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Ricardo Cubeiros

Se levantó la protesta agraria

¿Cuál es la salida para los pequeños productores?

Al cierre de esta edición, las cuatro entidades del campo levantaban la protesta agraria para abrir una negociación con el gobierno. Con muestras de rebeldía en muchos casos -ya que si no había algo concreto, las medidas iban a seguir-, los pequeños productores abrieron un nuevo compás de espera, mientras se mantienen en estado de alerta esperando soluciones.

Desde la semana pasada, con el discurso conciliador de Cristina en el acto del PJ, el gobierno tuvo que acceder a negociar. Moyano y D’Elia, la “fuerza de choque” del oficialismo, también llamaron al “diálogo”. Hubo una gran presión de la UIA, la Iglesia y hasta el “opositor” grupo Clarín, para que “esto no pase a mayores”, llamando a “pacificar el país”.

Este cambio en el gobierno, de poner en discusión las retenciones -cuando una semana atrás pretendía “poner de rodillas” a los impulsores de la protesta-, es fruto directo de la fuerza de los pequeños productores, y del apoyo popular que lograron, en primer lugar, de las poblaciones del interior. Allí es donde se produjeron las grandes asambleas, cortes y tractorazos que acorralaron a intendentes y gobernadores.

Los Kirchner y sus socios, intentaron hacer aparecer al paro agrario como un conflicto entre “el pueblo” y “la oligarquía”. Nada más lejos de la realidad. El modelo económico que aplica Cristina, tiende a hacer desaparecer a los pequeños productores, beneficiando la concentración de la tierra, y del comercio exterior e interior en manos de grandes multinacionales como Aceitera General Deheza, Cargill, Molinos, Bunge, Vicentín y Dreyfus, y de los llamados “pooles” de siembra. El gobierno está íntimamente relacionado con estos pulpos. El dueño de AGD, es el senador por Córdoba, Roberto Urquía, del Frente para la Victoria, quien no sólo recibe la mayoría de los subsidios gubernamentales, sino que además posee un puerto y un tren propios.

Para la Rural, CRA y Coninagro, el centro del reclamo es “no a las retenciones”. Pretenden así, no perder tajada en las ganancias del campo, tal como lo vienen haciendo históricamente.

Eduardo Buzzi, presidente de la Federación Agraria, en la segunda etapa de la lucha señaló que ya el debate no era sobre cuatro puntos más o menos de las retenciones, sino sobre el futuro “modelo agropecuario”. Pero nunca dijo cuáles eran las medidas concretas por las cuales luchar.

La conducción de la Federación Agraria nunca se diferenció de la Sociedad Rural, incluso, en el tema central, ya que abandonó el planteo de “retenciones diferenciadas” para que paguen más los que más tienen.

Bussi dijo que Argentina debía nacionalizar el petróleo y la minería como en Bolivia. Pero no propuso lo mismo para el campo. Nunca habló de que había que terminar con los pooles de siembra, y con el comercio exterior controlado por seis monopolios. ¿Se olvidó de proponer la nacionalización de todos ellos, y la implementación de la Junta Nacional de Granos y de Carnes? ¿Y de la reforma agraria y extranjerización de la tierra? Nunca dijo nada. Estas propuestas hubieran desnudado la verdadera política del gobierno y la oligarquía, que quieren mantener el actual statu quo.

En medio de una de las mayores luchas de su historia, lamentablemente, la conducción de la Federación Agraria no postuló su programa histórico. Tampoco tuvo una política para unificar los reclamos de los pequeños productores con la clase obrera. Eso hubiera ayudado más que las entrevistas con diputados de la UCR, Macri y Carrió.

“Otro modelo”, implica también, un aumento generalizado de salarios. Esto nunca lo planteó Buzzi consecuentemente como política concreta de lucha junto a los trabajadores. Renunciando de esa manera, a levantar una salida unitaria y de lucha coordinada entre los pequeños productores, los peones rurales y el conjunto del pueblo trabajador.

Para llevar esta lucha hasta el final, los pequeños productores deben tener de aliados a los trabajadores, no a los oligarcas y burgueses del campo. Por su parte, los trabajadores deben seguir siendo solidarios con los “chicos” del campo, mientras siguen con sus reclamos por salario.

Desde Izquierda Socialista vamos a seguir impulsando esta política, levantando propuestas de fondo, partiendo de retenciones diferenciadas, coparticipables, para que paguen más los que más tienen. La recreación de las Juntas Nacionales de Carnes y Granos. Nacionalización del comercio exterior. Reforma agraria y expropiación de los nuevos capitalistas del campo, grupos agrícolas financieros (pooles de siembra), y grandes monopolios cerealeros, aceiteros y frigoríficos.

Los días venideros son decisivos. El gobierno tendrá que aflojar, al menos parcialmente, si no quiere que vuelvan los cortes de ruta. De darse así, sería un gran avance. Y una prueba más de que se puede torcer el brazo a Cristina. Lo que tonificaría, además, la lucha salarial en curso, en el camino de derrotar su modelo que perjudica tanto a trabajadores como a los pequeños productores.


Increíble: Si sobran alimentos ¿por qué hay millones de pobres?

Argentina produce alimentos para dar de comer a 410 millones de personas, doce veces más que el total de sus habitantes (entre carnes, cereales, leche, verduras, frutas, arroz, azúcar, etcétera). “Es el equivalente a 26.000 calorías diarias por personas, cuando se consume promedio 2.300” (Página 12,18-05). Entonces ¿cuál es el problema? Que sólo queda en el país el 8,3% de eso, mientras el 91,7% se exporta.

La producción diaria de alimentos en Argentina, alcanza para que cada habitante consuma diariamente tres cuartos litros de leche, un kilo de pan por día, un kilo de verduras, medio kilo de frutas. Es decir: ¡sobra de todo! Sin embargo, millones de argentinos no comen lo suficiente y los principales alimentos duplicaron su precio en menos de un año. Si el gobierno quisiera “redistribuir la riqueza”, como dice, bastaría con una pequeña fracción de lo que se llevan sus amigos (los pooles de siembra y monopolios exportadores, como el senador Urquía), para garantizar comida abundante, a bajo precio, e incluso gratis para todos los argentinos no pudientes.


Al juez le gusta la soja

El juez Federico Faggionatto Márquez, quien ordenó detener a productores y peones rurales por el incendio de pastizales en el delta del Paraná, está sospechado de haberse quedado con parte de la cosecha de soja de un campo de Zárate, en litigio, pleito en el cual su señoría ordenó comercializar el grano, quedándose con parte de los dividendos. Acusación que figura entre tantas otras en su contra. No sólo Cristina llevó a Grobocopatel, el Rey de la soja, a viajes por el mundo para que haga sus negocios; sino que, a los jueces en los que se apoya, también les gusta el maldito “yuyo”.


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