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Federico Ramoi

Gobierno vs. Clarín

Cristina no quiere que la critiquen

La presidenta atacó al grupo Clarín. No lo hizo para enfrentar a los monopolios de la información, sino para mantener una prensa que no critique al gobierno.

Cristina Kirchner se despachó a gusto contra la prensa, en especial contra Clarín. En el programa “A dos voces”, fue el turno del patotero D’Elía, atacando al mismo grupo económico. Hugo Moyano se encargó de llevar un cartel que decía “Clarín miente” en el acto oficial de Plaza de Mayo ¿Cuál es el verdadero significado de esta pelea?

Los medios masivos de comunicación responden a sus propios intereses empresariales que los bancan con su publicidad. Así, la información que recibimos por ellos está concentrada en pocas manos, reproduciendo un discurso favorable a la clase dominante. Esto sucede en todo el mundo capitalista.

Pero en nuestro país la concentración alcanza niveles espectaculares. Los medios están regulados por la ley 22.285 de 1980 (firmada por Videla y Martínez de Hoz), la cual no ha sufrido casi modificaciones en 25 años de “democracia”, salvo algunas reformas hechas por Menem que acentuaron aún más su carácter privatista, monopólico y antidemocrático.

El gobierno de Kirchner no sólo no la derogó, ni cambio la estructura de los medios, sino que en 2005, vía el decreto 527/05, prorrogó por diez años los plazos de las licencias de radiodifusión de todos los canales de televisión y frecuencias de radio. Mantuvo así, el beneficio para los grandes grupos que controlan este rentable negocio.

¿Por qué el gobierno se pelea con Clarín?

El grupo Clarín (diario Clarín, Canal 13, TN, Radio Mitre, FM 100, entre otros) tiene un “prontuario” muy interesante. Apoyó el golpe del 76 (su dueña, Ernestina de Noble, tiene dos hijos de desaparecidos apropiados). Junto a la Junta Militar y el diario La Nación, hicieron un gran negocio al convertirse en los dueños de la única fabrica de papel prensa (el resto de las publicaciones deben comprarle el papel a ellos). Presionó para lograr la pesificación en 2002, porque eso lo favorecía en el pago de las obligaciones negociables que tenía. Este favor de Duhalde, Clarín lo retribuyó apoyando en 2003 la campaña de Néstor Kirchner, y a su gobierno. Así logró que se le renovara la licencia por diez años, y no hace mucho, le “regaló” la aprobación de la compra de Cablevisión por parte de Multicanal (propiedad de Clarín).

Hace unos días, Clarín “se pasó” a la oposición. ¿Un ataque de “periodismo independiente”? Nada de eso. Sucede que, en la pelea a dentelladas por los multimedios, el gobierno le cedió el negocio del Triple Play (en una sola boleta cable, internet y teléfono) a Telecentro, en acuerdo con las telefónicas, dejando afuera de ese negocio a Clarín. Al mismo tiempo, Cristina no termina de decidir la norma que se va a utilizar para la TV digital (norteamericana, europea o japonesa), cuando el grupo Clarín ya compró toda la tecnología para funcionar bajo el sistema yanqui.

Claro que los “K” no se iban a quedar sin medios oficiales. Al uso escandalosamente partidario que hacen de ATC y de la agencia oficial Télam, se le suma ahora la alianza con el reaccionario Daniel Haddad, dueño de Radio 10 y el canal de cable C5N, devenidos por estas horas en fervoroso oficialista.

Observatorio para ir contra los que luchan

Cristina lanzó un “Observatorio sobre discriminación en los medios”. Es curioso, que justo en el marco de la crisis provocada por la rebelión de los pequeños productores, haya notado ahora el carácter discriminador de los multimedios.

Este “Observatorio”, dirigido por el gobierno, no cumplirá otra función que la de atacar los más elementales derechos democráticos, como la libertad de expresión, evitando que se pronuncien críticas o diferencias políticas.

Hasta ahora, a los “K” no les había preocupado tanto la discriminación de los medios cuando las victimas eran los trabajadores que luchan. Nada dijeron cuando no salía por ningún lado el accionar de las patotas de la burocracia sindical que atacaban a los trabajadores del Casino, Subte, DANA o la Línea 60. El gobierno nacional recrudece día a día su política contra quienes salen a enfrentarlo, sea con represión física, patotas, o a través de la judicialización de la protesta social. La política de censura que intenta implementar Cristina, irá en este sentido. Prepara un ataque a la ya limitada libertad de expresión. Y un arma contra los que salen a luchar.

Hay que repudiar la nueva política autoritaria del gobierno, al mismo tiempo que combatimos a los monopolios de la información. La plena libertad de expresión sólo existirá cuando los medios masivos (que hoy se encuentran en manos privadas) sean expropiados y controlados por sus trabajadores, y los periodistas no comprometidos política o económicamente con los propietarios de dichos medios. Entonces sí se podrá garantizar la participación en los medios de comunicación a las organizaciones sindicales, comunitarias, campesinas, juveniles y culturales, para que sean éstas quienes, de manera proporcional a su tamaño y representación, las gestionen y elaboren su programación y contenido, reflejando los intereses, necesidades y vivencias de los sectores sociales mayoritarios, los trabajadores y el pueblo.


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