoya públicamente. Ya llevaba casi un mes la protesta agraria cuando el presidente genocida de Estados Unidos declaró que la presidenta argentina juega un importante rol como “líder regional” y como “defensora de los derechos humanos” (Página 12, 10 de abril de 2008). No se conoce que haya hablado así de Chávez (y menos en 2002), ni de Evo Morales. Bush dice eso porque las retenciones se están usando para pagar la deuda externa a la banca usurera imperialista. También porque Argentina colabora con los yanquis manteniendo tropas en Haití y presionando, junto a Lula, al propio Chávez y a Evo Morales, para que no tomen medidas antiimperialistas.

No hay ningún movimiento golpista en Argentina. Los pequeños productores agrarios, quienes son el sostén de la protesta y cortes de rutas, no quieren ningún golpe, sino que no los arruinen con las retenciones. La Sociedad Rural, que fue golpista en el 76 del brazo del imperialismo, tampoco pretende hoy ningún golpe, sino solo disputar una tajada mayor de la renta agraria.

El “golpismo” es una gran mentira del gobierno, al igual que los índices de precios del INDEC, para tratar de mantener algo del apoyo popular que tenía, que se le escurre como arena entre los dedos. Lamentablemente, Chávez colabora con las mentiras K.


Las cuatro entidades y la “trampa parlamentaria”

En los 100 días de conflicto, las cuatro entidades del campo buscaron siempre “encuadrar” el reclamo agrario, “sacarlo de la ruta” y reducirlo a negociaciones institucionales. No se podía esperar otra cosa de las reaccionarias Sociedad Rural, Coninagro y CRA: su terreno fue siempre el del lobby con los gobiernos de turno, civiles o militares. Lamentablemente la Federación Agraria nunca rompió el frente único con estas tres entidades. En varias oportunidades estuvo a la orden del día la convocatoria a una marcha federal a Plaza de Mayo más grande aún que la convocatoria que se logró en Rosario, si se buscaba la unidad con los trabajadores y sus reclamos por mejores salarios y contra la inflación. Así se podía derrotar el modelo económico y político de Cristina. Sin embargo se negaron a convocar al centro del poder político, manteniendo su único reclamo de “no a la retenciones”, sin diferenciar a grandes y pequeños productores y sin apoyar los reclamos de los trabajadores.

Cuando el gobierno mandó la gendarmería a reprimir el corte de ruta en Gualeguaychu, deteniendo a De Angeli y otros 18 ruralistas, el tiro le salió por la culata, el kirchnerismo tembló, cayendo en su peor momento. Algunos analistas hasta barajaron la posibilidad de la caída del gobierno. Es que la respuesta popular a la represión fue contundente, con 500 cortes de ruta, puebladas y cacerolazos en todo el país. Centenares de miles se movilizaron una vez más contra el gobierno de Cristina y Néstor, como antes lo habían hecho en Rosario. En esta situación favorable a los reclamos populares, las cuatro entidades agrarias llamaron a desmovilizar a los pequeños productores, buscando un “dialogo ecuménico”, la “paz social” y la “no confrontación” con el gobierno, cuando lo que estaba planteado era hacerle morder el polvo. Con este recule, las cuatro entidades permitieron que el gobierno gane nuevamente la Plaza de Mayo y logre evitar una crisis mayor, al retroceder y llevar toda la discusión al Congreso. El kirchnerismo tendió una trampa, ya que en el Congreso, pese a la crisis de su bloque, tienen mayoría y la “oposición” responde a los partidos patronales del sistema. En el Congreso no se resolverán los grandes problemas de los trabajadores y los pequeños productores.

Lamentamos que la Federación Agraria haya mantenido, en los más de 100 días de conflictos, el frente único con los grandes productores y exportadores nucleados en las otras tres entidades y no haya levantado su programa histórico, de retenciones diferenciadas, ni haya hablado de la reforma agraria.

Desde Izquierda Socialista venimos sosteniendo que la salida para los pequeños productores rurales, pasa por unirse con los trabajadores de la ciudad y el campo, en la lucha por aumentos de salarios y contra la inflación, peleando por la reforma agraria, la nacionalización del comercio exterior y porque el pueblo decida los destinos del país en una Asamblea Constituyente. En el Congreso tienen mayoría los mismos partidos que desde hace décadas gobiernan la Argentina y nos han llevado a ser un país dependiente con un pueblo pobre. Esta lucha seguirá, ya que, más allá de lo que termine resolviendo el Congreso, el modelo económico y político de Cristina solo será derrotado con la movilización de los trabajadores y el pueblo.


Te pedimos un aporte para seguir apoyando las luchas de los trabajadores.

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