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José Castillo

Aerolíneas

El verso de la “argentinización”

Sigue el desguace de Aerolíneas Argentinas. Entran “capitales argentinos” del riñón kirchnerista. El gobierno les regala aumentos de tarifas y subsidios. Todo muy lejos de cualquier intento de nacionalización y recupero de la aerolínea de bandera.

Aerolíneas Argentinas deben pasar a manos del Estado

Aerolíneas Argentinas deben pasar a manos del Estado

Alguna vez Aerolíneas Argentinas fue un orgullo nacional. ¡Si hasta se servía asado a bordo en los vuelos de cabotaje de más de dos horas! Su flota internacional volaba a las más importantes ciudades europeas y norteamericanas. Fue una de las primeras compañías del mundo en tener un vuelo regular transpolar, que unía Buenos Aires con Australia.

De a poco la fueron reventando. Sufrió, como todas las empresas públicas, la falta de inversiones y el endeudamiento “obligatorio” durante la Dictadura Militar. A comienzos de los noventa, llegó la privatización menemista. Aerolíneas fue prácticamente regalada a la española Iberia, que entraba en el negocio aerocomercial latinoamericano, con el objetivo explícito de liquidar varias compañías de la región que le hacían competencia. Terminó cediéndole la gestión a American Airlines en 1996, y apenas un año más tarde a la SEPI (Sociedad Estatal de Participaciones Industriales) española. O sea que, la operante, volvía a ser Iberia.

Desde ese momento hasta 2001, hubo un plan sistemático: se levantaron rutas, desguazaron talleres de reparaciones y se descapitalizó al máximo la empresa. Una dura y heroica lucha de azafatas, pilotos y personal de tierra, que incluyó tomas de pista en Ezeiza y Aeroparque, fue lo único que impidió la liquidación de Aerolíneas en aquel 2001. Ahí la SEPI vendió la línea aérea al Grupo Marsans (también español) en la increíble suma de ¡un dólar!

Pero Aerolíneas siguió siendo saqueada, ahora en manos de la nueva administración: regaló rutas locales, perdió toda seriedad en las internacionales (llegándose al extremo de que nunca se sabía si los aviones salían o no).

En 2007 tuvo un quebranto de 150 millones de dólares. Los aviones internacionales ya no pasan más películas porque no pueden pagar los costos de los videos. A las tripulaciones las rechazaron en varios hoteles de Europa y Estados Unidos, porque no tienen seguridad de si la empresa va a pagar la cuenta.

Hay que recuperar la línea de bandera

El gobierno salió a buscar un “socio local” que pusiera plata, y de paso le lavara la cara, haciendo un discurso nacionalista. Habla de “argentinizar” Aerolíneas. Pero un rápido recorrido por la “lista” de posibles compradores, nos permite tener una idea de con qué personajes se trataba: se consultó a Cirigliano, el nefasto de los trenes de TBA; a Carlos Avila de Torneos y Competencias; a Brito, del Banco Macro (como se ve todos “expertos” en el negocio aerocomercial), y al “siempre presente” Eurnekián, a quien el estado acaba de perdonar la deuda en Aeropuertos Argentina 2000. Pero ninguno se quiso meter en el “muerto” de Aerolíneas. Para demostrar que incluso el propio término “argentinización” es una mentira en sí misma, basta mencionar que también se consultó a la constructora española Isolux (a la que también se la invitaba a participar en el tren bala). Finalmente, se encontró al “representante de la burguesía nacional” (aunque en realidad es uruguayo), que aceptó entrar en Aerolíneas. Se trata de Juan López Mena, dueño de Buquebús. El “motivo” de su entrada se develó un par de días después. La Secretaría de Transporte autorizó un aumento del 18% en los vuelos de cabotaje (es la segunda suba en un mes, que ya acumula el 40%), un incremento del subsidio para el combustible aéreo, exenciones impositivas, y una generalización de los subsidios que hasta ahora se otorgaban por volar a los “destinos no rentables”.

En el nuevo esquema, el 70% de la propiedad de Aerolíneas permanece en manos privadas (repartido en partes más o menos iguales entre Marsans y Mena), el 20% en el Estado, y el 10% para los trabajadores. Se quiere mostrar como un triunfo el hecho de que el Estado aumente su participación del 5 al 20%, cuando en realidad lo único que hace es capitalizar la empresa para que los privados sigan con su negocio.

Se acerca un nuevo 25 de mayo, a apenas dos años del tan citado “Bicentenario”. Pero, en una vuelta de la historia, somos más dependientes que nunca. Como a los patriotas de 1810, se nos impone la necesidad de una segunda independencia. Y una tarea fundamental para ello, es recuperar el patrimonio nacional privatizado, del cual Aerolíneas Argentinas es parte . Necesitamos una empresa aérea de bandera, estatal, gestionada por sus trabajadores, que haga del transporte aéreo, hoy un bien de lujo, un vínculo entre las regiones del país y una presencia argentina en Latinoamérica y el mundo.


López Mena, el “argentinizador” uruguayo de Aerolíneas

Su conocimiento del negocio quedó claro en este desopilante diálogo con La Nación (9 de mayo):

-¿Por qué compra una empresa que, según se cuenta, pierde un millón de dólares por día?

-No creo que pierda tanto…

-¿A cuánto va a comprar?

-El valor lo van a dar compañías internacionales como Price Waterhouse, Merril Lynch y una tercera que no recuerdo.

-¿Compró a ciegas?

-No compré a ciegas, se compra de acuerdo a la valuación.

-¿Y cuál es la valuación?

-Eso lo dirá la auditoría.

-¿Usted sabe de Aerolíneas?

-Mire, cuando se privatizó Pluna, el operador fue Varig y la quebró; cuando se privatizó Aerolíneas, el operador fue Iberia, y la destruyó. Saber de aviones no garantiza nada.


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IS

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