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Juan Carlos Giordano
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Juan Carlos Giordano

¡Fuera la oligarquía, multinacionales y burgueses de la ciudad y del campo!

El conflicto del campo mostró que vivimos en una Argentina saqueada y extranjerizada a manos de la oligarquía, grandes burgueses del campo y de la ciudad. No hay dos modelos como dice la presidenta. Hay uno solo al servicio de “acumular” ganancias para unos pocos, en una Argentina capitalista semicolonial y dependiente de las multinacionales y el imperialismo. Hacen falta medidas de fondo.

Masivo acto en Gualeguaychú

Masivo acto en Gualeguaychú

En estos días empiezan las negociaciones por el tema del campo. Que paguen más los que más tienen y retenciones diferenciadas (o sea menores para los pequeños productores), debería ser el primer punto del día a plasmar, ya que quedó claro que los únicos que pagan las retenciones cien por ciento son los pequeños productores, mientras los grandes evaden y gozan de amplios beneficios gubernamentales. El gobierno hasta ahora sólo prometió a los pequeños “devolverles” una parte. Esto es inaceptable, porque todos sabemos lo que pasa con las “devoluciones”: llegan tarde o nunca.

Nacionalización del comercio exterior

Se van a debatir medidas para los próximos cuatro años. Entonces, hay que atacar con un programa de fondo contra la oligarquía y los nuevos burgueses del campo y la ciudad. ¿Cómo puede ser que sean las grandes exportadoras quienes manejen el comercio exterior, encima multinacionales como Cargill, Noble Argentina, Dreyfus, Bunge? Cargill, por ejemplo, la primera exportadora del país, no cotiza en bolsa, por lo que sus balances son privados y a su vez maneja el negocio de semillas, fertilizantes, parte de las carnes, edulcorantes, aceites, acopios, transporte y puertos. Hacen triangulaciones, sobre y sub-facturaciones, con grandes ganancias. ¡Hay que expulsarlas! Los alimentos, carnes y granos no los pueden manejar estos grandes depredadores.

Nacionalizar el comercio exterior permitiría controlar a qué valor se venden los productos y evitar estafas. Eso impediría que las exportadoras hagan manganetas especulativas con las retenciones, quedándose con una “diferencia” de 3.700 millones anuales a costa del pequeño productor, como viene ocurriendo.

Esta medida permitiría, además, dedicar al mercado interno carne, lácteos y alimentos suficientes para que lleguen a los hogares populares a precios accesibles. Dejando lo que quede para exportar. De esta forma se evitaría que Argentina, mientras genera alimentos para dar de comer a quinientos millones de personas, tenga en su interior a varios millones en la pobreza, y que 25 niños se mueran por día a causa de desnutrición y enfermedades curables. Medida fundamental para un país que exporta lo que come.

A su vez, hay que reimplantar la Junta Nacional de Granos y de Carnes, para controlar los valores de referencia, garantizar precios sostén para el pequeño productor, combatiendo al neoliberalismo menemista que liquidó esta última conquista con Cavallo en 1991. “Lo que se hace en cualquier país civilizado del mundo”, nos señaló Juan Carlos Herrero (ver página 8 y 9).

Reforma Agraria

Hay 5.000 familias que son propietarias del 50% de la tierra. Esto se suma a que 17 millones de hectáreas en áreas sembrables son propiedad de extranjeros. La tierra es un recurso no renovable y limitado. Es una vergüenza que no haya ninguna ley que impida su transnacionalización. Argentina es uno de los pocos países del mundo donde los Benetton, Ted Turner, Dreyfus y Thompkins pueden adquirir tierras, incluso en zonas estratégicas como cerca de glaciares, a precios baratos para quienes poseen dólares y euros. Tierras que estando en manos de los grandes capitalistas, no tienen límites en su uso por parte del Estado, quien ni prohíbe los productos químicos que contaminan y avala que el agua potable de nuestro acuíferos se destine para riego.

Hace falta una reforma agraria para eliminar a los terratenientes y darle la tierra a quienes la quieran trabajar para satisfacer las necesidades populares. “En un campo chico vive una familia, se crían animales, se siembra para el autoconsumo. 150 hectáreas bien manejadas y con una política estatal eficiente, permitiría aumentar la producción y tener la tierra en manos populares, no del gran capital. Para que millones salgan de la ciudad viviendo de “planes trabajar” o bajo la pobreza. Es la forma de enfrentar a la oligarquía y al chantaje de las grandes empresas con el tema de la alimentación”, graficó Herrero.

Medidas de fondo para toda la economía

Estas son algunas medidas que hacen falta para empezar a atacar los problemas de los pequeños productores. Nacionalizando, a su vez, la banca y el comercio exterior, reestatizando las privatizadas, y suspendiendo los pagos de la deuda externa para invertir en trabajo, salarios, salud, educación, y en un plan de créditos y facilidades a los pequeños productores. Medidas que nos permitirían salir de este modelo de “acumulación” para unos pocos, las cuales no van a salir de las negociaciones entre las entidades patronales del campo con el gobierno, sino que deben ser impuestas con la lucha hermanada de trabajadores, pequeños productores y demás sectores populares, contra la oligarquía, el gobierno y los burgueses del campo y la ciudad.


Los que apuestan “al campo”

Antes la oligarquía tenía nombres propios: Martínez de Hoz, Blaquier, Anchorena, Menéndez Behety. Hoy sigue existiendo, pero son muchos más los que se están volcando al negocio de la tierra. Supermercado Norte y la familia Reyes Terrabusi vendieron sus empresas y se volcaron al campo. Eunekian mezcló sus negocios en las privatizadas con el sector agropecuario. El banquero Jorge Brito y Franco Macri tienen grandes extensiones en Salta. Hasta el burócrata de UPCN -antes menemista y ahora patotero kirchnerista- es miembro del comité Tradición de la Sociedad Rural, un “auténtico hombre de campo”.


Cómo se comen al pequeño

El pequeño productor, casi siempre, al alquilar tierras para sembrar, lo hizo pagando en especies, después de cada cosecha, con un 20-30% del producido. Ahora, los fondos de inversión están alquilando a 500 dólares la hectárea. De esta manera los chicos no sólo no pueden competir, sino que muchas veces no les queda otra que poner en alquiler sus propias tierras.

Muchos dicen que esto les brinda a los chacareros un pasajero alivio, pero es sólo la huida a las ciudades, para terminar poniendo un kiosco, en un proceso similar a cuando a un trabajador lo obligaban a agarrar un retiro voluntario y con ese pequeño capital pone un negocio inviable con el que pierde todo en un par de años. Cuando el precio de las materias primas baje, al igual que los precios de alquiler, estarán obligados a vender sus tierras por dos pesos a los grandes pooles de siembra. Así seguirá la concentración en pocas manos.


Entidades agrarias: ¿Qué van a negociar?

La lucha del campo viene siendo sostenida por los pequeños productores, pero a la hora de negociar, lo van a hacer la oligarquía y burgueses del campo (Sociedad Rural, CRA y Coninagro), junto a la Federación Agraria. Las entidades que representan a los grandes del campo siempre han sido cómplices de las políticas oficiales. Quienes se movilizaron deben estar alertas para no perder en las negociaciones lo conquistado en 21 días de lucha.

Lamentablemente la conducción de Federación Agraria en todo el conflicto no se diferenció de aquéllas. El paro se realizó bajo la consigna “no a las retenciones”, reclamo de los grandes para que no los toquen, cuando los pequeños productores decían claramente “retenciones diferenciadas”. Su presidente, Eduardo Buzzi, siempre apareció al lado de Miguens de la Sociedad Rural en conferencias de prensa y comunicados comunes, hasta el acto final en Gualeguaychú. Por eso quien más polemizó con Cristina fue De Angelis, referente de ese corte emblemático.

Buzzi quería negociar mucho antes, pero no podía levantar porque sus bases estaban radicalizadas. En el acto en que se anunció la tregua habló de la deuda y los desaparecidos, pero no mencionó la reforma agraria. “Yo no plantearía expropiaciones ni confiscaciones, no estamos en Cuba de 1966”, señaló (Clarín 6-04). Y llamó a reconstruir la “burguesía nacional”. Ya tenemos la experiencia de que, con la burguesía, nacional o extranjera, y su explotación, perdemos siempre los trabajadores y los pequeños productores, urbanos y rurales. No hay salida para el pequeño si sólo se reclaman retenciones diferenciadas.

Hay que terminar con los grandes nacionalizando el comercio exterior, luchando por la reforma agraria, terminando con la extranjerización y concentración de la tierra y expulsando a todas las multinacionales de nuestro suelo.


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